Con su libro «El arqueólogo enamorado», Daniel Casado Rigalt llega a Zamora, tierra natal de su padre, Antonio Casado, para trasmitir esa pasión declarada que siente por la Arqueología.

-¿Es usted el arqueólogo enamorado que da título a su obra?

-Lo cierto es que el título lo puso la propia editorial, pero sí, me considero una persona enamorada, porque me encanta, es evidente. Pero también es un homenaje a todos los arqueólogos que aparecen citados en el libro. Ellos sí que eran unos enamorados de las ruinas y reliquias que fueron descubriendo.

-¿Qué otras cualidades debe tener un arqueólogo, además de estar enamorado de su profesión?

-Entregados a la Arqueología hay mucha gente, pero también muchos «quemados», porque laboralmente está complicado. Si a eso sumas la crisis humanista que se atraviesa ahora, es un freno, pero seguro que vocaciones no van a faltar nunca.

-En el libro se habla de Atapuerca o de la Dama de Elche. ¿Cuál ha sido el descubrimiento más importante?

-Todo depende con qué ojos se mire. Desde el punto de vista simbólico, sin duda, la Dama de Elche, el icono por excelencia de la cultura ibérica. Desde el punto de vista de la novedad, el de los barcos hundidos que trufan nuestras costas. Sobre los gustos de los lectores, desde que se publicó el libro en mayo, quizá el capítulo que más éxito ha tenido sea el de Altamira, aunque se trata del segundo capítulo y la gente empieza con ganas a leer.

-¿Se necesitaba un libro de estas características?

-No es una guía al uso de yacimientos, sino un recorrido por las ruinas de nuestro país en el tiempo, con los personajes que han ido desfilando con ellas, quiénes los sacaron del olvido y convirtieron en auténticas reliquias. Creo que el éxito del libro es la novedad, porque nunca se había escrito un libro con ese hervor literario, porque no es académico, y dirigido al gran público.

-Además, no se necesita ser un gran conocedor para disfrutar de la lectura de «El arqueólogo enamorado».

-Con la perspectiva de los ocho meses que lleva publicado el libro y de las críticas recibidas, lo que más he observado es que a la gente le gusta porque, sobre todo, le parece un libro muy sencillo de leer. Lo ideal es que lo coja una persona con algo de inquietud por la Historia, pero, si encima le gusta la Arqueología, lo va a disfrutar de verdad.

-¿Está todo descubierto ya en la península ibérica?

-Ni mucho menos. Hay dos o tres capítulos en el libro donde el mayor atractivo para el lector es que haya todavía tanto misterio en el aire, tantas dudas por resolver y que todavía haya polémicas sobre antiguos yacimientos arqueológicos o la extensión de algunas culturas, como la tartésica o la fenicia. Todavía queda mucho por descubrir y, de hecho, cada año aparecen yacimientos nuevos.

-¿Qué destacaría de los descubrimientos arqueológicos de Zamora?

-Zamora es una ciudad eminentemente románica y lo medieval es lo que prima en ella, pero, si nos vamos a la provincia, el tesoro de Arrabalde es uno de los más importantes que ha aparecido en suelo español. Está a la altura del tesoro del Carambolo de Sevilla, que es cabecera de la cultura tartésica. El zamorano no le tiene mucho que envidiar, quitando que el de Carambolo es de oro y el de Arrabalde casi todas sus piezas son de plata.

-Como viajero infatigable, ¿cuál sería el destino ideal que, como arqueólogo, todavía no ha podido visitar?

-He visto mucho, la verdad, pero quizá lo que más me interesa ahora es la zona de Medio Oriente. Conozco bastantes países de Próximo Oriente, como Siria, Líbano, Israel o Egipto, pero no conozco nada de Irak, por ejemplo, aunque no es el mejor momento para ir a hacer turismo arqueológico y creo que tardaré mucho en poder ir. Me llama mucho la atención el entorno del Mediterráneo y Próximo Oriente si tengo que decantarme por visitar ruinas o restos arqueológicos.

Madrid, 1973

Licenciado en Geografía e Historia en la Universidad Complutense de Madrid, el hijo del zamorano Antonio Casado y de la periodista Carmen Rigalt siempre ha sido un apasionado de la arqueología, por lo que participó en sus primeras excavaciones a los 18 años, cuando, como él mismo expresa, sintió «la llamada de las piedras». Ha disfrutado de varias becas y trabajado en la Real Academia de la Historia, en el Ministerio de Cultura y en varios proyectos. Ha escrito tres libros y más de cien artículos científicos. Colabora con las revistas «Geo», «La aventura de la Historia», y «Descubrir el Arte», además de en otras revistas especializadas, prensa y páginas web. Amante de los viajes y la fotografía, acaba de estrenarse como padre hace dos meses.