Fernando Pérez cumple dos años al frente de la oficina técnica de «Zamora Románica». El arquitecto muestra su satisfacción por la evolución de las actuaciones, felicita a su «ajustado» equipo y no esconde que hay cosas que mejorar, como cumplir los plazos de trabajo.

—En estos dos años, ¿han sido fieles a las restauraciones previstas?

—Todas las actuaciones se aprueban a través de una comisión y no nos separamos de lo que está fijado. No solemos hacer cosas distintas, salvo que se trate de algo urgente, como la espadaña de San Antolín, en la que vamos a actuar porque está muy deteriorada y ha precisado ya de la intervención de los bomberos.

—¿Está satisfecho con el equipo de trabajo?

—El equipo es justo y nos encantaría tener un arqueólogo, un restaurador o varios delineantes. Por las circunstancias, no podemos, pero estoy muy satisfecho del interés que están poniendo los integrantes del grupo.

—¿Les está resultando fácil o difícil acceder a la documentación de cada templo?

—Estamos teniendo muy buen acceso a los archivos tanto del Obispado como del Provincial. Además, contamos con un apoyo muy importante gracias al Servicio Territorial de Cultura, cuyos técnicos están muy implicados en nuestra labor.

—¿Cuál ha sido el principal problema con el que se han encontrado?

—Reconozco que hemos fallado en los plazos de entrega de algunas obras. Pero esto se debe a dos razones. Por un lado, porque no escatimamos en esfuerzo en cada una de las intervenciones, y esto nos lleva a realizar trabajos que no estaban comprendidos inicialmente. Además, todo el mundo sabe que las restauraciones son lentas.

—¿Han tenido alguna contrariedad con las cofradías por esta razón?

—La verdad es que tenemos buena relación con las cofradías con las que hemos tratado, que no son todas. Por el camino, hemos cedido en determinados aspectos para dar respuesta a sus necesidades.

—¿Le han sorprendido algunas de las soluciones arquitectónicas utilizadas en los templos?

—Todos pertenecen a un estilo, el Románico, que cuenta con unos cánones muy establecidos. Lo que más nos ha llamado la atención son las sucesivas intervenciones en los templos, que han provocado que ninguna iglesia haya permanecido intacta. Esas transformaciones tienen como consecuencia que hayamos perdido información de las construcciones originales.

—¿Cómo plantean los tres próximos años de trabajo?

—Vamos a afrontarlos de una manera más reposada y mucho más estudiada para que la restauración se tome un tiempo. Por otro lado, vamos a apoyar que todos los inmuebles tengan un uso. Son templos que siempre han sido utilizados y ahora hay que buscar nuevos empleos acordes a la sociedad de nuestro tiempo.