Los testimonios recogidos a pie de carretera ponen de manifiesto la división entre propietarios de negocios y vecinos, para los que la ejecución de la autovía entre Zamora y Benavente genera opiniones encontradas. Bares, comercios y gasolineras que subsisten del intenso tráfico de estos 49 kilómetros vaticinan pérdidas cuando los vehículos sean desviados sin atravesar las poblaciones, mientras que los residentes en las casas bajas de los siete pueblos comprendidos en este tramo esperan ansiosos librarse del ruido y las molestias que generan los 7.000 vehículos que circulan a diario por esta vía, de los que cerca de 2.000 son de gran tonelaje. Son la cara y la cruz de una misma realidad que para unos puede suponer la ruina y para otros el comienzo de una nueva vida sin sobresaltos. Algo que tuvieron la oportunidad de comprobar los participantes en la marcha reivindicativa que partió ayer desde Montamarta y Barcial del Barco.

Ante tal avalancha reivindicativa, el delegado de Gobierno en Castilla y León, Miguel Alejo, defendió ayer que la autovía es una «reivindicación conseguida» por lo que animó a los alcaldes populares que secundaron la marcha «a perder poco tiempo en esto». Por el contrario, instó a los responsables del PP a reivindicar también infraestructuras a la Junta de Castilla y León «porque la manía es reivindicar al Gobierno de España y parece que no nos creemos el Estado de las autonomías». El compromiso del ministro, según recordó, «es que la autovía se va a hacer y será de las primeras que se liciten».

El área de recreo de Granja de Moreruela se convirtió ayer en el punto de descanso más anhelado por los políticos y ciudadanos que pusieron ayer a prueba su forma física. La parte más dura del trayecto se la llevó el grupo que partió desde Montamarta con más de 23 kilómetros por delante a un ritmo frenético liderado por el presidente de la Diputación, Fernando Martínez Maíllo, quien lució el «look» más deportivo de todos los participantes. Su zancada fue difícil de seguir para muchos, entre ellos, para la propia alcaldesa de Zamora, Rosa Valdeón, visiblemente agotada tras una dura caminata que baldaría a cualquier ajeno al deporte. Botellas de agua, bebidas isotónicas e incluso leche fresca aliviaron, aunque sólo en parte, la fatiga del trayecto. Un cansancio menos intenso para el segundo grupo que partía rumbo a Granja desde el norte de la provincia encabezado por Saturnino Mañanes y Alberto Castro.

Agujetas, cansancio pero una inmejorable disposición protagonizaron la actitud de los improvisados deportistas en un acto que muchos tildan ya de marcado tinte electoral.