El caso de una vecina de Zamora: 800 euros de calefacción que tendrá que pagar a plazos

Una mujer encendiendo la calefacción. |

Una mujer encendiendo la calefacción. | / Emilio Fraile

Abril vive de alquiler en Los Bloques, tiene tres hijos pequeños y un trabajo inestable que no le proporciona un volumen fijo de ingresos. Su situación ya era delicada, pero la última factura del gas ha supuesto un golpe durísimo en la línea de flotación de su economía familiar. El recibo le obliga a pagar 800 euros por la calefacción y el agua caliente, a pesar de que ella misma asegura que la temperatura de su casa suele estar en torno a los 17 grados de temperatura y que, en ningún caso, supera los 19.

"No puedo quitar la calefacción del todo por los niños, pero tampoco tengo dinero para pagar de golpe los 800 euros", lamenta Abril. La solución para su caso ha sido negociar con su casero para pagar la factura a plazos. Probablemente, eso le genere una deuda hasta más allá del verano: "Tengo los nervios de punta por ver de cuánto será la siguiente", asegura esta vecina de la capital, que asume que el escenario se ha vuelto complejo para personas como ella: "Entre el alquiler, la luz y el gas, no voy a tener para comer", advierte.

Más mantas y menos grados

Esa realidad afecta a decenas de familias zamoranas que, como Abril, se ven ante un futuro hipotecado por los gastos, a pesar de que ya hacen malabares para evitar que las facturas se disparen por encima de sus propias posibilidades. Esos esfuerzos de la gente para contener el golpe se perciben en tiendas como Boizas, donde la crisis energética ha traído consigo un aumento de la clientela en busca de mantas, batas, pijamas de invierno, sábanas con tejidos más fuertes o edredones contundentes.

Uno de los trabajadores de la tienda que la marca posee en la calle San Andrés, José Felipe, estima que las compras de estos productos se han elevado aproximadamente en un 20% si se comparan con las que se registraron en el invierno pasado. El objetivo de ese gasto en abrigo es pertrecharse bien para poder reducir uno o dos grados la temperatura en casa y retener unos euros por el camino.

Felipe señala que estos movimientos "se han notado desde que comenzó el otoño y mucho más que otros años". "La gente ha tardado en poner la calefacción", subraya el trabajador de Boizas, que defiende la pertinencia de adquirir prendas de una cierta calidad para cumplir el objetivo de que las mantas sirvan como sustitutivo fiable de los radiadores. Todo, mientras la gente anhela que el sol empiece a apretar.

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