La despoblación también vacía de concejales el medio rural de Zamora

La provincia repartirá 28 ediles menos en las Elecciones Municipales de mayo de 2023 por su pérdida de habitantes en estos cuatro años

Un hombre vota en las últimas Elecciones Municipales. |

Un hombre vota en las últimas Elecciones Municipales. | / Jose Luis Fernández

En su proceso de despoblación, el medio rural de Zamora pierde más que recupera, por muchos esfuerzos que realicen aquellas personas que mantienen a sus pueblos aferrados a la vida. Quizá, la merma del número de representantes políticos no sea una de las preocupaciones prioritarias en estas zonas, pero desde luego resulta reveladora del desplome en el número de vecinos que afecta a un alto porcentaje de las localidades de la provincia.

Los últimos datos del padrón, correspondientes al 1 de enero de 2022, serán los que se utilicen para fijar el número de concejales que reparte cada ayuntamiento en las Elecciones Municipales del 28 de mayo de 2023, y esa estadística anuncia que la provincia contará, precisamente, con 28 ediles menos a partir de entonces, después de que el deterioro demográfico haya llevado a un buen puñado de lugares a derribar el listón más cercano.

Hay que recordar que el número de representantes políticos en cada ayuntamiento viene dado directamente por su población. De ahí que Zamora capital sea el municipio con más ediles: los 25 que corresponden a los territorios que superan los 50.000 vecinos. Esto quiere decir que la caída de la ciudad, que ha bajado a 59.475 personas, no es tan grave, al menos de momento, para temer por una pérdida de ediles inminente.

A partir de ahí, Benavente cuenta con 17, como todos los municipios con más de 10.000 y menos de 20.000 habitantes, mientras que Toro se queda en 13, al exceder los 5.000 sin alcanzar la decena de millar. Aparte de estos tres grandes ayuntamientos, solo otro reparte más de diez concejales: es el caso de Morales del Vino, que se sitúa en 11 al ubicarse en la horquilla de entre 2.000 y 5.000 vecinos. Todos estos casos se mantendrán inalterables en relación a 2019.

Mesa de votación en las autonómicas de 2022. | Emilio Fraile

Mesa de votación en las autonómicas de 2022. | Emilio Fraile / Manuel Herrera

A continuación, en 2023, habrá doce municipios que repartirán nueve ediles, al hallarse entre 1.000 y 2.000 empadronados. En esta lista entra por primera vez Roales, que alcanzó los 1.001 vecinos tras el último conteo oficial, pero saldrán Galende y Morales de Toro, que ya no alcanzan el millar. Los dos ayuntamientos citados pasarán a contar con siete representantes, como todos aquellos que se manejan en el amplio abanico que va de los 250 a los 1.000 habitantes.

En esa tesitura se encuentran 103 de los 248 municipios que tiene la provincia. Son muchos, pero menos que en 2019. De ese grupo se han caído por abajo once ayuntamientos: Barcial del Barco, Molacillos, Villaescusa, Villalobos, Rionegro del Puente, Torregamones, Moralina, Santa Colomba de las Monjas, Aspariegos, Santovenia y Cerecinos de Campos. En cambio, San Cebrián de Castro ha realizado el camino inverso.

La larga lista citada anteriormente pasará a formar parte en el próximo mandato del conjunto de ayuntamientos de la provincia con cinco concejales. Serán 99 en total, a pesar de que Vega de Villalobos, Cotanes del Monte, Casaseca de Campeán y Salce han caído del centenar de vecinos y se quedarán solamente en tres ediles, como los otros 26 municipios de Zamora cuya población ha mermado hasta las dos cifras. Este grupo se hace progresivamente más numeroso elección tras elección. De nuevo, la excepción es quien remonta. En este caso, Piedrahíta de Castro, que salta hasta los cinco representantes.

En total, son 17 municipios los que pierden dos concejales y tres los que obtienen la misma ganancia. El balance queda, por tanto, en una caída de 28 ediles para la provincia, que pasará en mayo de 1.508 representantes en los ayuntamientos a 1.480. En las elecciones de 2003, solo veinte años atrás, se pusieron en juego 1.620. Desde entonces, se ha perdido el equivalente a veinte plenos de cinco asientos. El tiempo vuela y a Zamora se le acaba.

La Diputación ya está en el número mínimo de representantes

La Diputación de Zamora no perderá representantes políticos ni en estas ni en las próximas elecciones, salvo que medie algún cambio en la normativa. La institución ya se sitúa en estos momentos en el número mínimo de componentes del Pleno que puede tener; en el que se ubican todas las provincias que tienen menos de 500.000 vecinos. Como es evidente, Zamora también está bastante lejos de superar ese umbral, al contar en estos momentos con 167.215 habitantes. Según la normativa electoral, las provincias pequeñas como Zamora tienen diputaciones con 25 representantes políticos, los mismos que tienen las ciudades de entre 50.000 y 100.000 habitantes. A partir de ahí, entre 500.000 empadronados y el millón, la cifra asciende a 27; entre el millón y los 3,5 millones, sube a 31; y, a partir de ahí, pega un salto hasta los 51. Hay que recordar que ese reparto de diputados se realiza a través de los partidos judiciales en función de los resultados en los ayuntamientos. En la provincia, si nada cambia para 2023, la zona de Zamora repartirá 15 asientos; la de Benavente, cinco; las de Sanabria y Toro, dos cada una; y la de Villalpando, el restante.

El cuarto diputado nacional, la pérdida sufrida en los 80

A medida que ha ido perdiendo población, Zamora se ha ido dejando también por el camino representantes políticos en las instituciones. Uno de los primeros golpes fuertes vino cuando apenas había transcurrido un decenio de la incipiente democracia española: entre las Elecciones Generales de 1986 y las de 1989, ambas ganadas por el PSOE de Felipe González, la circunscripción perdió un diputado nacional en el reparto, al pasar de poner en juego cuatro a los tres actuales. Esa situación se reprodujo unos años más tarde en el plano autonómico. Hasta 1999, Zamora repartía ocho escaños para las Cortes de Castilla y León en cada proceso electoral. Sin embargo, en 2003, esa cifra bajó hasta los siete, ante la pérdida de población ya evidente de una provincia que ha visto cómo se esfumaban otras 33.000 personas desde entonces

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