Toro ya no es únicamente conocido por sus excelentes caldos y sus carnavales, y la palabra ya no define solo el animal bravo que se lidia en las corridas. Toro es ahora también un cráter de alrededor de 3.600 millones de años en la superficie de Marte. Sus descubridores, el equipo de investigación del español Alberto González Fairén, decidió bautizar la formación marciana con el nombre de la localidad zamorana. El responsable del proyecto, científico del Instituto SETI y del Centro de Investigación Ames de la NASA, en California, conoce como turista Toro y Zamora, pero eligieron la denominación entre todas las localidades terrícolas de menos de 100.000 habitantes por ser «un nombre representativo de nuestro país de origen».

La famosa canción de aquel toro enamorado de la Luna ha pasado ya de moda para los zamoranos. Ahora es en Marte el planeta que encandila al conocido astado. Y es que un grupo de investigadores del Instituto SETI y del Centro de Investigación Ames de la NASA, en California han decidido que Toro, el nombre de la segunda localidad zamorana en población, era el adecuado para bautizar a un cráter hallado en la superficie de Marte que confirma que en fechas recientes el planeta rojo albergo agua y por consiguiente, condiciones aptas para la vida.

Ninguno de los investigadores es zamorano, pero las exigencias de la Unión Astronómica Internacional para poner nombres a los descubrimientos solo permiten que lleven el nombre de una ciudad terrícola de menos de 100.000 habitantes, y el azar hizo que Toro fuese el escogido. «No soy nada aficionado al mundo del toro. Pero el nombre del animal se asocia con España, y era una forma de poner un nombre representativo de nuestros orígenes a un cráter en el que hemos estado trabajando más de dos años», explica Alberto González Fairén, responsable del proyecto internacional que tiene colaboradores en España, Francia, Italia, Alemania, Rusia y Estados Unidos. Toro es por lo tanto el primer paso de una investigación que puede llevar a los científicos a descubrir más formaciones similares que demuestren que Marte pudo albergar vida en otros tiempos, «Esa es la siguiente etapa de la investigación, hacer un reconocimiento general de Marte para averiguar si lo que hemos visto en Toro (minerales que prueban que hubo agua hace mucho menos tiempo del que se pensaba) ocurre de forma general en muchos sitios, o si Toro es un caso exótico. Otra parte de la investigación que tenemos en marcha consiste en averiguar si los filosilicatos de Toro son los más modernos del llamado planeta rojo, o los hay aun más jóvenes en otros cráteres», señala el coordinador del equipo científico.

González Fairén, un madrileño de 38 años y antiguo investigador del CSIF, se ha fascinado en numerosas ocasiones con los descubrimientos y espectáculos naturales de diferentes galaxias y planetas, pero el casco antiguo de la capital ha estado a la altura de la espectacularidad que han visto los ojos del científico, «la parte antigua de Zamora me parece de las más hermosas de España, el paseo desde la Plaza Mayor hasta el Castillo no se puede dejar de hacer», comenta González Fairén, que también conoce, como turista, la ciudad de Toro que ha valido para nombrar su descubrimiento.

A la pregunta de cómo afectaría a los terrícolas que esta noticia se confirmara, Alberto lo tiene claro, «si algún día llegamos a encontrar vida en otros planetas, ya sea vestigios fósiles o vida activa, será el descubrimiento más importante de la Historia. Pero eso aún está por llegar». El científico español, a la vanguardia de las investigaciones en el planeta marciano, reconoce también el trabajo que se hace desde España, donde asegura, «hay grupos de investigación asentados que están a la vanguardia mundial en sus respectivas disciplinas, y la cantera de investigadores noveles está demostrando ampliamente su capacitación. El problema, tanto en España como en Estados Unidos, es la falta de financiación adecuada. En España hay ideas, hay ganas de trabajar y hay gente muy preparada con enorme potencial. Solamente falta dotar de recursos adecuados a los investigadores para que, los que así lo quieran, puedan realizar su labor en España».

Los autores del estudio han calculado la edad de Toro y han determinado que no es superior a 3.600 millones de años. El trabajo de los científicos concluye que los componentes del pico central del cráter prueban la presencia de agua líquida de origen hidrotermal en una época mucho más reciente, el periodo Hespérico. Es la primera vez que se presentan evidencias de agua líquida estable en Marte en cantidades importantes en tiempos post-Noeicos, es decir, es un primer hallazgo que puede desvelar muchas incógnitas acerca de la vida en otros planetas.

Investigaciones más allá de la atmósfera con denominación de origen española, y en este caso, también zamorana. Lo que sí está claro es que el Toro marciano no recibirá este verano los habituales turistas estivales, al menos no terrícolas.