La familia del joven rumano de 23 años asesinado y abandonado en el monte «Los Campos» de Villalpando, con al menos un disparo en la cabeza y tras recibir una paliza, tramita la extraditación del cadáver para darle sepultura en su país de origen, donde esperan su madre y otros parientes, indican fuentes bien informadas. En Benavente, donde vívía desde hacía año y medio, reside uno de sus hermanos y otro tres en Málaga. Todos se desplazarán al país del Este para acompañar al fallecido. Es posible que se establezcan allí de forma definitiva tras el trágico suceso que han vivido.

El joven finado, cuyas iniciales son A.V., habría llegado a España hace dos años y medio, animado por su hermano mayor para trabajar en la agricultura, como hace el resto de la familia que ha inmigrado a este país. Las mismas fuentes afirman que el fallecido, con antecedentes penales, «nunca tuvo problemas con nadie» y que se dedicaba a labores de recolección en el campo. Los allegados tratan ahora de reunir entre 5.000 y 6.000 euros para poder sacar cuanto antes de España el cuerpo sin vida del ciudadano rumano, que habría sido asesinado la madrugada del domingo, horas antes de que le hallara la perra de un cazador a las 9.00.

La familia de A.V, confía en poder abandonar territorio español, vía Barajas, en los próximos días, en cuanto concluyan los trámites de repatriación del finado. La funeraria que se ha hecho cargo del cadáver trata de contactar con el consulado de Rumanía en Madrid, a fin de comunicar la muerte de A.V., contrastar la legislación que regula el traslado de fallecidos y conocer la documentación que precisan para darle de baja en el Registro Civil rumano.

El coste de la repatriación del fallecido incluye la tramitación sanitaria y funeraria; el traslado a Barajas y el flote del avión; además del embalsamiento que realizan los forenses; y los gastos de la funeraria de recogida del cuerpo y su desplazamiento al Instituto Anatómico Forense. Una empresa de embarque se hace cargo de subir el cadáver al avión y de recibirlo en el país de recepción, donde un familiar debe recogerlo.