Marina García: Ingeniera zamorana en busca de la eficiencia energética

Marina García López-Arias realiza su tesis sobre la descarbonización del hormigón en la Purdue University de Indiana

Marina García: Ingeniera zamorana en busca de la eficiencia energética.

Marina García: Ingeniera zamorana en busca de la eficiencia energética.

Beatriz Blanco García

Beatriz Blanco García

La visita de dos profesores de la Universidade da Coruña a Purdue University fue el germen para que, poco tiempo después, la zamorana Marina García López-Arias esté realizando su proyecto de investigación en esta institución de West Lafayette. Tiempo antes había disfrutado en Estados Unidos de una beca. “Estando ya allí y justo al acabar mi máster en Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos, decidí solicitar plaza en la universidad para hacer el doctorado en Ingeniería Civil”, resume. Obtuvo esa plaza y además con una beca que le cubre dos años de matrícula y una salario para vivir allí. “Normalmente, un doctorado son cuatro años y actualmente estoy en el segundo. Los otros dos me los costeo gracias a proyectos con empresas que consigue mi profesora y con contactos de “teaching assistant”, que consisten básicamente en ayudar a un profesor a dar clase práctica o corregir deberes o exámenes”, explica.

Velay Reseach Group es el equipo de investigación en el que trabaja, además de formar parte del área de materiales de la Escuela de Ingeniería Civil. “Investigamos sobre el material más importante en construcción: el hormigón”, subraya. Dar solución a la gran contaminación que genera la producción de este material es una de las líneas de trabajo del grupo. “Solo la fabricación del cemento necesario para el hormigón es responsable de alrededor del 8% de las emisiones de CO2 globales”, detalla. De ahí que centre su investigación en buscar maneras de mejorar las propiedades del material para que dure más o sea más eficiente energéticamente, reduciendo la cantidad de cemento y sustituyéndolo por otros materiales, como áridos reciclados, o aumentando la cantidad de CO2 que el hormigón es capaz de absorber del aire en su vida útil. De hecho, su tesis está focalizada en esa eficiencia energética “y en la descarbonización del hormigón mediante el desarrollo de tecnologías para capturar y almacenar el CO2”, detalla.

Para estos estudios, su grupo cuenta con el laboratorio de la universidad, que aglutina maquinaria de última generación “que ayuda a poder hacer investigación de alta calidad”, agradece la zamorana. El equipo está conformado por una decena de personas llegadas de todas partes del mundo —Italia, Panamá, Nigeria, Estados Unidos y Perú— y dirigidas por la profesora Mirian Velay Lizancos. “Cada uno se encarga de su proyecto de tesis, además de ayudar a los demás en los suyos. Cada vez que realizamos un avance en la investigación, publicamos los resultados en formato de artículo en una revista científica, del que somos autores todos los participantes del proyecto. De esta forma, nos beneficiamos de ayudarnos entre nosotros”, subraya.

Marina García López-Arias, las pasadas navidades, en el campus.

Marina García López-Arias, las pasadas navidades, en el campus. / Cedida

Precisamente, la cantidad de recursos y de dónde vienen los fondos son las principales diferencias que encuentra entre investigar en España y Estados Unidos. “Allí la investigación la financia sobre todo el Estado, que, lógicamente, no tiene dinero para todo. En este país hay mucha financiación pública, pero también privada. De hecho, muchas empresas utilizan la universidad para avanzar sus tecnologías y pagan millones de dólares en proyectos a profesores que financian así también las tesis de sus alumnos, trabajando en dichos proyectos. De esta forma, la investigación es más accesible”, compara.

Ingeniera en busca de la eficiencia energética

Ingeniera en busca de la eficiencia energética / B. Blanco García

Vivir en una ciudad universitaria asegura que significa estar inmersa en ese mundo. “La parte buena es la propia experiencia universitaria, que es única. La mala, es que a veces es un estilo de vida un poco agotador”, confiesa. “Todo va muy rápido, cada actividad que hagas cuenta para el currículo, la gente es muy competitiva. Los americanos viven con el objetivo de trabajar mucho más de lo que disfrutan, por lo que a los que venimos de una cultura también muy trabajadora, pero que busca mucho más el disfrute con la familia y amigos, puede resultar algo drenante”, afirma. Su solución se ha centrado “en buscar gente afín a mí y tomarme tiempo de descanso”.

Marina García López-Arias, con su grupo, en una conferencia.

Marina García López-Arias, con su grupo, en una conferencia. / Cedida

A pesar de esta competitividad y de la climatología extrema —con temperaturas de 40 grados en verano y -22 en invierno—, la zamorana encontró desde el primer momento una diversidad de gente que le conquistó. “A pesar de estar en un pueblo pequeño de Indiana, conoces a personas de muchísimos países y muchas culturas diferentes”, afirma. Sobre la propia cultura del país, destaca la amabilidad que destilan con gente de otros lugares y condición, pero lo que más aprecia es poder estar estudiando en una de las mejores escuelas de ingeniería del mundo, “de la que han salido profesionales como Neil Armstrong o Charles Ellis, uno de los ingenieros del Golden Gate. Es todo un privilegio”, sonríe.

Marina García López-Arias, en el laboratorio

Marina García López-Arias, en el laboratorio / Vincent Walter; www.vincentseye.com

Teniendo claro que también está al otro lado del Atlántico para disfrutar, el poco tiempo que le deja la investigación, las clases o su labor como “teaching assistant”, lo invierte en entrenar en el gimnasio, asistir a fiestas o acudir a partidos de fútbol americano y baloncesto, además de viajar. Chicago, Indianápolis o Charlotte son algunos de sus destinos habituales, pero el más especial para ella es Puerto Rico. “Tengo la suerte de que hay muchas becas y proyectos que financian ir a conferencias o convenciones en las que conocer a otros investigadores o presentar tu investigación, lo que hace fácil viajar. Este año sé que viajaré en abril a una conferencia en San Francisco”, pone como ejemplo.

Sobre esta experiencia, confía en aprender mucho de su sector. “También espero que me abra puertas tanto en el sector académico como en la industria. Lo bueno de estudiar un doctorado en Estados Unidos es que te conviertes en un profesional muy cualificado”, termina la zamorana.

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