La epilepsia, como algunas otras enfermedades sobre todo neurológicas ha estado desde siempre rodeada de un aura de misterio por su origen -se pensaba- sobrenatural y de posesión demoniaca. A pesar de que los conocimientos científicos definieron desde antiguo esta dolencia, hasta épocas relativamente recientes el mal se trataba de combatir con la ayuda de religiosos y santos, únicos capaces de echar al demonio que se había metido en los cuerpos, como hiciera el mismísimo Jesucristo en algunos de sus milagros.

Todo ello lo aborda el doctor Juan José Ruiz Ezquerro, jefe de Neurología del Complejo Asistencial de Zamora en un libro que recientemente ha visto la luz, titulado «Epilepsia. Historia, leyenda y arte». La obra, publicada por la editorial Ars XXI con la colaboración de GlaxoSmithKline (GSK), hace una revisión de las diferentes denominaciones y terminologías con los que la enfermedad ha sido conocida a lo largo de la historia, desde las culturas arcaicas hasta los tiempos modernos, muchas de estas denominaciones reflejan las connotaciones sociales de la enfermedad; y otorga al lector una visión panorámica de cómo la enfermedad neurológica se ha visto desde los diferentes campos artísticos y culturas, y de cómo ha modulado la actividad creativa de los escritores y artistas que la han representado.

«A pesar del desarrollo de la medicina técnico científica promovido entre los siglos VI antes de Cristo y II después de Cristo por figuras como Alcmeón de Crotona, Hipócrates y su escuela de Cos, Areteo de Capadocia o Galeno, que señalaron el origen natural de la enfermedad epiléptica, la creencia en el origen sobrenatural o sagrado de ésta propia de las culturas arcaicas (Mesopotamia, Egipto, Persia) y en menor grado las interpretaciones sobre un origen mixto natural y sagrado de la epilepsia, presente en las culturas india y china, se mantuvo vigente durante toda la Edad Media, a pesar del nacimiento de las universidades, la Escuela de Salerno, las aportaciones de la medicina árabe, especialmente la andaluza, con el resurgimiento de la medicina hipocrática y galénica a partir de sus traducciones al árabe y posteriormente al latín o de figuras como Arnau de Vilanova, e incluso durante el renacimiento, para empezar a declinar a partir del siglo XVIII, aunque algunos de los conceptos mágico-religiosos relacionados con la enfermedad se han mantenido en el ámbito popular hasta nuestros días», relata el autor.

Es difícil establecer una diferenciación clara entre los términos endemoniado, poseso, lunático y epiléptico. «Probablemente todos ellos se utilizaron como sinónimos en la antigüedad». El ataque epiléptico era producido «por una posesión demoniaca o por influjo de la luna». Una parte fundamental del libro es la reproducción de más de cuarenta obras artísticas relacionadas con la enfermedad.

«El origen de las representaciones artísticas de la epilepsia, es indudablemente la actividad taumatúrgica desarrollada por Jesucristo durante sus tres años de vida pública. Realizó numerosos milagros, pero los evangelios recogen información sobre la naturaleza de estos en 37 casos: veinte sobre curaciones de diversas enfermedades y dolencias, siete actuaciones sobre endemoniados y tres resurrecciones». Concretamente los milagros relacionados con posesión demoniaca son los conocidos como el endemoniado de Capernaum, endemoniado ciego y mudo, Geraseno, endemoniado mudo, hija de la mujer siro-fenicia, el niño lunático y la mujer encorvada por espíritu inmundo.

Entre los santos que pudieron padecer de epilepsia, en caso mejor documentado y estudiado es el de Santa Teresa de Jesús o de Ávila. «Los trabajos de García-Albea dejan fuera de duda la naturaleza epiléptica» de los episodios de éxtasis. «Sin embargo, no podemos por menos que citar la gran polémica que dichos estudios levantaron, que refleja de alguna manera las connotaciones sociales y religiosas que la enfermedad epiléptica ha presentado a lo largo de la historia», apunta Ruiz Ezquerro. En este como en otros casos en los que la enfermedad, bien documentada, afectaba a santos (como Juana de Arco, o José María Escrivá de Balaguer, por ejemplo), la epilepsia «no ha sido considerada como influencia diabólica, sino como manifestación divina».

A pesar de todo, como advierte el autor, Ruiz Ezquerro, «no está claro que términos como enfermedad sagrada o enfermedad diabólica y todas sus variantes se correspondan con lo que hoy día entendemos por epilepsia. De hecho, enfermedad sagrada se aplicó a enfermedades como la lepra, paradigma, junto a la peste, del castigo divino. Pero asumimos, con todas las críticas posibles, que la mayoría de casos de posesión demoniaca guardaban relación con enfermedades del campo de la neuropsiquiatría: esquizofrenia, histeria, trastornos disociativos, etcétera, muchas de ellas neurológicas según el concepto actual (distonías, tics, Gilles de Tourette, epilepsias)».