La anunciada revisión de los valores catastrales en la capital y otros nueve municipios de la provincia no llega en el mejor momento, ya que la previsible repercusión en el impuesto de bienes inmuebles no es la mejor receta para aplicar a los ciudadanos en tiempos de crisis. Dirigentes del movimiento vecinal y alcaldes consultados consideran lógico que se actualicen los valores después de más de una década, aunque la medida no llega, desde luego en un momento oportuno.

El presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Zamora, Jesús de la Concepción, señaló que «no sé si será normal actualizar los valores catastrales, pero claramente va a repercutir en el IBI, después de que este año ya haya subido un uno por ciento». Su razonamiento personal es que «si suben el valor catastral nos va a repercutir a todos, porque el cálculo del impuesto se basa en ese dato, es directamente proporcional».

Según su criterio «aunque no te suba el porcentaje, si te aumenta la base sobre la que se calcula, ya te está subiendo. Cierto que al ciudadano le sube el valor de la vivienda, pero lo importante ahora es poder llegar a fin de mes y cuanto más suban las cosas, más difícil será llegar a este objetivo». Cree que es «de cajón que tenía que haberse dejado para cuando la situación económica mejorase un poco, porque ahora hay mucha gente en paro o con dificultades económicas», aunque resalta que la revisión es responsabilidad de la Gerencia del Catastro, del Ministerio de Hacienda, y no del Ayuntamiento capitalino.

Además de Zamora, las valoraciones catastrales medias suben en Ayóo de Vidriales, Brime de Urz, Fuente Encalada, Granja de Moreruela, Granucillo, Justel, Milles de la Polvorosa, Moraleja de Sayago y Pueblica de Valverde.

El alcalde de Brime de Urz, José Furones, reconoce no tener todavía datos exactos sobre la repercusión de la subida de los valores catastrales de los inmuebles, aunque desde luego coincide que «no es el mejor momento. En la situación en la que estamos ahora cualquier subida es mala, tocar el bolsillo ahora es complicado». Y no lo dice precisamente porque estemos a las puertas de unas elecciones municipales: «A mi eso me tiene sin cuidado, siempre he estado pretendiendo castigar cuanto menos mejor a los vecinos con impuestos». Y es que, razona Furones, su pueblo está en una zona «conceptuada en los valles de Benavente», pero desde el punto de vista de riqueza agraria, la base fundamental de la economía rural «no tiene que ver nada con eso. Allí hay regadío y aquí estamos a expensas del tiempo». El alcalde considera que «teníamos que ver otra cosa, ganadería o viñedos, ahora no tenemos nada. Hemos hecho una bodega y ahí estamos contemplando el panorama». Su pueblo es uno de los que nota la falta de relevo generacional en el campo: «De mi para abajo no queda nadie en la agricultura, y yo tengo 65 años, mire qué panorama tenemos». La idea es que la incidencia que pueda tener la revisión catastral en el IBI sea la menor posible.

Otro ejemplo diferente es el de Moraleja de Sayago cuyo alcalde, Ángel Viñas, explica que la revisión del valor catastral en su pueblo afecta solamente «a las casas nuevas», mientras que el proceso general se ha decidido posponer por el momento. En este sentido, cree que es conveniente «incorporar las viviendas que no están dadas de alta en catastro, porque se han hecho nuevas o se han arreglado. De todas formas, de cara al impuesto de bienes inmuebles, se ha subido el mínimo que permite la ley, no queríamos subir más. Tampoco pediremos que la incorporación de los nuevos valores sea con carácter retroactivo, ya que la ley permitiría reclamar hasta cuatro años anteriores. Nosotros intentamos que sea sólo de este último año».

La actualización, en todo caso es necesaria porque «lo normal es que todo el mundo pague la contribución en la medida que le corresponda, que unos lo hagan y otros no, no es justo».