Despedida calurosa, sentida y emocionante a nuestra compañera y amiga Belén Alonso Moreno, redactora de LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA. La valiente zamorana falleció este 10 de agosto, a los 57 años, tras luchar contra una larga enfermedad a la que desafió con esa fuerza que siempre la definió como persona y como profesional; con ese sentido del humor inteligente y sarcástico que era capaz de convertir en sainete la más nimia de las anécdotas o la más funesta de las situaciones. La misa de funeral tuvo lugar este viernes en la iglesia de San Juan, para despedir a Belén junto a sus hijos, familiares, amigos y compañeros de trabajo.
Belén, "vidina", deja rota a esta redacción, a quienes tuvimos la enorme suerte de disfrutarla en este cuadrilátero de noticias, tensiones y risas durante más de dos décadas, de la que nunca se fue: cada nueva incorporación a la plantilla conocía quién era esta mujer de brío. Cada esquina guarda uno de esos dislates que protagonizaba a menudo, sus comentarios jocosos o catastróficos en función de lo que tocara escribir ese día.
Se nos ha ido un trozo de la esencia de aquel periodismo de zapatilla, cuaderno y grabadora, una "plumilla" capaz de adaptarse a la sección que tocará, la última: Comarcas. Tierra de Campos y Tierra del Pan en sus últimos años de reportera trotamundos por esa comarca a cuyos vecinos y alcaldes enamoró.
Presumía de haber logrado, "a base de sacar noticias", que se hicieran obras esperadas largo tiempo en pueblos, como la restauración de la Puerta Villa de Villalpando. El "Premio Un Diez para Diez" del municipio "por su labor con el trabajo informativo en Tierra de Campos desde el periódico" reconoció su tesón en agosto de 2015. "Mis alcaldes", como le gustaba decir, adoraban a esta redactora que supo ganárselos con esa campechanería que la definía, heredada de su madre, "Casi, era mucha Casi", se sonreía, a la que adoraba. Aunque su padre siempre fue su padre, y ella la debilidad de Manolo que cada tarde acudía al periódico puntual, a las 18.00 horas, para tomarse un café con su hija.
Fiel, generosa, culta e inteligente
Era fiel y generosa, alegre. Con esa conversación fluida, rápida y amena, con esa capacidad de darle la vuelta a las realidades más crudas, nos regaló anécdotas impagables. Los reportajes la llevaron por la actualidad de la capital; después, por las páginas de nacional, internacional, sociedad, economía y sucesos, sus noticias preferidas. La abuela Alejandra le dio más de una voz cuando "me escondía debajo de las escaleras de la casa" del barrio de San Lázaro "para leer “El Caso” a escondidas". Y a la periodista española más famosa de sucesos de la época, Margarita Landi. No se perdió un capítulo de "Mentes Criminales", cada noche, un capítulo, por lo menos.
Belén lo mismo te daba dos voces que se hartaba a reír, era pura pasión, inteligente, culta, enamorada del arte y de la literatura, el cine…, capaz de darte una lección sobre el renacimiento en Italia o de citar en una conversación de forma inesperada a uno de los escritores clásicos o contemporáneos de las letras españolas. Siempre imprevisible y audaz.
La familia lo era todo, sus dos hijos “Carletes”, el primogénito, y Héctor, el benjamín, a los que protegió para que el dolor no les rozara, por los que luchó como una leona, “¡por mis hijos maaatooo!”, decía parafraseando a su tocaya La Esteban, que nuestra Belén también era ávida lectora de las revistas del corazón, “el Hola que no me falte”.
La otra pasión, la Semana Santa de Zamora, donde era toda una institución, tanto como para que la Virgen de la Esperanza, su virgen, bailara cada año bajo su balcón. Lo mamó de su padre e hizo escuela con Carlos y Héctor.
Los viajes y otras pasiones más mundanas, como una buena comida con amigas, un vermú con mucho hielo y un buen vino para brindar por la vida. Belén, nuestra Belén, siempre única, capaz de burlar, incluso, a la muerte, como supo hacer estos años, se ha ido a descansar. Allí donde esté que se preparen, revolucionará el cotarro. ¡Hasta luego, amiga!