Son tres libros -en géneros y estilos tan distintos- de escritura poderosa, alejada del marketing que todo lo vende y desvirtúa y de los fuegos de artificio que sólo deslumbran a los simples. Los tres zamoranos elegidos finalistas del Premio de la Crítica de Castilla y León -excelente cosecha literaria: constituyen un tercio de los seleccionados- aportan rigor, palabra miniada, experiencia y testimonio. "Calle Feria", de Tomás Sánchez Santiago, trasciende ese universo local y agiganta la fábula con la verdad que no está escrita. Juan Manuel de Prada transmite, en "El séptimo velo", los secretos que la memoria oculta para defenderse, resistir, salvarse. Porque la amnesia nos recluye en la isla de la no-identidad. "Fue", de Jesús Hilario Tundidor, mete el bisturí en una gran experiencia vital e intelectual, como herida que sana y, después, ilumina el pasado.

Sánchez Santiago obtuvo el Premio de Novela "Ciudad de Salamanca" el 19 de diciembre del año 2006, y la editorial Algaida publicó la obra en marzo del pasado año. Es una fábula que supera la anécdota y da testimonio, en un lenguaje vivo, de lo que no aparece en la historia canónica, en el relato de la corrección y la obediencia. Su polifonía -cuántas vidas humildes que no abdican de la dignidad- tiene muchas voces, muchos tonos. La realidad y la fantasía se entremezclan y se enriquecen, siguen caminos ya marcados y desbrozan sendas. "Calle Feria" cuenta cosas. Esto es: la letra pequeña de la historia. La más verdadera. Lo difícil no es crear macrocosmos -eso está al alcance de cualquiera-, sino recrear los mínimos espacios que caben en una mirada, aunque profunda. El antiguo comercio familiar donde se ve el pasado que se va, el grupo humano -tenderos, dependientes y viajantes..., una galería de ocupaciones y laboreos- que convive en una espontánea solidaridad, los personajes de carne y alma. Es una crónica que reivindica la antigua dignidad, Sin sentimentalidades. Con naturalidad, con conciencia de lo que "se es". La vida, que al final resulta una trama de azar, sueño y dolor. Y todo eso está contado con la brillantez que no mete ruido, con la ironía que no hiere, con la exactitud que sólo busca precisar sin corregir. Palabra viva sobre una calle con bocacalles. Unos cuantos metros, pero qué grande. La obra «no nació con el destino de novela, sino de relato, que yo creí que se acababa en sí mismo. Después, de una manera a extraña, fue creciendo para todas partes». Creció y creció el microcosmos. Y se asentó -el relato, el ensayo, la crítica...- la memoria y la época. Por eso hay personajes, pero no protagonistas.. Esa función corresponde a la calle, donde suceden muchas peripecias sin dar tres cuartos al pregonero.

"El séptimo velo", de Prada, obtuvo el Premio Biblioteca Breve 2007, que se falló el 29 de enero. También es, en otra línea, una novela épica. Y por distintas vías se indaga en la memoria y en la identidad, que a veces se cubre de heroísmos y falsedades, de falsos heroísmos. «Es mi obra más ambiciosa», apunta el novelista. Por la historia que narra, el tratamiento estilístico que recibe y el tiempo que refleja. La reflexión -tras la acción siempre se expone una visión del mundo- muestra grandezas y vilezas, pues unas y otras conviven en el mismo mundo. Los escenarios: Francia, España y Argentina. El secreto familiar: en un campo de batalla de la II Guerra Mundial. La alegoría sobre la memoria y el olvido: en varios planos temporales. El zamorano dedicó tres años a la escritura de "El séptimo...", precedidos de una ardua labor de documentación. «Los personajes son muy imaginarios. No están basados en los histórico, salvo en contadísimas cosas», señala. Cree que «hay dos formas de malversar la memoria: el olvido y el rencor. Ambas son peligrosas». Y aquélla «siempre está entreverada de falsedades, y hay que cribarlas».

La reflexión poética, con un lenguaje clásico y transgresor

"Fue". Es. Un gran poemario. Apareció el pasado mes. Los versos transforman «una experiencia vital coyuntural en un poemario trascendente en torno a constantes como la existencia y el amor, la muerte y la fugacidad del tiempo, la cultura y la creación poética», aspectos «habituales en la docena de libros anteriores» de Jesús Hilario Tundidor, se ha dicho. En sus dos partes, "El ojo de la lluvia" y "Cátedra de San Jorge", tan distintas, tan complementarias, brilla el verbo recio y vigoroso, la reflexión honda. El lenguaje: clásico y transgresor. A la vez. Lleno de ritmo y concentración, apasionado y descreído, deslumbrador y realista.

«Los primeros ensayos de "Cátedra..." fueron pensados o escritos en los meses de mayo y junio del año 2003, durante el tiempo que sometieron a radiaciones el carcinoma detectado en mi laringe», explica el autor. Y, en tal situación, de gran dureza física y psicológica, «activé los resortes de mi comunicación, ocurriéndoseme que lo mejor sería llevar aquella experiencia preocupante al mundo mágico de la creación poética», revela. Catarsis: lo emocional pasado por la reflexión. La experiencia vital y, tras ella, la creadora. "Fue", sí, es. Un grande de la lírica vuelve. Una suerte para el lector.