La nueva presidenta de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) visitó el viernes la ciudad para amadrinar el Anuario de la Prensa de la asociación zamorana. Apasionada por su trabajo, repasa actuales problemas de la profesión y apuesta por la alternativa de las nuevas tecnologías.

-¿Cómo se ha adaptado al cargo tras cuatro meses como presidenta de la FAPE?

-He tenido que hacer verdaderos equilibrios para aunar primero mi vida profesional y segundo la familiar. Soy una defensora de la familia y creo que los periodistas deberíamos hacer un ejercicio muy grande para intentar hacer compatible la vida familiar con la profesional. Muchas cosas se pueden hacer compatibles con toda la vocación del mundo.

-¿Era este cargo como se imaginaba?

-Me he encontrado mucho más trabajo del que pensaba y también he sacado una capacidad de entrega mayor. La situación actual es realmente complicada, pero es todo un reto y me he encontrado mucha gente y muchos horizontes que invitan a la pasión. Me gusta más de lo que yo pensaba.

-¿Qué objetivos se ha marcado durante su presidencia?

-Muchos y amplios. Primero, intentar ayudar a todos los profesionales que en estos momentos se encuentran en una situación de paro, ofrecer ventajas y estar ahí para acompañar en esos momentos. La formación también es fundamental. Hemos firmado un acuerdo con la empresa Editrain para convertirnos en la primera plataforma de formación en el mundo del periodismo, que funciona fundamentalmente a través de Internet. Por último, la precariedad creo que constituye en estos momentos el problema mayor que tiene la profesión. Hasta hace cuatro años era así para los jóvenes que ingresaban en la profesión, pero ahora se ha instalado entre personal ya formado y con años de experiencia. La precariedad no es que nos esté abrumando, es que nos está acosando.

-¿Y el tema de los derechos de autor entre los periodistas?

-El colectivo de la comunicación es uno de los grandes olvidados en ese aspecto. Cobran derechos de autor todo el mundo de la música o de las letras, pero resulta que nosotros, los periodistas, que tenemos sólo un arma, que es la palabra, no se nos respeta esta creación. Estamos intentando negociar con las empresas y concienciando también a los profesionales para que se reclame. Hay ya varios medios de comunicación que lo reflejan en sus nóminas. No son cantidades elevadas, pero ya se respeta este derecho.

-La crisis, ¿ha creado o ha agravado toda esta situación?

-Hay tres crisis que, a mi juicio, nos afecta de una manera importante a los periodistas. Primero, la revolución digital, que ha generado una crisis en el papel sin parangón. Estamos viviendo una nueva era en la que ya hemos entrado hace años, similar a la llegada de la imprenta. Internet entró en nuestras vidas de una manera revolucionaria y eso hizo temblar a los periódicos, fundamentalmente. Durante unos años, no parecía que fuera un enemigo porque se mantenía la publicidad. Tendrían que entonar un «mea culpa» los medios de comunicación de papel, porque no consideraron que era competencia el mundo on-line hasta que no llegó otra crisis coyuntural, que es la económica en la que estamos. Fue entonces cuando se tuvieron que tomar medidas drásticas.

-Unas medidas que repercuten en los profesionales.

-Estamos sufriendo esta ausencia de reacción por parte de los empresarios. Esa rebaja de la publicidad la hemos pagado nosotros, porque las reducciones de personal en estas empresas han sido tremendas. Nos está costando sangre, sudor y lágrimas.

-¿Y cuál es la tercera crisis?

-Es la ética, la que afecta al empleo y a nuestra imagen. Se ha rebajado la imagen del periodista hasta límites insospechados, nuestro prestigio social es infinitamente inferior. En las estadísticas sólo estamos por detrás del político, en el pelotón de los torpes. Hemos perdido credibilidad, nuestro rigor y calidad, nuestra praxis en el modo de hacer periodismo. Creo que somos responsables, pero los grandes culpables son los medios de comunicación, que nos han sometido a un marcaje tremendo. Quieren de nosotros muchas horas de trabajo y unos resultados inmediatos, no hay periodismo de investigación y estamos pagando las consecuencias.

