Carlos Gil

Demetrio Sánchez Chamorro llega a Zamora caminando desde Sevilla. Salió con un compañero de viaje de Granada, pero ambos se separaron porque llevaban ritmos distintos y la cosa es disfrutar del camino en total libertad. No importa, la ruta jacobea proporciona excelentes oportunidades para conocer gente. Y para practicar idiomas. De hecho, Demetrio era el único español de la docena larga de peregrinos que arribaron ayer hasta la capital zamorana y se entretenían comiendo un bocadillo hasta que llegara la una de la tarde, la hora oficial de apertura de las instalaciones de la Cuesta de San Cipriano.

La llegada de la primavera y el buen tiempo incrementa la cifra de peregrinos que se adentra por los largos caminos de la Vía de la Plata, una de las históricas rutas para ganar el jubileo en Santiago de Compostela.

Demetrio cuenta que, al menos por lo que él se ha encontrado en su periplo, la mayoría son alemanes e italianos. Y de las dos nacionalidades había ejemplos ayer a las puertas del albergue. Dovid Fizcher era uno de estos alemanes, un joven que recorre solo el camino de Santiago y se defiende con su inglés, ya que del español apenas entiende algunas palabras. Inició el camino en Mérida y ayer cubrió la etapa desde el albergue de Villanueva de Campeán hasta Zamora capital, unos veinte kilómetros.

Italiano es Simone Zacconi, quien en un perfecto castellano cuenta su experiencia desde que partiera de Sevilla. «El camino está bien señalizado, excepto el tramo desde Galisteo a Baños de Montemayor». Efectivamente, ratifica Demetrio, ese trayecto está «muy mal señalizado, hemos tenido que saltar cercados y veías a gente perdida por todos los sitios». En cambio, en la provincia de Zamora, las flechas amarillas están perfectamente colocadas, y los albergues son buenos, tanto el de El Cubo, donde estuvo el español, como el de Villanueva, donde pernoctó Simone. «En Villanueva hay dos albergues, uno municipal y otro privado. Yo estuve en el privado, pero bueno es similar y cuesta lo mismo, seis euros». No hay quejas, desde luego, por el alojamiento, ya que las exigencias del peregrino huyen de lujos, aunque sí necesitan contar con lo básico en buenas condiciones: un lugar donde darse una ducha, un sitio para estar y una cama donde reposar antes de ponerse en camino a la mañana siguiente».

Los peregrinos más abundantes son los que recorren a pie el camino. Normalmente, como el caso de Demetrio no es la primera vez que van a Santiago. «El año pasado hice el camino francés, me gustó la experiencia y he decidido repetir. Pienso hacerlos todos, hay 16, y estoy empezando por los más largos». Aunque la mayor parte de las personas inician la aventura en solitario no faltan oportunidades para conocer gente con la que compartir vivencias. «No hay ningún problema porque los que hacen el camino son gente muy maja», señala el español. Lo corrobora el italiano, quien añade que también el trato con los lugareños de los sitios por donde pasa el camino es bueno.

Los peregrinos van acumulando sellos en la compostela en los distintos albergues por los que pasan. Dentro de unos días llegarán a Santiago, meta de un viaje donde lo importante, como casi siempre, no es llegar, sino el propio camino.