La banca cierra 17 oficinas en Zamora entre promesas de taponar la exclusión

El vaciamiento financiero afecta ya a casi nueve de cada diez pueblos de la provincia y las soluciones de acceso al efectivo siguen sin llegar

Oficina móvil en un pueblo de la provincia.

Oficina móvil en un pueblo de la provincia. / Jose Luis Fernández

Luis Garrido

Luis Garrido

La provincia de Zamora vio cerrar durante el pasado año 17 oficinas bancarias repartidas por todo su territorio. Lo hizo entre cantos de sirena provenientes tanto del sistema financiero como del Gobierno de España sobre que eso no volvería a ocurrir y que se pondrían los medios necesarios para que cada ciudadano tuviera a su disposición los mismos derechos en materia de acceso a dinero en efectivo. A día de hoy, todo eso es humo y lo demuestran los datos recopilados por el Banco de España a cierre del ejercicio anterior. Ahora mismo, solo quedan abiertas 91 sucursales de las 256 que había hace una década, más de un 85% de los municipios no tienen un punto físico de atención y las soluciones prometidas no están ni mucho menos se espera que lleguen a tiempo.

La reestructuración realizada por Unicaja Banco sobre su red de oficinas se esconde detrás de la mayoría de los cierres ejecutados en la provincia durante el pasado año. De las 17 bajas en el censo registradas por el Banco de España, quince se corresponden con la marca que aglutina lo que en tiempos fue la Caja Zamora. Poco sobrevive de aquel músculo que llegó a exhibir la entidad propia, que ha desaparecido de buena parte del territorio tras la absorción de CEISS y la fusión con Liberbank. Las otras dos sucursales que han cesado la actividad son de Kutxabank y de Caixabank. En el lado de las aperturas, tan solo Caja Rural de Zamora ha apostado por extender su red de servicios presenciales con tres alta en este tiempo, de acuerdo con los mismos datos.

Ferreras de Abajo, Fuentelapeña, Lubián, Manganeses de la Lampreana, Muelas del Pan, Quiruelas de Vidriales, Rabanales, Riofrío de Aliste y Santa Croya de Tera han sido los lugares que se han quedado sin su única oficina bancaria. Ese y no otro es el drama de los vecinos del medio rural, que ven desaparecer el único punto de atención presencial que existe en su pueblo o en varios kilómetros a la redonda. El reguero de oficinas que han caído en los últimos diez años es incesante. Hace exactamente una década, la provincia contaba 256 sucursales repartidas por su geografía. Hoy, los zamoranos tan solo tienen 91. La mayoría de ellas, además, concentradas en Zamora, Benavente y Toro. El acceso a efectivo es un privilegio que se le niega a más de 47.000 zamoranos, de acuerdo con las cifras oficiales aportadas por el Banco de España.

A ello hay que añadir que el territorio presenta la menor ratio de población con un punto tradicional de acceso a dinero en un radio de cinco kilómetros y que el 85% de los municipios ni tan si quiera cuenta con una sola entidad. Más aún, los habitantes del medio rural deben recorrer una distancia media de 9,4 kilómetros hasta llegar al cajero más próximo. El vaciamiento financiero es un hecho que complica la vida de quienes apuestan por desarrollar su vida en el medio rural. Otra piedra más en el camino que confirma la desigualdad entre la ciudad y los pueblos.

Agotados los primeros seis meses del plan para habilitar nuevos cajeros

El Gobierno de España tiene en marcha una iniciativa junto a las patronales bancarias para paliar este creciente problema de exclusión financiera que azota a territorios eminentemente dispersos en la ruralidad como es Zamora. El objetivo es habilitar puntos de retirada de efectivo en establecimientos no dedicados al negocio, como pueden ser las casas consistoriales o los propios comercios del pueblo, si es que queda alguno. Para los lugares donde esto no ocurra, la otra solución es que los carteros lleven una suerte de aparatos dispensadores de billetes. El plazo de seis meses para articular estos mecanismos comenzó a correr el pasado mes de octubre, pero nada se sabe de sus avances, aunque las partes se procuraron una posible prórroga de otro medio año en función de las complicaciones.

Estas iniciativas deberán ser complementadas con los servicios de banca electrónica y telefónica desarrollados por las entidades financieras. En este sentido, las corporaciones continuarán impulsando la capacitación digital y financiera de sus clientes en el ámbito rural mediante programas de formación, incluyendo planes específicos dirigidos a segmentos de personas mayores. Una tarea, esta última, que resulta complicada en la provincia de Zamora debido a la dispersión geográfica y a la falta de conectividad que sufre todavía buena parte del territorio, en sombra tecnológica. Sin conexiones de calidad a Internet será muy difícil poder desplegar este tipo de tecnologías en los pueblos de la provincia.

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