- ¿Qué diferencia hay entre el cine, el vídeo y el arte?

- Intento pensar que entre el cine, el vídeo y el arte en general no hay mucha frontera y entonces pensamos en las cuestiones de la imagen, en las más básicas: cuál es la relación del ojo con la imagen, qué es aquello que nos invita a mirar, qué ocurre en los actos de la imagen, qué estamos haciendo cuando miramos, o cuando grabamos una imagen, o cuando la pasamos ante los demás... Intentando llegar a la cuestión de la ética de la mirada. Porque me parece que esa es un poco la cuestión clave, no sólo en el arte contemporáneo sino en la vida real.

- ¿A qué se refiere con la ética de la mirada?

- Al hecho de que mirar no es una cosa anodina, y capturar una imagen tampoco. Uno debe de ser responsable pero no porque haya que obedecer a un código, sino porque uno debe saber qué está haciendo cuando produce una imagen, o qué cosas se juega en ella, o más allá de lo que aparentemente se dice o se deja de decir, se trata más bien del deseo.

- ¿Está hablando desde la perspectiva de la información o desde la del arte?

- Yo soy artista y hablo desde ahí, pero creo que cuando hablamos de arte no hacemos más que acotar con esta palabra una cosa que es más general, que es el comunicarse a través de imágenes. Lo que se puede decir del arte se puede decir de la información y se debería decir.

- Hasta hace unos años era algo impensable ver exposiciones dedicadas únicamente a montajes de vídeo. ¿Hacia dónde se dirigen las nuevas tendencias?

- Desde hace años se ha normalizado la presencia del audiovisual. El "videoarte" es un modo de expresión que tiene una tradición muy larga. Con vídeo se está trabajando desde que hay videos disponibles, es decir, desde hace unos treinta años. Lo que sí es verdad es que en España costó que entrara esta forma de expresión artística. Y una vez que entró, costó más que las instituciones las aceptaran. Yo, por ejemplo, comencé a trabajar a principios de los años ochenta y aunque diez años antes había habido artistas españoles que se habían puesto a trabajar con estos medios sin continuidad dentro de la península, no había disponibles medios técnicos para que nos dedicáramos a trabajar con ellos. Pero tienen que pasar diez años hasta que las instituciones, las galerías, los museos acepten el medio como una forma común. Y en ese sentido en Arco se ha visto que en los últimos años funcionan, dentro del mercado, como objetos normales de arte las producciones audiovisuales.

- ¿Cuál es el futuro de la imagen?

- Creo que nada se estanca, que todo depende del trabajo que se haga. Antes había pocos ordenadores y por lo tanto había pocos artistas que podían trabajar con ordenadores. Las primeras experiencias con ordenadores en España se hacen en el Centro de Cálculo de la Complutense y es una experiencia extraordinaria. Son muy pocos los que consiguen hacer piezas con ordenador. Ahora prácticamente todos tenemos ordenador. A medida que los medios técnicos se ponen a disposición de todos también se ponen a disposición de los artistas. En ese sentido, va a ir habiendo nuevos medios.

- Por ejemplo, ¿los móviles?

- Por ejemplo, hay gente que trabaja con teléfonos móviles. Esto hace unos años era impensable, porque no había teléfonos móviles. La cuestión de la actualidad del arte no tiene que ver con las máquinas, porque cada época tiene las suyas, tiene que ver con las actitudes. Y en ese sentido el problema de los artistas no es generar actitudes nuevas, si no en tener actitudes que estén acordes con los sucesos que tenemos delante. La novedad siempre está en la frescura o en la oportunidad de esa relación mucho más que en el hecho de utilizar unos materiales u otros.

- ¿Qué relación tiene su obra con la realidad que le rodea?

- Es una pregunta muy complicada para responderla de sopetón. Yo intento responder a la realidad también. Pero creo que la realidad más inminente para cada uno de nosotros es la realidad de lo subjetivo. Para el arte es my natural afrontar estas cosas porque el arte siempre ha hecho hincapié en la percepción y la percepción llama a través de los sentidos a la cuestión de la experiencia estética. Entonces, yo me ocupo mucho de eso, pero en una dimensión que no se queda en sí misma. Me preocupa mucho la ética de la mirada. Lo que pasa es que no me dedico tanto al discurso político por ejemplo con una enunciación directa, aunque en algún momento he tenido obras que incidían mucho en problemas sociales de una manera mucho más clara, como el Sida. Pero el tema del arte al final son todos los temas de la vida. No hay tanta diferencia entre una cosa y la otra. Y cada uno, en cada momento habla de aquello de lo que cree que es necesario hablar. Yo por lo menos, intento no dormirme y además, procuro que el trabajo tenga esta relación de necesidad con las cosas. Eso no es garantía de nada porque siempre me puedo equivocar.

- Acaba de estar en contacto con los alumnos de Imagen de La Vaguada, ¿le parece que vienen con ganas?

- Cuando uno está en contacto con gente joven siempre están unas cuantas tentaciones flotando. Una es la de la melancolía. Decir: qué bien, qué envidia, qué vivos están. También está la tentación de decir que en mi época éramos mejores, pero la verdad es que esta tentación a mí me afecta poco. La gente que hay aquí ahora es exactamente igual a la gente que había en mi clase cuando yo estaba estudiando. Hay unos que están más inquietos y otros que están menos, pero es gente muy dispuesta a enfrentarse a la imagen.

- La Vaguada organiza este año la sexta edición de Subimagen. ¿Qué le parece este tipo de iniciativas?

- Me parece muy bien sobre todo porque se relaciona con un centro de Enseñanza Media. Este tipo de actividades parece que es difícil vincularlas a un centro como éste. Me imagino que para los alumnos que están aquí trabajando con la imagen el hecho de que haya un festival, de que se puedan ver cosas de fuera, que puedan exponer su propia obra, tienen que tener un gran estímulo.