El período comprendido entre 1850 y 1950 supone «una segunda Edad de Oro en la arquitectura zamorana», tras la época de esplendor protagonizada por el Románico. Así lo manifestó ayer el historiador Álvaro Ávila de la Torre durante la presentación de su trabajo titulado «Arquitectura y Urbanismo de Zamora. 1850-1950», editado en dos volúmenes por el Instituto de Estudios Zamoranos «Florián de Ocampo».

El historiador, que recibió del centro de estudios una beca para realizar esta investigación, profundiza en el urbanismo de esta centuria. «Desde mediados del siglo XIX la ciudad se transforma renovándose la estructura medieval con apertura de nuevas calles y plazas; mejoras urbanas, como el alcantarillado, el empedrado, la adecuación de parques, y la expansión extramuros de la ciudad hacia el este». Además, el historiador, cuyo trabajo le valió el Premio Extraordinario de doctorado de la Universidad de Salamanca, analiza los distintos proyectos del ensanche, la destrucción de la muralla o las iniciativas que no llegaron a realizar como «el parque proyectado en la zona de Tres Cruces por parte de Eugenio Durán o la polémica reforma de la Plaza Mayor, diseñada por Ferriol, que incluía la destrucción de San Juan», ejemplifica.

Ávila de la Torre, a lo largo de los dos tomos, desgrana las características artísticas y la tipología de las casas, centros públicos y educativos, de infraestructuras como el Mercado de Abastos, el matadero o la estación de ferrocarriles, entre otras edificaciones, así como aquellas construcciones que surgieron a lo largo de los 100 años analizados y que no han llegado hasta nuestros días.

Fruto del trabajo de diez años, el historiador cifra en «19 los edificios modernistas» presentes en la ciudad, aunque estima que «debió de rondar los 25» ejemplos, al tiempo que postula que edificios como la Casa de las Cariátides, la Casa de las Esfinges, la Casa Guerra, sede actual de Caja Duero, o el Casino «son edificios eclécticos, lo que no le resta valor sino que los clasifica en otra corriente que ha sido eclipsado por el Modernismo». Ávila de la Torre defiende que una de las principales diferencias de la Zamora de la época con respecto a otras poblaciones es que «las mayoría de las transformaciones arquitectónicas vividas se realizaron el Casco, donde convive el Románico con el Modernismo».

El estudio, que cuenta con más de 400 ilustraciones entre planos y fotografías de inmuebles, ofrece la biografía de 52 profesionales tanto de Zamora, como el arquitecto Segundo Viloria o el maestro de obra, Eugenio Durán, junto a algunos que vivieron en la urbe, como García Sánchez-Blanco y Pérez Arribas o Ferriol. Asimismo, el historiador, que ya ha publicado textos sobre el Románico local, incluye un capítulo sobre el cementerio de San Atilano en el que aborda su gestación y evolución histórica.

El presidente del Instituto de Estudios Zamoranos «Florián de Ocampo», Pedro García, propone «la colocación en cada uno de los edificios de placas identificativas donde se señale el arquitecto que lo proyectó y del promotor que lo construyó» dado que la ciudad forma parte de la Ruta del Modernismo, honor que en España corresponde a Barcelona, Teruel y a Zamora. Por su parte el diputado provincial de Cultura, José Luis Bermúdez, destaca «la profundidad del estudio» y «la calidad del papel y la magnífica presentación de los volúmenes».

Los dos volúmenes de «Arquitectura y urbanismo en Zamora.1850-1950», editados en pasta dura, están ya a la venta a un precio de 50 euros.