Y levantó la niebla

Hay una poesía que habla al interior

Y levantó la niebla

Y levantó la niebla / José Luis Fernández

P. H. A.

Levantó la niebla. Fue a eso del mediodía. No podía faltar, en esta fecha, la luz que, según el poeta, viene de lo alto. Se supo, entonces, que también acompañaba el ‘son’ rumoroso del Duero, el de aceñas y moliendas, sequías y riadas. Llegaron los participantes en las X Jornadas a la Biblioteca Pública, ese paraíso terrenal, con sus sabidurías para analizar otras formas de conocimiento (es lo que tengo entendido, no sé). Sí, las dedicadas a Claudio Rodríguez. Se abrían las sesiones. Así será durante cuatro días. Vienen a hablar de un milagro (que nadie se asuste), o de un misterio. Porque eso es ‘Don de la ebriedad’, que inauguró un tiempo poético en los Cincuenta. Han pasado 70 años, y ahí sigue: tan deslumbrante como el primer día. Un don con muchos dones: alta claridad, entusiasmo, asombro exclamativo ante la vida, contemplación reveladora, mirada filosófica.

Y levantó la niebla

Y levantó la niebla / Cedida

En la sala se contaban los asistentes: medio centenar, más o menos (información facilitada a las ocho de la tarde). Pero la trascendencia de los versos de Rodríguez llegará después (como en un vuelo) a la calle, a la sociedad distraída u ocupada en sus pequeños asuntos o graves problemas, que va de acá para allá. Desde santa Clara a la Catedral, y media vuelta. Llegará, tal vez, de manera invisible. Pero hay una poesía que habla al interior.

Había levantado la niebla. Porque “siempre la claridad viene del cielo”, o por ahí, a iluminar. Al fin, todo es una aventura.

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