Figuración de tonos cálidos. «Calientes». Una pintura que, en algunas de sus obras, trae el recuerdo de aquella Escuela valenciana. María Esperanza del Amo presenta una treintena de cuadros en el claustro del Colegio Universitario. Son paisajes, marinas, interiores, bodegones, estampas urbanas donde reluce la monumentalidad soleada, catedrales y recogidas estancias monacales, duras labores de vendimia y típicos hórreos gallegos, jóvenes llenas de vida y júbilo... En esa galería de pinturas, tres evocan la ciudad de Arias y Urraca: el puente medieval, la "calle de Sotelo" y lo que Del Amo titula "Reflejos de Zamora": esa mirada de la urbe desde el otro lado, extrapontem, con el río, las Aceñas, el barrio de Olivares, la Seo y el Palacio Episcopal.

«Yo creo que, en mi pintura, lo que se ve, porque está a la vista, es lo que se entiende. A la perfección», explica María Esperanza del Amo, quien mostró su producción en 1992, en la sala de la Caja Postal, con buenas ventas. «Como es realista, y con colores calientes, llama la atención al espectador». La salmantina, radicada en la capital vallisoletana, dispone de una larga trayectoria, con quince exposiciones individuales y muchas más colectivas. «Yo respeto todas las expresiones artísticas», aunque ella, formada en el realismo que no precisa de interpretaciones y otras averiguaciones, no comparta abstracciones y vanguardias.

El proceso de trabajo de María Esperanza del Amo se inicia así: «manchando con colores oscuros y, a medida que voy dando tonos, así encuentro la luz». Ese es su sistema. Esa es su técnica. Sí: utiliza colores primarios, que traen la luminosidad del Levante. Y el proceso no se demora en el tiempo. «Yo doy por acabada una obra, aunque nunca se da totalmente por concluida, y comienzo otra». No se entretiene en excesivos "perfeccionismos", porque es algo que, habitualmente, quita frescura al trabajo creador. Lo suyo es, así lo califica, «un trabajo prusiano: de todos los días. Soy machacona». No sabe qué cosa es el desánimo, cualquiera que sea el resultado económico. Unas veces, mejor; otras... «La palabra también es, en algunos casos, muy estimulante». O gratificante.

La crítica suele apuntar cosas muy variadas, con diverso acierto, sobre las creaciones artísticas. Si observa las piezas de María Esperanza del Amo, dice que «sabe captar la música difícil del silencio», que debe ser la que sólo se escucha en lo más interior. O son «unos cuadros que nos ofrecen una sensación de paz y reposo», se lee en otro momento.

O, también, presenta «un mundo sin agitación, en el que el tiempo se ha detenido», como sin avanzar fuese perder. La salmantina, que no abandona el antiguo claustro trinitario -mira atenta y lee-, comparte todo eso, escrito sobre su trabajo pictórico. Y,

entonces, calla.