-¿Qué espera de la música?

-Satisfacción personal. Hacer algo que siempre me ha gustado, y que guste al resto.

-Acaba de crear un grupo y ya tiene su primer concierto...

-Será el primero de esta formación, Mental Vortex, a través de una asociación juvenil, queconciertos.com. Actuamos el día 23 en la Sala Mambo de Valladolid, en un festival con varios estilos: hip-hop, pop-rock y otros, como el thras metal que hacemos, un término inglés de la música de garaje basura. Son nuestras influencias.

-No son las más demandadas...

-No, pero yo, más que hacer algo comercial que le guste a todos, prefiero hacer lo que me gusta. Es un hobby más que una profesión.

-¿Moverá hilos para tocar en Zamora, en fiestas?

-Toqué hace años en Zamora, cuando estaba en Manantial, un grupo de pop-rock zamorano en el que tocaba la batería. Yo vivía en Gijón, pero Zamora siempre ha estado muy presente en mí. Lo pasamos bien y gustó, pero el proyecto no duró mucho. Veo factible volver a tocar en La Cueva del Jazz, donde se mueven porque les gusta la música. Pero para unas fiestas populares es complicado, el thras metal es minoritario. Hay que ser realistas.

-¿Espera que este proyecto sea duradero, con una resonancia?

-Tienes ilusión, quieres que se conozca, aquí, en Valladolid y en Zamora, y fuera. Me gustaría dar conciertos por distintos puntos del país. Estar cerca de la gente.

-Abrirse un hueco con un estilo minoritario será difícil...

-Sí, pero es un objetivo a largo plazo. De lo que se trata es de sentirte a gusto contigo mismo.

-¿Eso es algo que cada vez más olvidado?

-Sí. La gente busca satisfacciones materiales y parece que se olvida de los sueños. Trabaja, se compra un piso y un coche, pone el piloto automático y tira para adelante. Hay que disfrutar de la vida, exteriorizar los sentimientos.

-¿De qué hablan sus canciones?

-Apelo al oscurantismo. Plasmo ideas pesimistas, según veo a la sociedad. Doy guerra en el sentido de decir "esto no está bien hecho, que lo sepáis", y que impacte. Tengo una canción sobre el grito de los niños en guerra, sobre su sufrimiento pese a ser los que menos tienen que ver en ello. Quiero hacer recapacitar con la letra.

-¿Qué le parece el mundillo musical en Zamora?

-De Zamora conozco a unos chicos de Toro, Circe, que hacen heavy metal y son bastante buenos. Cuando voy veo carteles de grupos de hip-hop, rock and roll. No conozco mucho el movimiento musical de Zamora, pero lo hay. Pasa que Zamora está olvidada, pero hay gente que da guerra. Me gustaría mandar un mensaje de esperanza, que la gente de la música y la cultura tiren para adelante. Que si los jóvenes no damos guerra no haremos nada.

-Se dice que los jóvenes son pasotas. ¿Lo cree así?

-Desgraciadamente habrá una mayoría. A veces me da vergüenza ajena ver cómo se comportan chicos de 20 años. Se han perdido valores, falta una educación. Algo ha fallado y eso hay que tratar de arreglarlo, dar motivaciones, no sólo consumismo y modas. Yo no aprendí con esas pautas y mucha gente de mi generación tampoco. Hay que tratar de recuperar valores: honor, respeto, saber estar... Valores que aprendemos de nuestros mayores. Mi abuelo me lo decía bastante, que tenía que saber comportarme.

-¿Cómo le influye la obra de su abuelo?

-Mi abuelo escribía diciendo "aquí hay sentimiento, hay una persona, quiero que os fijéis". Era muy sincero. Yo he aprendido mucho de él, más que de sus poemas, de sus relatos, y siempre me acuerdo de él. El es mi manera de escribir, o trato de que se parezca un poco. El lo decía de manera distinta, pero en esencia puede llegar a ser parecido.

-¿Puede explicarse?

-Tengo retazos de sus poemas en la cabeza. Retazos de "Cuando canta una alondra", sobre el sentimiento del hombre, del olvido, del perdón... Valores que parecen olvidados. La gente sólo piensa en sí misma y no mira a su alrededor, no ve que hay otras personas. No tenemos que sentirnos superiores.

-¿Diría que es quien es por su abuelo?

-Sí, y por mis padres. He tenido una formación privilegiada, pero no por eso trato de que todos sean como yo. Lo que debemos hacer es ser capaces de dejarnos de mirar el ombligo y mirar a los demás. Eso lo aprendí de mi abuelo.

-¿Cómo ve la ciudad?

-La ciudad se ha expandido y ha crecido económicamente, pero los jóvenes se van fuera. Es difícil ganarse la vida en Zamora. Tengo amigos que han tenido que irse y los que se han quedado lo pasan mal porque no encuentran lo que buscan, salvo trabajos temporales. Es difícil la estabilidad en una ciudad como Zamora. Da pena.