Entrevista | Xerardo Estévez Exalcalde de Santiago de Compostela y arquitecto

"El Castillo, con el Museo de Baltasar Lobo, puede ser una proa cultural de Zamora"

"Para dar vida a la ciudad histórica hace falta conocer al propietario, inquilino y vecino, dar ayudas técnicas y también apoyo económico"

Xerardo Estévez, este miércoles en la Biblioteca Pública de Zamora.

Xerardo Estévez, este miércoles en la Biblioteca Pública de Zamora. / EMILIO FRAILE

Carlos Gil Andrés

Carlos Gil Andrés

Tener una visión política, es decir, general, con ganas de construir cosas, conocer a los propietarios, prestar ayudas técnicas y económicas y ubicar instituciones culturales. Son las recetas que pueden llevar a revitalizar el casco histórico que ofrece el arquitecto y exalcalde de Santiago de Compostela Xerardo Estévez, que intervino en el ciclo de conferencias organizado , entre otros por los colegios de arquitectos e ingenieros y los Amigos de Baltasar Lobo. Colocar el Museo de Lobo en el Castillo le parece buena idea, ya que es ya una proa geográfica de la ciudad.

–Tomo prestado el título de su conferencia. ¿Qué hacer con los tiempos de la ciudad histórica?

–Como una persona, tiene presente, pasado y futuro. La ciudad histórica tiene un pasado que suele ser importante, denso, pero puede convertirse en una losa, tan importante es que ya ni me muevo. Un presente que suele ser impulsivo, lo que estamos viviendo ahora y que bueno que tiende a olvidarse a veces de lo que pasó. Y un futuro que es el deseo, el afán, el interés. Hay que patrimonializar los monumentos, es decir, tener una postura de corresponsabilidad en lugar de una pose de adoración frente al monumento. Y hablo de lo que pasa con las moradas, las casas, las viviendas, que es un tema abierto en este momento en todo el mundo.

Los turistas somos nosotros y los que ponen apartamentos turísticos pueden ser nuestros familiares. No son extraterrestres llegados en un OVNI

–¿Por los pisos turísticos?

–Ahí aparecen dos tipos de ciudades. La ciudad que tiene una presión habitacional, una presión de alquilar viviendas a los llamados turistas, que somos nosotros mismos, no son extraterrestres que han venido en OVNI. Es el caso de Santiago, donde por cada vivienda que se alquila hay cuatro turísticas. Hay que pensar qué hacer cuando está cambiando todo, la ciudadanía, el habitante, el morador, el inquilino, está todo cambiante, es otro mundo y por tanto hay una presión que deviene también de la movilidad. Y otro tipo de ciudad que es como la bella durmiente.

–¿Qué soluciones propone?

–Para una y para otra se necesita proyecto, arquitectura, planeamiento, y la política, que debe reunir a la gente para hacer cosas, no para impedir que se hagan. Y la primera cosa es la colaboración institucional, esa es la experiencia que yo tuve, cooperar entre la administración central, la autonómica y la local a través de un organismo que se llama el Real Patronato del Consorcio que ha invertido muchísimo en Santiago.

–El pasado puede ser una losa, decía. ¿Hay que tirar las iglesias, como propuso alguien?

–No, claro. Hay que saber exactamente con qué capa del pasado me quedo, una decisión absolutamente cultural, intelectual, en la que hay que implicar a la gente, porque si no existirían las ciudades. La Catedral de Santiago es un conjunto de estilos que fueron eligiendo capas del pasado. La elección no puede ser coyuntural, sino con una visión amplia que es el planeamiento. Cuando vemos qué hacer con el pasado, cuando lo vemos todo, un parcelario o un monumento.

–En Zamora se hizo bastante bien la nueva urbanización del casco antiguo, pero ahora lo tenemos muerto, no se sabe cómo reavivarlo. ¿Colocando los centros oficiales para dar vida? ¿Cómo hacemos que la gente viva ahí?

