«Pero ¿dónde están los universitarios?». Ésta fue la pregunta más repetida durante la jornada de ayer ante el lento goteo de participantes que se hizo esperar hasta el último momento manteniendo la expectativa a sólo unos minutos antes de las campanadas, que sirvieron para despedir el año universitario. Alrededor de10.000 jóvenes (según los datos facilitados por el intendente) optaron por Zamora para celebrar el año 2010 anticipado, una afluencia similar a la registrada en la madrugada del Viernes Santo. Otros cálculos estiman en 5.000 los asistentes, ya que la capacidad de la Plaza Mayor ronda las 4.000 personas, a las que habría que añadir las que se congregaron en las inmediaciones.

El popular showman radiofónico Carlos Moreno, conocido como «El Pulpo», fue el encargado de caldear el ambiente durante los momentos previos a las campanadas con un espectáculo cómico y musical que comenzó cerca de las diez de la noche. Durante su actuación también se celebraron distintos sorteos así como la entrega de premios de la «ghymkana» universitaria celebrada por la tarde. Todo ello fue retransmitido a través de unas pantallas gigantes de cuatro por tres metros instaladas a ambos lados de la Plaza Mayor.

Al término del espectáculo, comenzó el episodio más anecdótico de la noche: los universitarios dejaron a un lado la vergüenza y pusieron sobre sus cabezas unos cuernos de reno con el objetivo de figurar en el prestigioso «Libro Guiness de los Récords». Una meta que no se logró alcanzar, a pesar del empeño puesto por los cerca de10.000 universitarios que bailaron al son del popular villancico «Chiquirritín», ya que la participación mínima requerida era de 15.000 personas.

A pesar de la decepción causada por la falta de logro de este objetivo, los jóvenes siguieron disfrutando del ambiente festivo hasta que el reloj de la Plaza Mayor marcó la medianoche. En ese momento un presentador salmantino guió a los asistentes para comer las gominolas que sustituyeron a las tradicionales uvas veinte días antes de la Nochevieja oficial. Tanto los dulces como los cuernos de reno fueron facilitados por el patrocinador Miguelañez de forma gratuita. Una a una, entre risas y bromas, los universitarios fueron dando buena cuenta de las golosinas procurando no atragantarse hasta completar la docena de rigor en sustitución de las tradicionales uvas del 31 de diciembre.

Tras el acto central de la Nochevieja Universitaria la fiesta continuó en los más de 40 bares de copas adscritos a la iniciativa, que contaban con permiso especial para prolongar sus horarios durante dos horas adicionales, de forma que los cafés y bares podían cerrar a las cuatro de la madrugada; las discotecas y salas de bailes, a las seis; y los bares especiales, a las cinco.

Las entradas y salidas a la Plaza Mayor se produjeron con relativa fluidez, con especial concentración de jóvenes tras las doce campanadas, momento en que los participantes abandonaron el lugar para desplazarse a los establecimientos hosteleros cercanos.

Al contrario del bajo nivel de afluencia alcanzado por la mañana y la tarde en los bares inscritos a la ruta gastronómica, los estudiantes fueron más participativos durante la noche, donde los locales nocturnos permanecieron abarrotados de gente muy por encima que cualquier jueves habitual.