Nueve personas han sufrido intoxicaciones en la provincia en lo que va de año a consecuencia de los efectos del monóxido de carbono, un gas incoloro e insaboro cuyas propiedades impiden reconocerlo. Con esta cifra y, según los datos facilitados por el servicio de urgencias del 112, Zamora se sitúa a la cabeza de toda Castilla y León junto a Burgos y Valladolid en el número de casos registrados desde enero -el cuarto y último de ellos, el pasado sábado-.

Las consecuencias que estos sucesos han provocado en los zamoranos afectados no han ido más allá de los cuadros de intoxicación habituales, caracterizados por dolor de cabeza, mareos, debilidad y náuseas, así como dolor de pecho y sensación de confusión. No obstante, las personas que duermen pueden morir antes de llegar a sentir estos síntomas, tal y como ocurrió en la noche del pasado 9 de septiembre en Benavente, cuando tres jóvenes fallecían en un merendero privado de las huertas de La Pradera. «Por algo se denomina comúnmente "la muerte dulce"», apunta el jefe del parque de bomberos de la capital, Lucas Carracedo. Y es que «cuando una persona respira monóxido ni se entera, le entra la modorrera hasta que se duerme», explica.

Los braseros y las calderas deficientes han sido en Zamora el origen de tales sucesos. Carracedo hace hincapié en su revisión periódica y «la no utilización de los braseros de cisco» como medidas claves para prevenir una intoxicación. En cuanto a este último aspecto -los braseros- el jefe de los bomberos de la capital advierte que «sobre todo la gente mayor requiere más concienciación», aprecia. Aunque asegura que «son los hogares de los pueblos y barrios los más proclives al uso de braseros, hemos visto casos de gente encendiéndolos en terrazas de las calles más céntricas de la capital, aunque parezca increíble», cuenta a modo de anécdota.

A pesar de que «no es habitual que el ciudadano de a pie tenga medidores de monóxido como los que utilizamos nosotros, existen aparatos portátiles adaptados al uso individual», señala. No obstante, el jefe del parque zamorano puntualiza que «en los garajes sí es obligatoria su instalación, de manera que cuando el gas llega a un nivel determinado de emanación los ventiladores saltan», comenta.

Similar imprudencia se comete con «la costumbre de algunas personas de tapar las aberturas que hay en las cocinas», indica en referencia a las ventilaciones particulares. «Esos canales tienen que estar libres para que el aire circule», puntualiza.