El poemario zamorano al que se rinden Gamoneda y Aleixandre sopla 70 velas

Estudiosos y poetas actuales diseccionan en unas jornadas "Don de la ebriedad", la obra que le valió el Adonáis a un joven Claudio Rodríguez

Presentación de la décima edición de las Jornadas Claudio Rodríguez. | Batide Machado

Presentación de la décima edición de las Jornadas Claudio Rodríguez. | Batide Machado

Han pasado más de setenta años desde que en 1953 un joven Claudio Rodríguez lograra el Adonáis de Poesía por "Don de la ebriedad" y el poemario zamorano más insigne sigue hoy en día concitando interés y sirviendo de brújula a precoces autores.

Su influencia, según ha desvelado Miguel Casaseca, presidente del seminario permanente dedicado al poeta zamorano, se dejó notar incluso antes de su publicación, cuando el manuscrito llegó a manos de Vicente Aleixandre y quedó entusiasmado con él. No es el único referente poético que lo ha alabado, ya que más recientemente Antonio Gamoneda, al ser preguntado en una entrevista, confesó que "Don de la ebriedad" era junto a la obra poética completa de García Lorca uno de los dos únicos libros de poesía del siglo XX que salvaría de una quema. Esos datos se han puesto de relieve como ejemplos de la importancia del poemario claudiano de juventud en la presentación de una nueva edición de las Jornadas Claudio Rodríguez.

Bajo el título "Don de la claridad", esos encuentros de periodicidad bianual se centran en esta edición en los setenta años de su primer libro. Es "absolutamente singular" y ha influido en la poesía contemporánea "contemplativa de la naturaleza y que pregunta sobre el milagro de la existencia, que creo que es el eje sobre el que vertebra", ha reflexionado Casaseca.

En torno a esa obra se articulan unas jornadas que pretenden diseccionar esos versos que han agrandado su universalidad con el paso del tiempo y la traducción a distintos idiomas. Prueba de que su trascendencia traspasa fronteras son también los más 50 artículos monográficos dedicados a "Don de la ebriedad" que se han escrito en español, alemán, francés, inglés y portugués, y que ha recopilado el seminario permanente Claudio Rodríguez.

En la presentación de las jornadas, la viceconsejera de Acción Cultural de la Junta de Castilla y León, Mar Sancho, ha echado en falta que en la época actual no existan poetas de 19 años como Claudio Rodríguez cuando publicó su poemario iniciático y ha lamentado que en la sociedad actual la poesía "no solamente es secundaria, sino que es casi marginal". Por su parte, la concejala de Cultura del Ayuntamiento, María Eugenia Cabezas, ha incidido en la importancia de las jornadas para el reconocimiento de "uno de nuestros autores más universales" y analizarlo desde la claridad que dan los setenta años transcurridos del poemario.

Pilar Adón y los traductores al francés e italiano, entre la veintena de ponentes

Las jornadas que se desarrollan del miércoles al viernes en horario de tarde y el sábado por la mañana cuentan ya con más de 65 inscritos, entre ellos quince docentes, aunque también podrán seguirse sin inscripción previa, hasta completar el aforo del salón de actos de la Biblioteca Pública de Zamora.

Entre la veintena de ponentes y presentadores figuran el primer día el escritor soriano José Ángel González Sáinz o la poeta gallega Olga Novo, mientras que la segunda jornada la protagonizan el escritor y divulgador Antonio Martínez Ron y la Premio Nacional de Narrativa de 2023, Pilar Adón. El viernes, el foco se pone en la poesía española actual representada por Rosa Berbel, Félix Moyano y Ben Clark, junto a los zamoranos David Refoyo y Pablo García Malmierca como anfitriones.

El sábado por la mañana se ha reservado tiempo para la presentación de comunicaciones, antes de que una mesa redonda siente a los traductores claudianos al italiano, Pietro Taravacci, y al francés, Laurence Breysse-Chanet. En las jornadas también se traza un hilo de unión entre la poesía y la música a través del concierto de cierre "En luz plena", con canciones de Luis Ramos a partir de versos claudianos, acompañado por Fernando García al piano y el violín, Pablo Estébanez al contrabajo y Ana Castro al clarinete, la flauta y la percusión.

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