Abrir el grifo se ha convertido en un gesto tan cotidiano y asegurado que, a menudo, olvidamos la suma de personas, dedicación y tecnología necesarios para contar con un bien tan preciado. Conocer de dónde viene el agua potable que consumimos en Zamora y quiénes están detrás de este servicio público puede ayudar a valorarlo en su justa medida, y más en un año como este, donde la falta de lluvias nos recuerda hasta qué punto necesitamos los recursos hídricos para nuestro bienestar personal y el desarrollo social.

Desde hace más de 50 años, el abastecimiento del agua en Zamora está a cargo de Aquona, empresa que, de la mano del Ayuntamiento, ha ido mejorando la gestión hídrica en la ciudad hasta situarse en un lugar destacado entre las ciudades españolas.

La tarea requiere una dedicación constante por parte del equipo de profesionales que trabajan en la estación de tratamiento de agua potable (ETAP) de Zamora. El planificador de la instalación, José Ignacio Iglesias, explica: “Nuestro objetivo es conseguir un agua y un servicio de excelencia para que el usuario tenga la garantía de que el agua que sale por su grifo no sólo cumple los máximos requerimientos sanitarios, sino que estamos siempre un paso más allá en cuanto a los compromisos de calidad”.

Lograrlo requiere toda una serie de procesos que arrancan desde que se toma el agua del Duero, que es la fuente de abastecimiento para Zamora. “Es un río que discurre por una zona agrícola y por tanto porta materia orgánica y microorganismos de forma natural”, explica Iglesias. Es verdad, añade el técnico, que la calidad del agua del Duero ha mejorado mucho en los últimos años gracias a la implantación de depuradoras de aguas residuales aguas arriba y al control en el uso de pesticidas, pero aun así sigue haciendo falta un “trabajo intensivo” para potabilizar el agua.

Como explica Iglesias, ya en sus comienzos la ETAP incorporaba elementos que en su momento no eran habituales en otros sitios, como la coagulación/floculación, la decantación y la filtración por arena. Todos ellos son procesos que ayudan a filtrar y depositar los materiales disueltos o suspendidos en el agua.

“Con el paso del tiempo, estos tratamientos se han incrementado y actualizado, consiguiendo que hoy en día sea una de las plantas de tratamiento más avanzadas que existen en España”, afirma Iglesias. Entre esos tratamientos destaca el realizado a base de la inyección de ozono. El ozono se produce en un reactor en la propia planta, que recientemente se ha actualizado, y se inyecta en dos puntos del tratamiento para atacar las posibles sustancias y microorganismos, “consiguiendo de esta forma una oxidación y desinfección sin producción de sustancias secundarias no deseadas”.

Otro aspecto importante es el tratamiento por carbón activo granulado. Son seis filtros que contienen cerca de 200 toneladas de carbón activado y eliminan olores, sabores y sustancias que pueda contener el agua, explica el técnico.

Personal ligado a la ciudad

“La planta de Zamora cuenta con un equipo multidisciplinar compuesto de técnicos de tratamiento, técnicos electromecánicos y un jefe de producción que supervisa los aspectos más técnicos del tratamiento”, explica José Ignacio Iglesias. La mayoría del personal de la ETAP de Zamora tiene una antigüedad en la empresa superior a 15 años y es que, explica Iglesias, “el alto grado de especialización que requiere este trabajo implica un alto compromiso empresa/trabajador”.

La formación de este personal es continua, ya que hay que estar al día “en nuevas tecnologías, que son necesarias para el manejo de equipos que son cada vez más complejos y automatizados”, añade. Por ejemplo, entre los elementos tecnológicos que incorpora la ETAP hay un potente equipo informático de control industrial, o Scada, que maneja cinco autómatas programables que vigilan el funcionamiento de los equipos las 24 horas al día los 365 días del año. “Todo el sistema puede ser telecontrolado de forma remota por el operario de guardia, recibiendo alarmas de proceso, cambios en la calidad del agua, funcionamiento de equipos, caídas de tensión eléctrica, etc”, añade Iglesias.

De hecho, también se monitorizan los datos de calidad de agua del Duero que registra la confederación hidrográfica en toda la cuenca, para anticiparse hasta en 96 horas a cambios bruscos, como riadas, que afectarían al agua que se va a recibir. Además, el abastecimiento de Zamora dispone de un depósito de 30 millones de litros que permite abastecer a la ciudad un mínimo de 24 horas, tiempo suficiente para solventar cualquier incidencia.

“El trabajo de control, supervisión, mantenimiento y prevención no se detiene en ningún momento. Hay que pensar que el abastecimiento de agua potable es fundamental para cualquier población. Sin agua en los grifos no se podrían realizar muchas de las funciones domésticas, hosteleras o industriales”, concluye José Ignacio Iglesias.