Un mejor conocimiento del legado del artista Jesús Gallego Marquina, nacido en Zamora en 1900, y profundizar en la creación que el pintor efectuó entre 1920 y 1930 en esta urbe, etapa poco conocida por la familia, ha movido a dos de sus nietos a viajar desde Barcelona hasta la capital zamorana.

Un cambio de domicilio ha propiciado que los allegados descubrieran una serie de documentos que les han impulsado a ahondar más en la vida del artista que abandonó la provincia definitivamente en la década de los 40 del pasado siglo. «Hemos localizado un catálogo bastante exhaustivo de su obra, pero fundamentalmente tenemos fotografías de cuadros en blanco y negro», explica su nieta, Cristina Gallego Giménez, quien señala que el período más desconocido corresponde a los tiempos en los que el zamorano disfrutó de una beca la Diputación Provincial, desde 1922 hasta 1926, para estudiar en la Escuela de San Fernando donde coincidió a Zuloaga, Solana, Arteta, Vázquez Díaz, Romero de Torres y ampliar sus conocimientos artísticos en Roma y Florencia.

El rastreo para conseguir recopilar más datos sobre la obra del Gallego Marquina ha llevado a la familia a recurrir a la guía telefónica, lo que les ha brindado «contactar con personas que lo han conocido y que lo recuerdan con gran cariño», atestigua su nieto Víctor Gallego, que lleva el mimo nombre que su bisabuelo, el alcalde zamorano. A través de Internet han localizado algunas obras en manos de coleccionistas o de anticuarios, pero «no hay mucha información sobre él porque fue un pintor proscrito por sus ideas. Las referencias que existen son a partir del año 2000».

Gallego Marquina, que fue amigo de Enrique Lorenzo Salazar o de Miguel de Unamuno, formó parte de las Misiones Pedagógicas de 1932 a 1938. Sobre esta época el análisis detallado de correspondencia del artista por parte de su biznieta Cristina Díaz Gallego ha hecho que la familia conozca que «tenía una buena amistad con el dramaturgo Alejandro Casona». «He leído decenas de cartas que se intercambiaba con sus allegados cuando estuvo en prisión o cuando pasaba los veranos pintando en Medina de Rioseco o en Toro. He leído poemas suyos y he visto cientos de documentos que me han permitido reconstruir la vida de una persona que es cercana a mí, pero que no llegué a conocer», atestigua la joven que ahora está elaborando un trabajo para clase sobre la figura del pintor.

«A raíz de la Guerra Civil no encontró trabajo», explica su nieto Víctor Gallego, dado que le separaron del servicio docente en 1939, tras haber sido nombrado profesor de Dibujo Técnico por el Ministerio de Instrucción Pública y Sanidad en diciembre de 1938. «Siempre dijo que tuvo la suerte de encontrar empleo en el Liceo Francés», apunta su nieta, quien explica que el abuelo combinó la docencia en el centro con una academia que fundó para preparar a los estudiantes que querían cursar Bellas Artes.

Durante las horas que los descendientes del artista pasaron ayer en Zamora contemplaron las dos obras de Marquina que exhibe el Museo de Zamora, tanto «La maternidad», cedida por el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid como una vista de Zamora y una de las dos piezas que atesora la Diputación de Zamora, en concreto la titulada «El mercado de El Puente». En una siguiente visita quieren conocer el óleo sobre lienzo de «La procesión del Amanecer» que su abuelo pintó en 1949, donde aparece Unamuno contemplando la procesión de La Mañana del Viernes Santo en Zamora y que se encuentra el IES Universidad Laboral.

Sus nietos le recuerdan como «un hombre muy alegre, familiar que siempre silbaba» y para quien la exposición antológica celebrada en 1986 de la Casa de la Cultura supuso un reconocimiento muy importante y volvió a Barcelona muy emocionado», dicen. «Siempre que pudo volvió a su tierra, donde tuvo grandes amistades como los Haedo», ya que formó parte de la Real Coral Zamorana- «Era una persona generosa, humilde y, sobre todo, luchadora», definen sus nuetos.

Pese a que no conservan familiares directos en la ciudad, los descendientes de Gallego Marquina subrayan «el magnífico recibimiento que nos han dispensado en la ciudad». Volverán a Zamora para continuar con el trabajo de campo «y localizar la producción hasta que abandonó definitivamente la ciudad porque sabemos de poca obra y pensamos que está repartida entre Zamora, Madrid y Salamanca».