La instalación de unas vallas en el puente sobre el río Valderaduey, hace unos diez días, ha agravado aún más la situación que denuncia Villagodio desde hace al menos un año. El barrio carece de accesos peatonales al centro capitalino, lo que no impide a un buen número de vecinos trasladarse a diario a pie a realizar sus gestiones y compras, cruzando la Nacional 122 y caminando por los arcenes, pese a la prohibición de deambular por carreteras nacionales.

La colocación de las vallas ha aumentado ahora el riesgo de accidentes y atropellos, como alertan fuentes vecinales, al haberse obstaculizado el tránsito peatonal en la zona del puente. El pequeño arcén por el que circulaban los viandantes, con el consiguiente peligro en una carretera por la que pasan muchos camiones, ha «desaparecido». Y no hay otro sitio por el que ir a pie entre Villagodio y el centro. Aún así, hay quienes no deben tener más remedio que atreverse a andar por la misma vía nacional cada vez que quieren ir al centro. Son, sobre todo, personas jubiladas sin carné de conducir que suelen acudir con el carrito a comprar en el centro comercial de Vista Alegre, o que tienen que ir al médico a horas que no coinciden con las rutas del autobús urbano. O que simplemente quieren pasear y realizar la llamada "ruta del colesterol", en La Aldehuela.

Molestos, los vecinos se muestran dispuestos a adoptar medidas de presión para reivindicar lo que llevan reclamando sin éxito desde hace tiempo: una pasarela peatonal. De momento, la Asociación de Vecinos El Pilar, que preside Tomás Vega, tiene previsto solicitar hoy una reunión con la subdelegada del Gobierno, Josefa Chicote, para reclamar soluciones, aunque no será la primera vez que lo hagan. «Hace tiempo hablamos con Carlos Hernández cuando era subdelegado del Gobierno, pero ni se enteró de lo que pedíamos», comenta Vega, partidario de «agotar otras posibilidades» antes de emprender movilizaciones vecinales.

También el Ayuntamiento de Zamora «conoce el problema», sin que se hayan dado soluciones. «Ya no sabemos a quien acudir y por eso nos planteamos tomar medidas de presión, antes de que ocurra alguna desgracia», anticipa Feliciano Fuertes, secretario de la agrupación vecinal. «Se me ponen los pelos de punta», se expresa Fuertes, al imaginarse el trasiego de viandantes por la carretera. «Yo no dejo a mi madre cruzar por allí, hay mucho tráfico».

En el barrio no encuentran explicaciones a la última instalación de vallas, entre las biondas y la barandilla del puente de Villagodio. Los vecinos no pueden evitar sentirse impotentes. Sus reclamaciones no sólo no se han visto satisfechas, sino que la situación que denuncian se ha agravado. «Nos quejamos por la falta de un acceso peatonal y nos ponen las biondas, nos volvemos a quejar, y nos ponen más». Sin olvidar que se «juegan el tipo» cada vez que salen de casa para dirigirse al centro por su propio pie.