Ilusiones ópticas, globos que se hacen coronas, billetes de 20 euros que tragan cigarros, cartas y monedas que aparecen y desaparecen sin explicación... Zamora se convirtió ayer en la capital mundial de la magia, debido al inicio de las XIV Jornadas Internacional de Magia, que se prolongarán hasta el próximo domingo.

Los actos organizados por el Equipo Ya Lipu y producidos por Ideas Proactivas quieren que todos los zamoranos disfruten de la magia. Por ello, en la mañana de ayer, la Residencia Reina de los Ángeles tuvo el honor de inaugurar las jornadas con una actuación dedicada a los más mayores. Otros de los lugares principales a lo largo de estos días serán los hospitales de la ciudad. Así, el francés Jean Philippe Atchoum provocó que los niños y niñas del Virgen de la Concha esbozaran una sonrisa y olvidaran sus males durante casi una hora. El humor, la magia y la globoflexia abarrotaron la sala del Servicio de Pediatría.

«Os voy a presentar a mi abuelo», dijo el mago mientras hinchaba un globo, que minutos más tarde, tras unos arreglos se convirtió en una figura humana. Los más pequeños, pero también sus padres y familiares, así como

las enfermeras que asistieron al evento, quedaron anonadados con las pericias del francés. «Ahora necesito a una reina y un caballero», dijo Atchoum. Franco y Nuria encarnaron los papeles y se dejaron manejar por las instrucciones del artista, que a través de los globos y de la imaginación relató una bonita historia, que tuvo, cómo no, un final feliz.

Mientras Atchoum divertía a los niños en el hospital, el argentino Carlos Adriano sorprendía a todos los paseantes de la plaza de Castilla y León. Y es que, los trucos y artimañas del mago causaron tanta sensación y risas como su vestimenta, en la que el mago no sacaba un conejo de la chistera, sino que el propio Carlos Adriano salía del sombrero del gigante conejo Harvey.

Y de una plaza a otra. La Marina fue el último escenario de la magia de calle de ayer. Sobre las siete de la tarde numerosas personas paseaban por la céntrica plaza buscando al mago. «¿Dónde va a ser lo de la magia?», preguntaba una señora. La impaciencia era clara hasta que un hombre con sombrero y chaleco apareció por el lugar. «Corre a coger primera fila», dijo un joven. En cuestión de segundos, unas decenas de personas organizaron un círculo que sirvió de improvisado escenario para que el australiano Nick Nicholas, uno de los mejores magos de calle del mundo, asombrara con sus argucias a los presentes y demostrara que la barrera del idioma no es importante a la hora de hacer desaparecer un cigarro dentro de un billete de 20 euros, o para sacar pelotas de tenis de sombreros o tazas de café.

La guinda del día fue la gala infantil "La sonrisa de un niño", cuyos beneficios fueron destinados a UNICEF. La sala de Caja Duero se quedó pequeña para un evento destinado a los más pequeños y que ya horas antes colgaba el cartel de "no hay billetes".