Zamora dispone de una importante iconografía de "santos sanadores". Lo dijo ayer José Navarro, historiador, en La Alhóndiga, en el transcurso de su conferencia, centrada en el análisis de ese asunto artístico-médico, que se incluía en las actividades del Mes de la Salud, organizado por la Fundación Caja Rural. «La medicina es una ciencia con una eficacia demasiado moderna», explicó el experto. Ante eso, «la gente acudía a lo trascendente, a lo extraordinario, para remediar sus problemas y sus carencias». Y el pueblo comenzaba «mirando a la Virgen», que «estaba por encima del resto de los santos».

El profesor Navarro Talegón, con el apoyo de diapositivas, explicó que los creyentes apelaban a la Virgen en los embarazos y en los partos. Y la provincia zamorana cuenta con una «serie de esculturas sobresalientes» de la Concepción o de la Anunciación. Se datan en un periodo histórico «fecundo para el arte»: la época de Sancho IV y de María de Molina. «Vinculadas a las producciones de ese monarca y de esa reina están las representaciones de la Anunciación de la Colegiata de Toro, de Benavente y de La Hiniesta». La primera y la última conservan sus policromías originales.

En un interesante recorrido por esa iconografía, el experto enunció otras relevantes obras, como la Virgen de Belén (es de Sebastián Ducete y se guarda en la Catedral). Imagen sugerente de la protección global, tanto de los males corporales como de los espirituales, es la Virgen del Socorro, con una pieza «sorprendente de Antonio Tomé», que se guarda en Sancti Spiritus de Toro. Y entre los bienaventurados sanadores se hallan Santa Agueda (representada por Martín de Carbajal en el retablo de Belver de los Montes, en las pinturas toresanas atribuidas a Teresa Díez, en una pieza hispano-flamenca de Fuentelapeña...), San Sebastián (hay uno de Gil de Ronza en San Vicente, otros en la colección de Caja España), San Roque (renacentista, en las monjas Sofías de Toro, y en Bermillo), Santa Lucía, San Blas, Santa Polonia, San Félix, San Lorenzo, Santa Bárbara, San Cristóbal, San Tirso... Y, con eso, las advocaciones locales. Puso como ejemplo el Cristo de las Batallas, de Toro. «Es polifacético. Tienes exvotos de curar el sarampión, la difteria, la rabia, de evitar los accidentes, de salvar de los peligros de guerra, de hallar a los niños perdidos». También se refirió a Cazurra y el santuario de La Peregrina, de Donado. Todavía algunos continúan colocando, en esos lugares, fotografías y objetos... Todos eran santos y todos eran benefactores.Y muchas de esas imágenes son obra de notables artistas.