-¿En las facultades de Periodismo se da importancia a la preparación ética?

-Se le está dando mucho menos de la que se debería. Se pueden formar profesionalmente, pero hay una formación que apenas se incluye y es ésta. El periodista sale de la universidad con una conciencia ética sin formar. Y así nos va.

-¿Toda la actual situación laboral del periodista puede cambiar con la creación de los colegios profesionales?

-La anterior presidenta de la FAPE, Magis Iglesias, sentó las bases en el sentido de potenciar la colegiación. Nos pueden dar mayor peso específico ante las instituciones, mayor capacidad de respuesta ante muchos problemas de la profesión, mayor capacidad de negociación y de imagen ante la propia sociedad, las instituciones públicas y las empresas. FAPE tiene una comisión de Ética y Deontología que marca una línea de actuación que queremos potenciar y que ahora me parece fundamental. Este código debería ser un poco nuestra línea de acción y referencia. Desde los colegios nos vamos a defender mucho mejor profesionalmente de todas las ausencias que tenemos en estos momentos.

-¿Qué diferencia habría entre un colegio profesional y un sindicato de periodistas?

-La diferencia es muchísima. El sindicato trabaja para conseguir unos derechos sociales y laborales en cualquier ámbito. El colegio tiene un recorrido mucho mayor en la profesión. Su reto es profesional, personal incluso, también laboral y de empleo. Puede tener una bolsa de empleo, como la tiene FAPE o un código ético. Tiene un marcaje completo y complejo sobre la profesión, es mucho más ambicioso.

-¿Cuándo será una realidad el colegio profesional de Castilla y León?

-Va a ser bastante pionero, porque sólo existen otros tres en España, como son el de Murcia, Galicia y Cataluña. Está en un momento avanzadísimo y ya nos hemos reunido con algunas personas de las Junta de Castilla y León para perfilar los pormenores. Lo que resta es un poco de trabajo por parte de las propias asociaciones en un aspecto más administrativo. Pero a finales de año será una realidad.

-¿Ayudará a combatir el intrusismo en la profesión?

-Desde luego, porque la colegiación ya marca quiénes pueden formar parte de ese colegio. Más que marcar unos límites y objetivos integristas, sí marca una línea general de actuación. Puede recomendar a las empresas e instituciones que la persona que lleve un gabinete de prensa, un despacho de comunicación o vaya a trabajar en un periódico, emisora de radio y televisión tenga que tener una determinada formación y titulación. Desde este punto de vista, es un gran paso.

-Otro problema de la profesión en estas fechas todavía de verano es la situación de los becarios.

-Hablando de precariedad, todos los veranos hay becarios en los medios de comunicación y este año se han alcanzado cotas insospechadas. Esta entrada a los medios me parece muy positiva, porque, de alguna manera, nos tenemos que formar cuando estamos punto de terminar la Universidad y nos incorporamos al mundo laboral. No hay que olvidar que además de una titulación universitaria es un oficio. Pero no se puede hacer a cambio de nada. Primero, este trabajo tiene que estar remunerado. Y tiene que tener una cierta regulación y una supervisión.

-¿Se nota esa falta de supervisión?

-Este verano muchas secciones de distintos medios han estado en manos exclusivamente de becarios, que trabajaban muchas horas sin orientación, sin tutelaje y por una cantidad de dinero que era ausente o ridícula. Esto es absolutamente vejatorio, no aporta nada a tu profesión y además se ofende también al receptor, al no ofrecerle de esta manera ninguna calidad.

-¿En qué punto está la negociación con el Gobierno para un plan de ayudas a la prensa?

