- "La sangre de los crucificados". La acción se ambienta, parcialmente, en Zamora, a fines del siglo XVII. ¿Usted también se apunta a la moda del thriller histórico, con intriga y recreaciones?

- Sí, pero no sé si se trata de una moda. Yo creo que hay mucho thriller histórico, pero existe poca novela de intriga bien argumentada.

- El "doctor Zúñiga", protagonista de su novela, es el trasunto de algún personaje, de entonces o de ahora?

- Si el "doctor Zúñiga" tiene que parecerse a alguien, es a Félix González Modroño. Pero posee muchas cosas que no son mías. Es mejor persona que yo... Se trata de un hombre con muchas contradicciones. Quizás era un adelantado a su tiempo y un escéptico sobre la religión (en ala medida que era posible en aquel tiempo). Un ser muy complejo, con un complicado mundo interior.

- ¿Un tiempo corrupto o decadente?

- Decadente. No hay ni dinero para corromper. España languidece y se desmorona, el Imperio se desgaja, el país se halla en manos de un rey -Carlos II- débil física y psíquicamente. Una piltrafa humana. Su madre, la Reina Regente, no está preparada para gobernar. Existe hambre, los niños mueren muy pronto... Un país muy triste y sombrío.

- Final del Siglo de Oro. ¿Su obra quita luces a ese periodo, es -de alguna manera- revisionista?

- No. La gente de aquella época era muy supersticiosa y muy temerosa de Dios. "La sangre de los crucificados" se basa, fundamentalmente, en la intriga. Yo no he intentado ir más allá del contexto histórico. He procurado, sí, imaginarme en aquella época y trasladar las sensaciones y los propios olores de entonces.

- Ha llevado elementos actuales al tiempo aquel.

- Sí. Sobre todo, para tener la capacidad de sentirlos, con el fin de alcanzar ese punto de verosimilitud de la historia.

- ¿Cómo se imagina la ciudad de Zamora de 1682?

- Pequeñita... Acabo de llegar, y hay una tarde de niebla. Lo primero: he cogido la cámara y me he dado una vuelta por el casco antiguo para realizar unas fotos. No había nadie. Así, Fernando de Zúñiga puede aparecer en cualquier momento en alguna esquina. Esa zona constituye una delicia. Me imagino que eso no habrá cambiado tanto. Es una ciudad preciosa.

- En el misterio de "La sangre de los crucificados", ¿se engaña al lector...hasta el final?

- No. Quizá lo haga en otro momento. La historia no lo permitía. Además, no me gusta mucho eso de que el asesino parezca uno y después sea la abuela. Eso es, en cierta medida, engañar al lector.

- Sus orígenes familiares están en Villalpando. Pero nace en Vizcaya, estudia en Salamanca y vive en Sevilla. ¿Parará ahí?

- Supongo que no. En medio de eso, hay un montón de lugares. He tenido 25 casas. Si estoy mucho tiempo en un sitio, me gusta cambiar. Tal cosa me ha permitido enriquecerme en la idiosincrasia.

- Usted trabaja en el sector financiero. ¿Lo de la Bolsa se veía venir?

- Lo del IBEX 35 es una tragedia, lo de la Bolsa es una tomadura de pelo. Nadie sabe por qué sube, nadie sabe por qué baja. No hay analistas, sino analistos. Si se hubiera visto venir, la gente habría tomado posiciones. Yo comparo la Bolsa con la Lotería. Es cuestión de suerte. No se debe invertir sin saber dónde se mete.

- Es autor de un libro sobre fotografía ("Villalpando, paisajes y rincones"). ¿Es un hombre pegado a una cámara?

- Soy un romántico. Quizá el único que no se ha pasado a digital. Habitualmente, en blanco y negro y yo revelo los negativos, porque ya no quedan sitios para eso.

- Ha escrito una novela de misterio. ¿La política también tiene, a veces, misterio?

- Yo creo que la política es bastante simple.