«Tenía un sueño que siempre le rondó la cabeza pero que no se pudo realizar. Era una obra inmensa, un castellano con sombrero para cuya realización necesitaba el apoyo de ingenieros. Quería ponerla en Madrid. No recuerdo las medidas exactas, pero eran exageradas: entre las piernas pasaba una carretera y en el sombrero iba colocado un restaurante. Con esa obra ha estado casi cuarenta años, y ahí ha quedado». Así relata Andrés Figuero uno de los proyectos que Hipólito Pérez Calvo no pudo llevar a cabo. Andrés ha sido discípulo, de taller y facultad, de Hipólito, además de «amigo. No me dejaba llamarle de usted». Ricardo Flecha apunta que la obra podría tener más de sesenta metros y la idea surgió en el tardofranquismo. Otra de las obras inacabadas, aunque ésta sí podrá ver la luz, es la alegoría de la Constitución que Andrés guarda en un almacén y que está destinada para colocar frente a la iglesia de Santiago El Burgo. «Es un bloque compacto del que sale una mujer desnuda con la paloma de la libertad en una mano y una antorcha en la otra. Está encuadrada en un marco de acero, que representa el marco constitucional». Personalmente, Andrés considera la mejor obra de su maestro «un Cristo del monasterio de las Bernardas de Benavente».