Angel, querido compañero, una extraña comezón nos conmovió a todos el jueves de mañana cuando nos enteramos de tu inesperada muerte. Es probable que tu ausencia no se nos haga tan dolorosa como lo es para tu esposa e hijos, pero debes saber, allá en el Cielo, que la impronta que nos has dejado, difícilmente pueda ser olvidada.
Desde que comenzaste a asistir a las reuniones del Consejo Rector, rápidamente nos dimos cuenta de que eras como quien ahora no se estila apenas: un hombre bueno, cabal siempre dispuesto al diálogo y al entendimiento; nunca usaste las estridencias ni las permitías. Para ti no existían Cofradías grandes, medianas o pequeñas, con bandas o penitenciales, Hermandades antiguas o recientes; no entendías de bandos ni de familias. Todo eso te sonaba raro, vacuo, absurdo y , sobre todo, fuera de todo lugar. Nunca estuviste con nadie ni contra nadie, tan solo defendiste "tu verdad".
Concebías la Semana Santa como un todo, pues al fin y al cabo, todas las Cofradías, Hermandades y Secciones celebramos un solo Todo único: la Pasión, Muerte y Resurrección del "Hijo de Dios" , a quien le gustaba que lo llamaran "Hijo del hombre". Y por eso, desde siempre, estabas dispuesto a la colaboración. De verdad podías presumir de ser un hombre de la Semana Santa, de toda.
Desde este próximo Sábado de Dolores, desgraciadamente, serás uno de esos zamoranos a los que tu querida Hermandad, siendo tú uno de sus fundadores, honrará en su procesión hasta el cementerio. Se nos va a hacer muy raro, querido Angel, rezar por ti, y no contigo, en el acto junto al crucero. Te vamos a extrañar en la Vigilia del Sábado de Gloria y todos te vamos a echar en falta por tu luz y por tu vida.
Y aunque estamos convencidos de que en el momento de nuestra resurrección volveremos a compartir la alegría y las ganas de vivir que te caracterizaban, no podemos dejar de sentir el tremendo vacío y la enorme pena que tu muerte ha dejado en el corazón de algunos, querido amigo.
Pedro Julián es presidente de la Junta Pro Semana Santa de Zamora
