Don Paco, el alma de La Natividad de Zamora

El sacerdote Paco Díez apuesta por convertir a las parroquias “en lugares de encuentro y cercanía”, ejemplo que lleva dando él desde hace casi tres décadas en su iglesia

Don Paco pasea por el exterior de la parroquia de La Natividad. | Ana Burrieza

Don Paco pasea por el exterior de la parroquia de La Natividad. | Ana Burrieza / B. Blanco García

Beatriz Blanco García

Beatriz Blanco García

La pasada semana el sacerdote Francisco Díez, don Paco, celebraba con orgullo una eucaristía para conmemorar el medio siglo de la parroquia de La Natividad, aquella por la que tantas lágrimas derramó en 1994, cuando el obispo de la diócesis de Zamora por aquel entonces, Juan María Uriarte, le asignó esta parroquia, después de estar durante dos décadas en San Lorenzo. “Me costó mucho dejarla y todavía recuerda Uriarte la frase que le solté. Le dije que ese cambio había sido como haberme operado sin anestesia”, ríe. Aún mantiene contacto con el religioso vasco, quien se sorprende de que continúe en La Natividad, tantos años después de su traslado desde el barrio de Los Bloques.

Pocos medios, mucho servicio

En la celebración de la mencionada eucaristía de aniversario estaba el actual obispo de Zamora, Fernando Valera, quien —como en su momento le dijera en tantas ocasiones a don Paco Gregorio Martínez Sacristán— asegura que La Natividad “es la parroquia que menos medios tiene y más servicios presta”.

El sacerdote coloca algunos muñecos en la zona de guardería habilitada en la parroquia. | Ana Burrieza

El sacerdote coloca algunos muñecos en la zona de guardería habilitada en la parroquia. | Ana Burrieza / B. Blanco García

Una afirmación que se comprueba sin mucho esfuerzo cada jornada. “Raro es el día que no tengo que hacer de asesor jurídico o de acudir al ayuntamiento para resolver asuntos de algún feligrés”, reconoce don Paco, añadiendo al momento que, lejos de cansarse de este ajetreo diario más allá de sus obligaciones pastorales, él se siente feliz haciéndolo. “Tengo muchos frentes abiertos, pero es que a mí no me gusta estar parado”, reconoce.

Décadas al frente

Es uno de los sacerdotes que más tiempo lleva al frente de una misma parroquia. “Alguna vez don Gregorio me sugirió que me cambiara, pero yo me negaba, estoy muy a gusto en esta zona de la ciudad”, confiesa. La Natividad aglutina barrios de la zona norte de la capital: Alberca, Alto de Arenales, La Villarina y Las Llamas, “además de Siglo XXI, donde ya hay más de setecientos habitantes y siguen las grúas moviéndose, así que seguirá creciendo”, advierte.

El párroco de La Natividad, dentro del templo. | Ana Burrieza

El párroco de La Natividad, dentro del templo. | Ana Burrieza / B. Blanco García

Confiesa el sacerdote que desde el primer momento cogió mucho cariño a estos vecinos, algunos viviendo en situaciones complicadas. De ahí la puesta en marcha de varias iniciativas sociales que han dado muy buenos resultados, como la veintena de cursos de garantía social que se desarrollaron hasta hace pocos años. “Estaban cofinanciados por la Unión Europea y se centraban en la rama de hostelería y restauración. Gracias a ellos, se colocaron muchos chicos, incluso de pueblos cercanos, en un sector que en Zamora sí funciona”, apunta con satisfacción.

Unos de los servicios que se presta en la actualidad —y que no existe en ninguna otra parroquia de la ciudad— es el de guardería, atendida por una profesional. “Gracias a ella, muchas madres pueden trabajar de nueve a una mientras saben que sus hijos están bien cuidados”, explica. A esto hay que sumar la ayuda alimentaria que reciben más de cuarenta familias de esta zona cada día.

Don Paco, en el bar de la parroquia donde hacían prácticas de formación los alumnos.

Don Paco, en el bar de la parroquia donde hacían prácticas de formación los alumnos. / ANA BURRIEZA

Labor espiritual

Aparte de toda esta labor social, la parroquia no deja desatendida su labor espiritual. “Como comunidad de cristianos que es, su fin principal es la catequesis y la administración de sacramentos”, apunta. Las celebraciones de la eucaristía de los domingos son también singulares.

“Le damos siempre un carácter muy participativo y de cercanía, tenemos una pantalla gigante donde se ponen imágenes relacionadas con la lectura del evangelio y letras para que la gente pueda cantar y participar”, explica don Paco, para quien las iglesias “tienen que ser lugares de encuentro y cercanía hacia la gente, porque Dios está en muchos acontecimientos y si no nos abrimos, terminaremos quedándonos solos en las parroquias”, avisa.

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