Autocrítica, sí, de los informadores -quienes, además, «deben pensar en la calle, captar su interés», se dijo-, que fue hecha a conciencia. Y los docentes asumieron su responsabilidad, pues el periódico debe estar más en las aulas, y demandaron la cooperación de la prensa en la formación del alumnado. Todos ganarían. En superior preparación académica y en lectores y oyentes más críticos.

Si los modelos lingüísticos de nuestra sociedad no son los grandes autores, sino la prensa, la radio y la televisión, como afirmaba Fernando Lázaro Carreter, el de los dardos afilados, «deberemos convenir que quienes trabajamos en los medios tenemos ante nosotros el compromiso de la salvaguardia del buen uso del idioma», apuntó Francisco García, director de La Opinión-El Correo de Zamora. Y, sobre todo, «debemos reconocer que con frecuencia la maltratamos», añadió. Citó a varios lingüistas -Carreter, Alvar, Alarcos- que han advertido, con frecuencia, del «mal uso que los periodistas hacemos del idioma». Las acusaciones no son escasas: desviaciones ortográficas, errores morfosintácticos o carencias léxicas. Y los extranjerismos, que encuentran buena cancha en el periodismo deportivo. Y las malas traducciones del inglés, los erróneos sinónimos, las confusiones en la asignación de propiedades a algunos vocablos, los latiguillos, los lugares comunes y las redundancias.

García Alonso cree que son evidentes «las carencias y malos usos lingüísticos de la lengua periodística, usos y errores que conllevan un paulatino deterioro y empobrecimiento del idioma». El diagnóstico, antes esas impropiedades, es éste: «La situación es grave». Por partida doble: «porque afecta seriamente a la "salud" de la lengua» y por «el desprestigio que supone para los periodistas y los medios de comunicación».

Luis Miguel de Dios destacó que la escritura, con prisas o sin ellas, «es un reflejo de la sociedad». Y ésta es «cada vez menos exigente. Pero no hay que abrirse las venas». El director de RNE en Castilla y León ofreció cinco «razones» de las causas de que «se hable y se escriba mal». Entre ellas, la deficiente formación y la «falta de humildad». Carlos Pedrero, jefe de Programación de la SER, también incidió «en el problema de la formación académica, que últimamente es deplorable», y resaltó los "posicionamientos ideológicos", las servidumbres profesionales y «la precariedad laboral». Luis Carlos García, director de la Cope en Zamora, fue directo y pedagógico: «Hay una responsabilidad del uso social de la lengua». Pero también existe «un bajo nivel educativo de la sociedad». Abogó por «una construcción sólida, pero accesible al oyente», dado que la radio «sirve a la pedagogía civil». Mar Domínguez, delegada de El Norte de Castilla, explicó que «muchos sectores nos pueden sacar los colores». No obstante, criticó el lenguaje de los políticos y el jurídico. Y, después, Horacio Calles, coordinador del seminario y asesor de Lengua del CFPIE, dio paso al coloquio, como había presentado, en el inicio, los objetivos del encuentro. Algunos preguntaron. Querían saber. O, tal vez, poner a prueba a los ponentes. De todo hubo.