«Por aquellas cercanías, ningún pájaro quedó, porque todos acudieron, cuando Antonio les llamó». La pegadiza canción del Nuevo Mester de Juglaría sobre las andanzas de San Antonio Abad, patrón de los animales, sonaba insistentemente en la plaza de San Antolín, donde se agrupaban decenas de personas a la espera de la llegada de la procesión que había partido a las cuatro y media de la tarde de San Vicente y completaba el recorrido por el corazón del barrio de La Lana. El numeroso séquito (400 personas calculaba la Cofradía) que arropaba a la serena imagen del santo portador de libro y báculo y acompañado por un gracioso cerdito negro, se incorporó a la plaza terminado el recorrido, dispuesto a recibir la bendición de sus mascotas, la gran mayoría perros, pero también una variada representación de especies, desde el original hurón "Picu" que abrazaba cariñosamente Judit, de nueve años, hasta la tortuga comedora de calamares de Eduardo y Marina, de seis y ocho años, pasando por conejos, periquitos, gatos o hamster, entre otra fauna casera. La tarde, muy agradable a pesar del viento por momentos algo molesto, permitió participar a muchos niños, protagonistas de las escenas más entrañables, y también a adultos.

El párroco de San Vicente, José Alvarez, recordó que los animales son creación divina y «Dios es admirable en todas sus obras. Los animales comparten la vida de los hombres». Bendijo, primero, una correa: «Esta mañana, después de la misa, ha venido una señora para que le bendijera el collar de su perro, porque ayer lo envenenaron y ahora está en la clínica del veterinario». Después se adentró en el abigarrado maremagnum de ladridos y personas que copaban la plaza de San Antolín e hisopo en mano bendijo a diestro y siniestro.

La habitual poesía del vecino de Palacios y la subasta de productos, que recaudó 763 euros para las necesidades de la cofradía remataron una jornada festiva ciertamente agradable, en la que participaron como invitados los alumnos del colegio Nuestra Señora del Rocío. Se subastaron 32 lotes, entre ellos un cerdito, gallos vivos y un par de conejos. La misa matutina, con posterior imposición de medallas a los nuevos hermanos, resultó también muy concurrida. Por su parte, la Cofradía de San Antonio Abad de San Lázaro celebró también sus actos, fundamentalmente una comida de hermandad, misa y convite a pastas.