Treinta años después de la muerte de Francisco Franco, la huella del régimen dictatorial en la capital sólo es plenamente visible en el cementerio, en forma de la gran Cruz de los Caídos que en su día se añadió al desguazado Arco del Pescado. El camposanto de San Atilano conserva otras reliquias asociadas, sobre todo, con la Guerra Civil, en las tumbas a soldados, algunas de ellas monumentos como el Panteón del teniente Tito. En la ciudad, los testimonios pétreos han sido retirados o permanecen ocultos por simbología constitucional. Es lo que ocurre con los escudos tallados en la fachada de la Subdelegación del Gobierno o de la Jefatura Provincial de Correos. Otro escudo franquista, tallado en la fachada del antiguo edificio de la Jefatura Provincial del Movimiento, hoy Servicio Territorial de Cultura de la Junta, fue desprendido de la fachada.

Cerca de una veintena de calles de la ciudad estaban dedicadas a figuras del Régimen franquista o del levantamiento militar de 1936; entre ellas la plaza de las Milicias, plaza de Martín Alvarez, Alféreces provisionales, Muñoz Grandes, avenida de José Antonio, Héroes de Toledo, General Mola, División Azul, General Aranda, Gutiérrez Rivero y Ramiro Ledesma, además de la avenida del Generalísimo . Casi todas desaparecieron durante el primer mandato socialista en el Ayuntamiento, por acuerdo del Pleno en junio de 1985.

Y no sin cierta polémica. El historiador José Andrés Casquero recuerda que la placa con la efigie en bronce del general fue retirada de las paredes de la avenida a las siete de la mañana. Sin embargo, una de las denominaciones directamente relacionadas con el régimen todavía existe: la calle Alfonso Peña está dedicada al que fuera ministro de Obras Públicas entre los 30 y 40, bajo cuyo mandato se culminaron «la bajada a la nueva estación y la propia terminal ferroviaria», afirma José Luis Hernández Luis, autor de "Lugares de memoria de la Guerra Civil y el franquismo", una de las ponencias del próximo congreso que la UNED organizará sobre la contienda nacional.

Plaza de Alemania y avenida de Portugal son denominaciones que provienen de la época y que permanecen. En la esquina entre Santa Clara y la avenida de Portugal queda todavía una placa de bronce que recuerda que la dedicatoria en origen al vecino país estuvo ligada al apoyo de la dictadura salazarista al bando franquista. Antes del 29 de junio de 1938 la avenida era conocida como Ronda de San Pablo. El descubrimiento de la placa, en aquella fecha, fue un acto de lustre al que adujeron el gobernador civil y el secretario de la ciudad de Braganza, el cónsul de Salamanca y hasta representantes de la embajada lusa. Tal y como explica José Andrés Casquero en la colección "Zamora en imágenes", la lápida fue proyectada y realizada en 1936 por Luis Chacón, Aureliano Núñez y Cándido Calvo. La leyenda apenas es visible en la esquina de la denominada Casa Andreu, perteneciente, en la época a aquella familia afecta al Régimen: "Para honor de España y en homenaje al pueblo portugués, el Excelentísimo Ayuntamiento de Zamora en sesión de 24 de agosto de 1936 acordó titular esta vía pública Avenida de Portugal". El yugo y las flechas o los símbolos de la Obra Social del Hogar del Sindicato Vertical todavía puede encontrarse en los grupos de viviendas en los Bloques o en San José Obrero y a las puertas de la Universidad Laboral otras inscripciones están dedicadas al modelo de educación nacional católica instaurada por la Dictadura, según señala José Luis Hernández. El historiador zamorano, técnico del Arhivo de la Guerra Civil de Salamanca, recuerda que a ambos lados de la puerta norte de la Catedral se conserva la impronta de dos víctores, «el anagrama universitario apropiado por el régimen» que se instalaron en la Seo con motivo de una visita del general.

El dictador pasó por Zamora cinco veces, aunque en dos de ellas lo hizo de largo

Franco pasó por Zamora en al menos cinco ocasiones. La primera visita se produjo el 17 de abril de 1943. Las crónicas de la época aseguran que salieron a recibirlo 60.000 personas. El recorrido desde la Bañeza y a lo largo de 150 kilómetros estaba "escoltado" por una doble fila de falangistas. «La recepción se celebró en el edificio de la Jefatura del Movimiento y pasó revista a las tropas en la avenida de Requejo». En la Catedral también pasó revista, esta vez a una escuadra de Falange y fue nombrado alcalde de honor.

El 1 de octubre de 1946 visitó los saltos del Esla y Villalcampo, que estaban en obras, e inauguró la presa de Villalcampo, que regularía el agua de los canales de Toro y Zamora y facilitaría la transformación de 12.000 hectáreas en regadío para la siembra de remolacha.

El 27 de julio de 1949 pasó por Zamora en dirección al salto de Castro, donde sería inaugurada la central, aunque la presa no estaba terminada. La inauguración sería en septiembre de 1952, la misma fecha en la que entraba en servicio la línea férrea entre Zamora y Orense. José Andrés Casquero cuenta todavía una quinta vez, cuando, procedente de Aldeadávila Franco cruzó en coche la avenida de Portugal. La Jefatura del Movimiento se había iluminado y los bomberos habían confeccionado un gran cartel que rezaba "Zamora con Franco". Pero la comitiva pasó de largo.