–No tengo una colección de cromos para exhibir mis proezas, solo puedo contar mi experiencia. Cuando se nombra a Santiago capital de Galicia lo primero que pensó la administración autonómica, gobernara quien gobernara, porque todos pensaban lo mismo, era que los grandes edificios, los grandes palacios, para sedes autonómicas. Dije no. Un gran edificio, como el Palacio de San Clemente, donde querían llevar el Parlamento era un colegio público de mucha calidad y meter ahí el Parlamento, ni en pintura. Hay que saber que las instituciones en la ciudad histórica suelen cerrar a las tres de la tarde. Luego, lo más importante es que viva la gente. Es verdad que en la ciudad histórica, como tu vivienda es un bien patrimonial tu interés inmobiliario está acotado: no puedes tirar un muro, abrir una ventana…Entonces no hay otra solución que apoyar. Y eso se hace de dos maneras. Primero, técnicamente: tienes un consorcio, la Casa de Santiago, que tiene técnicos que te ayudan a hacer el proyecto y te apoyan económicamente en la medida de tu renta. La rehabilitación de la ciudad histórica fue aportando cantidades, dinero público para la rehabilitación. Hablo de unos 600 millones de euros durante los últimos 30 años.

Hay ciudades con mucha presión turística que pueden morir de éxito y otras que parecen la bella durmiente. En ambos casos hay que actuar

–¿Y la gente sigue viviendo allí?

–Ahora viene la segunda parte. Llega el interés por el Camino de Santiago, se llena de éxito, aparece gente de todo el mundo: Australia, Corea… hay mucha presión turística y hay que ir con cuidado porque el exceso de éxito te puede llevar también a perder el norte. ¿Qué hacer?. Es un desafío para el que no existe fórmula mágica. Lo primero es estar al tanto, con la mirada de todos nosotros observar para tener información y saber qué es lo que pasa, porque detrás de los muros está la realidad y esa información exige un boca a boca. La solución cómoda para un propietario de la ciudad histórica es, en vez de alquilar a un estudiante, ponerla como vivienda turística y sacar mil y pico euros al mes. Eso lo hacemos nosotros, un familiar nuestro, no un extraterrestre. Y luego meterse en el conflicto: No es un tema solo de la iniciativa privada, del mercado o de los fondos de inversión perversos. Hay que meterse, bajar al cuerpo a cuerpo con el propietario, con el inquilino y con el vecino, meterse en su casa incluso. Lo que pasa es que el cuerpo a cuerpo es fatigoso, lleva tiempo. La política lleva tiempo. Yo la he dejado hace 25 años.

–Pero sí hace falta cierta visión política en estos asuntos, una visión digamos, de conjunto.

–Se dice por ejemplo, vamos a ver cómo está la movilidad en la ciudad histórica, pues encarguemos un estudio. O el problema de la ciudad histórica es saber cómo están las nuevas tecnologías, pues encargamos otro estudio. La monografía para estudiar la especialidad impide la visión amplia que es una mirada política. Y la calle es un espacio fundamental, qué hacer con la calle de una ciudad histórica: todo terrazas, todo privatizaciones del uso público…Pero al mismo tiempo cuando voy a Venecia me gusta estar sentado en una terraza tomando algo.

Podemos hacer estupendos estudios sectoriales sobre movilidad o nuevas tecnologías en los casos históricos, pero hace falta una visión global, política, contando con todo el mundo

–En el caso de Zamora sí funciona el casco antiguo como lugar bonito, para visitar o dar un paseo, lo que le falta es vida.

–Hay que rehabilitar, hay que conocer a los propietarios, hay que ilusionarlos, hay que comprometerlos y hay que apoyar económicamente. Sin lugar a dudas. Sin apoyo económico y técnico no hay nada que hacer.

–Ha venido a Zamora en unas jornadas auspiciadas, entre otros, por los Amigos de Baltasar Lobo, que proponen un Museo del artista en el Castillo. ¿Qué le parece la idea?

–El Castillo es un faro, una proa topográfica, geográfica de la ciudad. Y claro, pensar que adonde hay que mirar es al Castillo a mi me parece una buena idea. ¿Pensamos que eso puede ser una proa cultural que llene de contenido una iniciativa museográfica para los ciudadanos?. Mi experiencia en Santiago en ese sentido es muy positiva. Hemos rehabilitado barrios con problemas muy serios, colocando al lado un campus de la universidad, un auditorio y trabajando los barrios al mismo tiempo. La política de ubicación de los equipamientos públicos y privados en la ciudad histórica, ninguno se hizo derribando, sino buscando sitios y con buenos arquitectos siempre. Y al cabo de los años hemos comprobado que aquellas decisiones ayudaron a socializar los barrios.

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