-Tal como estaba el panorama, ¿le tuvieron que convencer para presidir el Consejo de la Juventud?

-Sí y no. Sí, porque estoy muy liado y apenas tengo tiempo. Yo estoy muy metido en el asociacionismo: en el centro juvenil Trascampus, en la federación regional, en la presidencia de la Federación de centros juveniles Don bosco... Cuando se empieza a fraguar el proyecto de la nueva Permanente en el Consejo de la Juventud me convenzo. Yo soy una persona de consenso. Marina Requejo, la anterior presidenta, tenía implicaciones políticas, como otra gente de la anterior Permanente, y se buscaba a alguien que liderase de manera independiente un proceso nuevo, tras cuatro años con la misma presidenta y con los cambios legislativos que hay.

-¿Alguna solución a la excesiva politización que tanto daño ha hecho, según unos y otros?

-No hay fórmulas mágicas. La grandeza de la nueva Permanente es el grupo humano, sin implicaciones políticas, salvo las necesarias, porque los grupos más implicados también tienen que estar ahí, pero el talante es muy interesante y positivo. A mí no me gusta el presidencialismo, sino dinamizar y coordinar al grupo de personas. No tengo previsto hacer grandes proposiciones pero no escatimaré trabajo.

-¿Qué tiene para haber sido un candidato de consenso?

-Que conozco el Centro Juvenil Trascampus, que a través de Don Bosco estoy muy relacionado con el Consejo Regional de Juventud, que conozco bien la realidad del asociacionismo juvenil, y que tengo una excelente relación con el actual vicepresidente de la Permanente, Rodrigo Fernández, y con el tesorero, Manu Huertas, ambos afines a Juventudes Socialistas y a Nuevas Generaciones, respectivamente.

-¿Cuál es la realidad del asociacionismo juvenil?

-Muy pobre y muy politizada, ciertamente. El joven asociado al Consejo de la Juventud no es representativo del joven zamorano. Los asociados sólo representan al 3% de los jóvenes de Zamora.

-¿Y eso a qué es debido?

-La sociedad no ayuda, no da facilidades para asociarse. Pertenecer a una asociación supone muchas horas, mucho esfuerzo y la gente joven, por muy comprometida que esté, busca cosas rápidas.

-Dicen que los jóvenes son pasotas, pero ahí está el movimiento antiglobalización, plantando cara...

-El problema del movimiento antiglobalización, en mi humilde opinión, es que el activismo es peligroso. El asociacionismo fomenta la participación en un entorno democrático, el activismo es más exacerbado y coercitivo, menos deseable.

-¿Qué retos se ha impuesto como presidente?

-Ponerme al día de la nueva legislación en materia juvenil, de subvenciones, protección de datos. Hay leyes a las que nos tenemos que adaptar, tanto en los estatutos como en el funcionamiento. Me gustaría fomentar el asociacionismo. Sería interesante que las asociaciones estuvieran más llenas y los bares más vacíos.

-Pero los bares también pueden ser un buen escenario para el intercambio de experiencias...

-Si, sobre todo el etílico. No quiero ponerme en contra de los industriales de la noche pero sí que... Se fomenta el consumo de bar y en algunos no puedes entrar si no llevas determinado atuendo, aunque no es el caso de Zamora. Me parece más interesante un entorno en el que no se les pida dinero y un espacio en el que puedan aprovechar el tiempo de forma más constructiva. Está bien ir a bares, pero con mesura.

-¿Espacios como los utilizados para el botellón?

-Me fastidia que cuando se hable del botellón haya más preocupación por la suciedad y los ruidos que por los jóvenes que tienen que estar en la calle para estar a gusto y recurren al alcohol. Me preocupa que se tengan que divertir fuera de casa, que no tengan otras ofertas, que la sociedad sólo les ofrezca diversión mediante el alcohol nocturno en vez de otra forma de ocupar el tiempo de manera saludable. Está bien tomarse una copa, pero hasta cierto punto. Lo que sí creo es que el botellón es más sano que el bar de copas en el que no sabes ni lo que te dan. Se genera más suciedad en los bares y no se fomenta la comunicación como en el botellón. El que ensucia, eso sí, tiene que limpiarlo. Es como un desamparo social, como si no tuvieran espacios.

-¿Alguna idea?

-Si tuvieran más alternativas y ofertas, estarían menos en la calle. Si hubiera una oferta deportiva y cultural... Si los viernes hubiera cine barato habría menos botellones.

-Está la Comunidad del Sereno...

-No me parece una solución. Quienes han programado se han esforzado, pero me parece muy paternalista. Tendría que haber una oferta racional, no un dispendio de dinero. El rocódromo, por ejemplo, me parece un lujo innecesario. La Concejalía de la Juventud sí creo que asuma el problema de la juventud con más elegancia de lo que se había hecho hasta ahora.

-¿El problema del botellón es tan grave como lo pintan?

-Más para los jóvenes que para los vecinos, aunque éstos tienen derecho a disfrutar del descanso y de una ciudad limpia. Yo no veo tantos desperfectos y sí, quizá, me parezca un poco exagerado. La ciudad está en condiciones, aunque reconozco que no vivo en una zona en la que se hagan botellones, habitualmente en jardines apartados donde no creo que molesten mucho. Además, hay más ruidos y desperfectos en las zonas de bares.