-En un mal momento. Los pasos se mantienen, porque no están cerrados, pero estamos en una vía complicada debido a que la crisis está afectando a todos y el Gobierno es el primero que está sufriendo la situación. Pero, si finalmente se materializara este acuerdo, siempre sería bajo unas condiciones, siempre a cambio de no flexibilizar el empleo de los trabajadores, que este no fuera precario.

-Respecto a los profesionales que están en paro, ¿a esa situación se ha llegado por tener más de 40 universidades de periodistas, de las que salen cada año cientos de licenciados?

-En estos momentos hay una media de 2.200 periodistas que se incorporan al mundo laboral. Con este número de universidades es difícil que el mercado lo pueda absorber, casi imposible. Por otra parte, el periodista tiene que tener vocación, una mayor formación, un gran empeño y un mínimo de cualidades para adaptarse al medio de comunicación en el que va a trabajar. Quizá hay demasiadas facultades, pero tenemos que trabajar más entre periodistas, universidades y medios. Y FAPE es un buen interlocutor entre todos estos estamentos.

-Una de las salidas que usted baraja es el mundo digital.

-Me parece que Internet es la gran oportunidad que existe en estos momentos como fuente de empleo y horizonte claro de trabajo. Pero en todos los aspectos, tanto empresas que ya están formadas como para el autoempleo. Hace pocos días leía que en Estados Unidos los ingresos que están teniendo los periodistas que han decidido organizar su propio medio de trabajo están obteniendo unos ingresos económicos que nunca hubieran obtenido en una empresa.

-¿Qué falta para que esto se traslade a España?

-Nos falta, a los propios periodistas y a los empresarios de la comunicación, imaginación, frescura, trabajar con otras miras. En estos momentos, las cosas no van a volver a ser como antes y no hay que mirar al pasado con nostalgia, sino mirar al futuro. Las oportunidades son absolutamente mayores que las que existían.

-¿Todavía se ve el periodismo como servicio?

-Si no se ve, debería verse. Una cosa es que cambie el soporte, el continente, y otra muy distinta que lo haga el contenido. Este tiene que seguir siendo de calidad y ofrecer credibilidad. Hemos rebajado la calidad aludiendo a que el soporte era más ligero, porque en Internet puede entrar todo el mundo y puede colgar una información, que se califica periodismo de ciudadano.

-¿Y qué opina de este tipo de información?

-Jamás lo calificaría como periodismo, porque no lo es. Colgar una información no es una noticia. Una noticia es algo contrastado, contextualizado, que responde a fuentes trabajadas. Comprendo que la información es cara, y la de calidad más. El periodismo, sea a través de cualquier medio, tiene que ser de calidad y ese es el único que puede calificarse como tal. Lo otro es colgar en la Red algo que no se sabe si es cierto o no.

-Con todo este repaso a la situación actual del periodismo, ¿hay esperanza para la profesión?

-Creo que hay más mensajes de esperanza que de pesimismo. En estos momentos hay muchas televisiones y radios, los gabinetes de prensa son una oportunidad de trabajo y el mundo digital es casi un espacio sin fin para el empleo y para desarrollar nuestra vocación. Es la clave para que la libertad de prensa sea un hecho y que para la sociedad tenga todas las posibilidades de desarrollarse democráticamente.

Madrid, 1954

Aunque nacida en la capital de España, la periodista Elsa González se siente orgullosa de las raíces leonesas de sus padres. «Es una tierra que quiero y a la que acudo a menudo», confiesa. Casada y madre de dos hijos, se doctoró en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid e impartió clases en la Universidad San Pablo CEU. «El doctorado abrió un capítulo importante para mi formación, ahí me percaté de lo importante que es mantenerse uno al día en este mundo», explica. En la actualidad, es redactora jefe de Sociedad en la cadena COPE y, desde el pasado mes de mayo, compagina este cargo con la dirección de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), sustituyendo en el cargo a Magis Iglesias.