Las cabeceras de comarca de Zamora se debilitan y lastran el porvenir de las zonas rurales

Los núcleos de referencia para los pueblos de la provincia han perdido un 11,6% de su población en los últimos diez años y siguen cayendo

Jornada de puertas abiertas en la casa del parque de Fermoselle, el pasado invierno. | L. O. Z.

Jornada de puertas abiertas en la casa del parque de Fermoselle, el pasado invierno. | L. O. Z. / Manuel Herrera

Un informe del Centro Económico y Social (CES) publicado en el 2021 revelaba que un 70% de las cabeceras de comarca españolas habían perdido población en la última década. En Zamora, esa proporción se eleva al 100%, lo que implica un lastre muy pesado para los pueblos de menor tamaño, que se ven desposeídos de una referencia proveedora de servicios y que se sienten progresivamente más aislados a medida que las localidades que antaño exhibían un cierto vigor van pasando al mismo grupo de los núcleos envejecidos y vaciados. Los datos actualizados esta semana por el Instituto Nacional de Estadística profundizan en una realidad que afecta particularmente a esta provincia, como ya es costumbre en la casa.

Zamora carece de núcleos fuertes en las zonas rurales. Solo la capital, Benavente y Toro superan los 2.000 habitantes, más allá de Morales del Vino, que se puede considerar como un apéndice más de la ciudad, dada su cercanía y la vinculación de su gente con la pequeña urbe. A partir de ahí, las comarcas más afortunadas cuentan con alguna localidad por encima de los mil vecinos, pero eso no sucede en todos los territorios de la provincia.

El ejemplo de Alcañices

Aliste es un ejemplo de esa realidad. El municipio de Alcañices supera el millar de habitantes, pero lo hace gracias a la aportación de los anejos. El pueblo como tal tiene 852 vecinos, después de perder 181 en el último decenio. Este es el núcleo de mayor tamaño que se pueden encontrar los residentes en esta zona del oeste de la provincia, un espacio tan castigado por la despoblación desde mediados del siglo XX que ya ni siquiera su cabecera puede tolerar el empuje del declive demográfico.

En líneas generales, los núcleos de referencia de las comarcas zamoranas han perdido 4.518 de los 38.918 empadronados que tenían en el año 2012. Es un 11,6% de su capital humano. Dicho de otro modo: la despoblación no es solo cosa de las aldeas más menudas y recónditas; también golpea con la mayor fiereza a las localidades que tienen más servicios, generalmente cuentan con el médico, la farmacia, la tienda o el bar en el pueblo y ofrecen un mayor número de comodidades que otros puntos del entorno más cercano.

La lista del último año

Solo con la lista del último año basta para hacerse una idea: Alcañices perdió 21 habitantes; Benavente, 147; Bermillo de Sayago, 2; Carbajales de Alba, 4; Fermoselle, 8; Fuentesaúco, 7; Puebla de Sanabria, 11; Tábara, 8; Toro, 77; y Villalpando, 15. De la lista, apenas se salvan Mombuey, que recuperó 3, y Corrales, que repuntó con 17 vecinos más para paliar una tendencia muy negativa que arrastraba desde hace algunos años. El balance del decenio es demoledor para todos estos pueblos.

El citado informe del CES pone el foco en el problema de manera clara: “Cada vez se hace más evidente que la despoblación no es un fenómeno exclusivo de los pequeños municipios en áreas rurales; se trata de un problema visible también, y de forma importante, en la evolución de los núcleos funcionales en torno a los cuales se articulan los pueblos”, indica el texto redactado en el año 2021.

Lo cierto es que, si la tendencia continúa tal cual se encuentra en estos momentos, cabe la posibilidad de que, en diez años, pueblos totalmente referenciales para sus entornos y con unos recursos turísticos de gran valor, como Puebla de Sanabria o Fermoselle, bajen del millar de vecinos en sus núcleos, lo que supondría un golpe moral duro para unas comarcas con heridas muy profundas.

Lejos quedan esas cifras ya para otros lugares, pues conviene recordar que pueblos como Bermillo de Sayago o Carbajales de Alba ni siquiera alcanzan el medio millar de empadronados, a pesar de tener, a priori, los recursos y servicios para abastecer a sus zonas.

La preocupación sobre la situación de Zamora capital sigue incrementándose

Si bien la situación de las comarcas y los pueblos de la provincia no es comparable con la de la ciudad, el deterioro demográfico de Zamora capital no deja de ser un síntoma de lo que sucede en el conjunto del territorio. La bajada progresiva de población que viene padeciendo el municipio ha llegado al punto de romper por abajo la barrera de los 60.000 vecinos, algo impensable hace solo unos años, cuando el objetivo de los 70.000 parecía al alcance de la mano a corto plazo, e incluso se hacían planes estratégicos pensando en un crecimiento que luego no fue tal.

El propio informe del Consejo Económico y Social también refleja esta realidad de caída de la mayor parte de las ciudades pequeñas y medianas del país, aunque ninguna ha sufrido un golpe tan duro como Zamora en este año. Perder 822 vecinos en solo 365 días pone al municipio ante una realidad que conviene combatir ahora que ya han llegado las advertencias suficientes. Es cierto que uno de los puntos que hace falta tener en cuenta, y que también afecta a otras ciudades del país, es la fuga de vecinos a los municipios del alfoz.

En muchos casos, las personas que toman la determinación de marcharse a los pueblos del entorno continúan trabajando y haciendo una buena parte de su vida en la capital, algo que ha beneficiado al padrón de ayuntamientos como el de Roales del Pan, que ya supera el millar, Moraleja del Vino y, por encima del resto, Morales, que ya ha superado la barrera de los 3.000 después de años de crecimiento imparable.

Sin embargo, la marcha de ciudadanos a las localidades cercanas no explica por sí sola el agujero abierto en Zamora capital, que se mantiene como uno de los municipios de su tamaño con más índice de envejecimiento y que cada vez cuenta con más problemas para nutrirse de jóvenes llegados de las comarcas. No es que ya no vengan, es que ya no hay.

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