- ¿Qué lecciones prácticas de protocolo se pueden aplicar a la vida diaria?

- Sobre todo las relacionadas con las reglas de urbanidad y de aplicación social normal en la vida de las personas, que son aspectos que estamos perdiendo en la actualidad. Me refiero a esas costumbres que existían antes, que vamos perdiendo y que son protocolo. Protocolo no es una palabra alejada de las personas o que se limita a los comentarios de los tertulianos del corazón o a cuando se habla de la Casa Real porque protocolo es todo en la vida y se refiere al propio comportamiento diario de las personas con sus semejantes.

- ¿Puede poner algún ejemplo concreto?

- Que todos somos anfitriones, en relación con el arte de invitar e independientemente de amigos o familia porque todos invitamos a alguien en alguna ocasión a nuestra casa. En ese sentido, la manera en la que nos comportamos con esos invitados, tiene que ver con el protocolo social y familiar porque en definitiva todos acompañamos a la puerta de casa a un amigo o un familiar como si fuera un embajador que despedimos en un edificio público.

- El concepto de protocolo, ¿ha experimentado una evolución o conserva sus raíces iniciales?

- Digamos que como toda la sociedad, el protocolo lo que ha hecho es llegar a todos los estratos que no lo conocían, se ha universalizado para que todas las asociaciones, colectivos, fundaciones, entidades o personas cuenten o deban contar con profesionales del protocolo, independientemente del nivel de asociados o de agenda. En nuestra vida diaria todo es protocolo y no se limita a un grupo concreto de la aristocracia española ni de una institución.

- ¿Se puede decir que existe un protocolo propio del siglo XXI?

- Sí, totalmente evolucionado. El protocolo del siglo XXI es más informal, más flexible, hace más fáciles las cosas a las personas, que es para lo que está y para facilitar no sólo el ordenamiento normal, sino a aquellas personas invitadas a un acto facilitarles al máximo su asistencia mediante la forma en que les atendemos en ese acto.

- Como jefe de protocolo de las Cortes facilita esa asistencia a los procuradores, ¿cómo califica su comportamiento protocolario?

- Respetan totalmente el protocolo. Para lo que está el servicio de protocolo, por encima de una jefatura, es para ser un servicio que les facilite las cosas. En esta séptima legislatura hay muchos novatos respecto a la carrera parlamentaria autonómica, aunque hayan tenido otras responsabilidades anteriores. Lo que se intenta es facilitar todo tipo de protocolos para lo que puedan necesitar y la verdad es que se portan bastante bien.

- ¿Se pierde esas normas de comportamiento en ciertos enfrentamientos protagonizados por los procuradores?

- Es que una cosa es el protocolo en el parlamento y otra cosa distinta es el protocolo parlamentario. Las maneras y los modos parlamentarios son propios de los parlamentarios. Es cierto que en otros tiempos, no sólo en la cámara autonómica, sino incluso en las Cortes Generales y parlamentos de toda Europa había usos, formas o discursos de mucha más enjundia de los que hay ahora. Quizás también porque se tiende a simplificar, a hacer más llanas las cosas o a explicar mejor los problemas y necesidades de la gente, pero eso no es una pérdida de protocolo parlamentario.

- Como especialista, ¿cómo analiza el protocolo que está desarrollando la Casa Real en la visita de los Reyes a Ceuta y Melilla?

- No soy quien para valorar el protocolo de la Casa Real, que es la institución clave y primera en el protocolo nacional, pero yo creo que todo lo que es el acercamiento de sus majestades a todos los territorios del conjunto español es magnífico. Esas visitas cuestan muchísimo prepararlas y esa con el componente diplomático que ha conllevado con más razón. Pero todas las cuestiones al margen de diplomacia y protocolo son política llana y pura, que es cuestión de los políticos.

- Con 21 años se convirtió en el jefe de protocolo más joven de las Cortes de Castilla y León, ¿qué otras metas de futuro se plantea?

- He empezado jugando en el Real Madrid con 21 años y ahora tengo un problema porque es muy difícil subir de categoría. Entonces lo importante es mantenerse y eso cuesta mucho porque todo cansa y esta es una profesión muy exigente, muy agobiante, en la que hay que soportar muchas presiones, en la que los éxitos que se trabajan son para las personas para las que trabajas y no para ti. Yo valoro que mi continuidad al frente de ese servicio del gabinete de presidencia de las Cortes es un respaldo y una confianza en mi labor, que es muy humilde, muy sencilla. En Zamora se extrapola más de lo que debería porque nos falta gente en la primera línea y los que estamos en segunda línea tenemos que vender mucho Zamora y eso es lo que yo hago como relaciones públicas del parlamento regional.

- ¿Alguno de sus próximos proyectos de futuro pasan por Zamora?

- Siempre pasan por Zamora y concretamente quizás más por Benavente, donde tengo ahora trasladada toda mi familia y ahora mantengo un contacto más directo con la provincia y con mi tierra porque mi familia en Benavente ha aumentado. Estoy más en contacto con los problemas de Zamora y leo todos los días el periódico.

«Hay que ser feliz por encima del trabajo»

- Su afición por la Semana Santa es conocida y fue una de las herencias de su padre, ¿qué otras aficiones le ha transmitido?

- Simplemente amar a la tierra a la que perteneces y lo digo en el amplio sentido de la palabra porque abarca no sólo a Zamora, sino también a Castilla y León. Lo importante es intentar comprenderla y desde el sitio donde estés ayudar a solucionar los problemas de la gente. Respecto a otras aficiones que me ha transmitido una de ellas es escribir. Es algo que practico poco por falta de tiempo pero realmente me encanta.

-¿Las comparaciones con su padre son inevitables?

- Compartimos el mismo mundo profesional, él desde la otra barrera y yo desde el medio de las dos barreras, entre los medios de comunicación y los políticos. Yo comparto el mundo que vivía mi padre día a día y es durísimo, pero la vida está para ser fuerte. Yo estoy muy contento de cómo se están desarrollando los acontecimientos en mi vida profesional, pero hay que evolucionar y un mensaje para todos los profesionales de todos los ámbitos es que hay que ser feliz y si eso implica dejar tu profesión hay que dejarla, aunque sea para ir a comer patatas a tu casa.