Antonio José Martínez Rodríguez (1971) nació en la localidad de Beas de Segura (Jaén). Allí fue donde pasó su niñez. Toda su adolescencia la vivió en el Seminario y cuando finalizó sus estudios, a los 17 años, dio el salto a Madrid. Desde entonces no ha dejado de aprender el difícil arte de la buena imaginería que lleva a cabo en su taller de la madrileña calle Segovia. Y aunque ejerce la profesión desde hace sólo nueve años está considerado uno de los mejores artistas españoles. Este año ha realizado veinte figuras exclusivas para la Agrupación Belenista La Morana.

-¿Qué opinión le merece la iniciativa de La Morana de realizar este año un Belén Español?

-A nivel escultórico es un encargo que me ha gustado muchísimo. Este es el segundo belén que hago de figuras de vestir y me he dado cuenta de que no es lo mismo que la primera vez. Me gustaría destacar la soltura y la gracia de estas figuras.

-Para usted que está acostumbrado a realizar obras de tamaño natural, ¿supone una dificultad añadida el tamaño, más reducido, de las figuras del Belén?

-No. Ya estoy acostumbrado. Cuando empecé a modelar lo hice con figuras muy pequeñas que me encargaban particulares. A la hora de modelar da igual el tamaño, lo importante es que cada figura lleva la impronta del escultor. En este caso estoy muy satisfecho con el resultado de las veinte figuras que me encargó La Morana.

-Usted se declara imaginero y conocedor de la obra de otro imaginero, Ramón Alvarez. ¿Qué le parece la obra del zamorano?

-Creo firmemente que componía muy bien las escenas y que tenía una impronta muy lograda. Con un poco más de recursos y de tiempo hubiera logrado ser un gran imaginero. Y tengo la sensación de que en Zamora su obra se menosprecia ligeramente. Pero yo no he visto ninguna «Lanzada» tan bonita como la de Zamora.

-No creo que los zamoranos lo menosprecien. Más bien los de fuera.

-Pues por ahí pueden decir lo que quieran. A mi no me ha influido porque lo descubrí recientemente. Con motivo de las Edades del Hombre en Zamora, pero he visto su obra y me gusta mucho.

-Le han encargado varios proyectos para cofradías zamoranas. ¿Le gustaría tener un grupo en la Semana Santa de aquí?

-Oficialmente, sólo he realizado un proyecto en concreto para la Cofradía de Nuestra Madre de las Angustias, que finalmente no se realizó. Los demás no se han llegado a concretar. Pero claro que me gustaría poder tener algún día un grupo en Zamora. La Semana Santa de Zamora es muy seriota, muy sobria, muy castellana, como a mí me gusta. Realmente se merece la calificación de Interés Turístico Internacional por la Semana Santa, y no por la ciudad en sí. La de Zamora es una Semana Santa de nivel.

-¿Influye en su obra el hecho de que usted sea creyente?

-Claro que influye. Si no tuviera conciencia religiosa no se si me dedicaría a la imaginería.

-¿Cuál es la obra que le gustaría hacer?

-Me gustaría hacer un Cristo Crucificado. He realizado ya uno pequeño, pero me encantaría modelar uno a tamaño natural. Y también realizar un paso de Misterio: el Duelo de la Virgen con figuras que le acompañen. Algún día lo haré.

-¿Tiene muchos proyectos en marcha ahora mismo?

-Sí, hay varios encargos. Un «Cautivo» para una cofradía de Toledo, que participará en una procesión por el Casco Antiguo de la ciudad. Y pronto empezaré con un Crucifijo a tamaño natural para un pueblo de Ciudad Real. Y luego para particulares tengo también varios encargos. Un Niño Jesús, para Castellón?

-Vamos, que los imagineros no notan la crisis.

-No, la verdad es que aquí, por fortuna, no ha llegado la crisis aún.

-Por cierto, hablando de su profesión, ¿hay muchos imagineros en España?

-Cada vez hay más. Y, por desgracia, la calidad que ofrecen es peor. El problema fundamental es que esta profesión no se enseña en ningún sitio. Tenemos que aprender por nuestra cuenta, ser autodidactas. Y, claro, hasta que encuentras tu estilo y tu soltura, pues pasa un tiempo. Yo llevo nueve años. Pero sólo cinco con el taller. Yo nací en un pueblo de Jaén y estuve en el seminario hasta los 17 años. Después me vine a Madrid a buscarme la vida y el destino quiso que se cruzara en mi camino una persona que me convenció para que entrara en la Escuela de Artes y Oficios. Allí aprendí las técnicas del dorado y de la policromía.

-Y decidió hacerse imaginero.

-Sí. Decidí comenzar por santos pequeños. Luego bajé a Sevilla y seguí aprendiendo. Me costó un par de años comenzar a soltarme.

-Hoy en día si un profesional no está en Internet, no existe. ¿Es el caso de los imagineros también?

-Es cierto. Si no estás en Internet no existes, porque no pueden encontrarte, pero lo fundamental para que te encarguen obras es el «boca a boca». La obra tiene que gustar. Si consigues que llegue al público, a la gente, tendrás encargos.

-Regresando al Belén Español de La Morana, ¿no le parece que no es algo común, ahora que se llevan tanto los belenes napolitanos?

-Pues sí, ambientarlo en la España del siglo XVII me parece una idea buenísima. Cada figura es una obra peculiar. Es España siempre se ha realizado una policromía mucho mejor que en otros sitios y eso se nota. La idea de este Belén ha sido estupenda. Será algo único dentro del patrimonio español.

-¿Comparable al otro Belén que usted realizó?

-No, el otro Belén, que fue para la Parroquia de San Bartolomé de Jaén, no es comparable, ni en el estilo, ni anatómicamente a este que estoy realizando para Zamora.

-¿Satisfecho del resultado?

-Estoy muy contento, porque me he encontrado muy suelto haciéndolas. Confío en que los socios de La Morana sabrán colocarlo en un escenario que hará del conjunto una obra magnífica.