— ¿Cómo va la gira de “Desconcierto” ?

— Cuando uno se encuentra con una comedia del éxito de “Desconcierto”, la gira va bien. Es una obra que la llevamos representando dos años. Hemos estado once meses en Madrid, seis en Barcelona, luego en Santander, Oviedo, Valencia. Puedo asegurar que es la comedia más importante que ha caído en mis manos en los últimos diez años. Es inteligente en el diálogo por parte del autor, con unas sorpresas hacia el espectador cada diez minutos. Son de esas comedias que ya no se escriben, donde el glamour, la estética, la elegancia prevalece sobre el escenario. Son personajes de gran éxito en su vida personal, en este caso, un director de orquesta mundialmente conocido que acostumbrado al éxito se niega a envejecer. Para él lo importante es la música y las mujeres. El no estar enamorado durante una semana o una noche no lo soportaría. Es un personaje que vive a tope con quien el público se reconoce.

— Es su cuarto trabajo con Santiago Moncada, ¿ventaja o inconveniente?

— Es una gran ventaja. Las otras comedias, “Esmoquin I” y “Esmoquin II” han sido un éxito y han durado dos años y medio cada una. De ese modo, él conoce mi forma de interpretar y yo su forma de construir las comedias. Por lo que es una gran ventaja.

— ¿Qué tal el trabajo con dos mujeres como Amparo Climet y Eva Serrano?

— Amparo Climet ha estado conmigo cinco años y es un deleite trabajar con ella porque es una estrella con una belleza extraordinaria. Y luego, Eva Serrano también ha trabajado conmigo y es increíble. Ver a las dos encima del escenario es un auténtico deleite.

— ¿Encarna otra vez el papel de galán?

— El galán no es, ni más ni menos, que un primer actor con un físico atractivo. Pero mis personajes siempre han sido perdedores, toda la vida, envidiables para interpretar por cualquier actor, siempre el fracaso ronda un poco con ellos. Son personajes que hacen felices a los demás, menos a ellos mismos. Siempre me ha gustado interpretar a estos personajes en comedia, ya que es el género más difícil que existe pues requiere una dotes que no se piden en el drama. Para un actor interpretar un drama es la cosa más sencilla, mientras que escenificar una comedia es harina de otro costal. Para la comedia se requiere saber caminar, sentarse, tomar una copa, fumar, en un escenario es todo distinto, y se necesita un glamour que, indiscutiblemente, hay que tener.

— Y fuera de los escenarios, ¿Arturo Fernández es el Arturo Valdés que vimos en la televisión?

— A mí me gustaría ser como mis personajes porque son felicísimos, de una inconsciencia terrible. Pero no. Me ha costado muchísimo ser lo mucho o lo poco que soy. Me he basado en una profesionalidad fuera de todo límite. Llevo con mi propia compañía 45 años y puedo decir que jamás he solicitado una subvención. Creo que en el arte no necesita subvención, porque como te den dinero te echas un poco a la “bartola” y ya tu ingenio no funciona.

— ¿Había venido alguna vez más a Zamora?

— Sí, fui hace años, aún funcionaba el Ramos Carrión. Para mí es muy emotivo volver a Zamora y reencontrarme con un público hospitalario, amable y, sobre todo, entendido en teatro como toda Castilla y León. Me apetece mucho ir a Zamora y espero que a partir de ahora sea una continuación. Y les aseguro que “Desconcierto” es la mejor comedia que va a pasar por Zamora.

— Parece que su amor al mundo de la representación es infinito.

— Esta profesión es como una gran amante, que no te permite amar a nadie más que a ella. Es un trabajo que lo amas, porque sino no lo soportaría. Yo arriba de un escenario soy un hombre muy feliz, no me ocurre lo mismo en la televisión a pesar de hacer series de éxito como “Truhanes”, con Paco Rabal, o “La casa de los líos”. Y luego, he hecho más de sesenta películas como protagonista. Pero donde verdaderamente me siento feliz y realizado es arriba de un escenario. Soy un actor netamente de teatro.

— Sin embargo, usted comenzó como boxeador.

— Eso es remontarse a la época donde cada uno tenía que tirar por un lado. Habíamos pasado por la Guerra Civil y la posguerra, y luego una Guerra Mundial y su posguerra. A mi generación le cayeron todos los palos habidos y por haber. Fui boxeador durante dos años y medio, cuando tenía 15 años. Incluso tuve que falsificar el carné porque hasta los 17 no te dejaban. Hasta que el destino me dijo “ven acá que tú tienes que ser actor”. Si me dicen que yo iba a ser actor no me lo creería porque en mi familia nadie sabe un verso, aunque ¡ni yo ahora sé un verso! Por lo tanto, es el destino.

— En “Desconcierto” se atreve a cantar al piano vario boleros ¿Se presentará a Operación Triunfo?

— (Ríe) Ya me pilla un poco joven, si no barrería (bromea). Canto dos boleros al piano para seducir a una chica joven, que es el planteamiento de la obra. Pero yo pienso que Antonio Machín y Frank Sinatra me mira desde el cielo y dirán “vamos a perdonarlo”.

— ¿Hacia dónde va el teatro?

— No lo sé, porque los gustos cambian. Pero creo que las cosas bien hechas siempre son bien acogidas. Las grandes cabeceras de cartel de hace 20 años ya no existen. Los autores de por aquel entonces ya han desaparecido ¿Dónde está un Mihura, un Ruiz Iriarte...? La televisión los ha convertido en guionistas.

El público del Principal premia la elegancia en el escenario

Cuando Arturo Fernández estrenó, hace dos años, en el teatro Infanta Isabel la obra “Desconcierto”, afirmó ser «cada vez más exigente al elegir sus funciones» y la decisión de dedicarse a alta comedia, «un género prácticamente en desuso debido, principalmente, a la dificultad de interpretarlo y que requiere estética, glamour y elegancia», la materializa en este “Desconcierto” que anoche hizo las delicias de los espectadores que acudieron al Teatro Principal de Zamora. En la obra volvemos a ver al Arturo Fernández de siempre, un creador de su propio personaje, el galán indiscutible que sigue luciendo con elegancia y gallardía, su inconfundible esmoquin. Sus incondicionales zamoranos le premiaron ayer como es debido. Junto a él demostraron sus variados registros las actrices Amparo Climent y Eva Serrano. “Desconcierto” es un regreso al mejor teatro de la comedia clásica que sale airoso de esa lucha que mantiene en la cartelera frente a las comedias musicales que pueblan las principales salas de las ciudades. Una moda que, por ahora, se muestra ajena a la capital zamorana, que se sigue quedando con lo tradicional.