Parroquia de la Natividad de Zamora: 50 años de la iglesia “de la gente sencilla”

La parroquia de la Natividad, pieza clave de la Alberca, conmemora sus bodas de oro con una misa presidida por el obispo de Zamora

El salesiano Vidal Rodríguez, a las puertas de la parroquia de la Natividad, conversa con un vecino.

El salesiano Vidal Rodríguez, a las puertas de la parroquia de la Natividad, conversa con un vecino. / Cedida

Natalia Sánchez

Natalia Sánchez

La zona de la Alberca perteneció a la parroquia de San Lázaro para posteriormente estar vinculada a la iglesia de Nuestra Señora de Lourdes hasta que el obispo, Ramón Buxarrais Ventura, decidió erigir en el barrio una nueva parroquia, una tarea que encomendó al sacerdote Agustín Montalvo en el otoño del año 1972. Cinco décadas después, este sacerdote zamorano participó la tarde del sábado en una eucaristía, presidida por el obispo de Zamora Fernando Valera, para festejar las bodas de oro de la parroquia de la Natividad.

La nueva iglesia se puso en marcha en la escuela que era del Patronato. “De lunes a viernes había clases y los domingos se retiraban los pupitres y celebrábamos la eucaristía”, comparte el primer párroco que menciona que en aquel momento era una zona donde había mucha población gitana, obreros sin cualificar procedentes de los pueblos, no había conciencia de barrio ni agua corriente y tampoco iluminación.

“Yo sentí que para la gente fue importante que se les tuviera más en cuenta y que tuvieran asistencia religiosa en su propio barrio. Ellos se sintieron protagonistas de su propia celebración de la fe, teníamos catequesis..., aunque los entierros teníamos que hacerlo el primer año en Lourdes”, describe.

50 años de la parroquia de la Natividad

50 años de la parroquia de la Natividad / J. L. F.

En la puesta en marcha de la parroquia “se implicó un grupo de personas comprometidas que me ayudaron mucho”, atestigua Montalvo, quien comparte que en su segundo año en la parroquia se instaló el agua corriente y el alcantarillado y todos tenían que pagar 7.000 pesetas para lo que se creó un fondo común que gestionaban desde la iglesia de la Natividad, nombre elegido por él porque “su celebración es el 8 de septiembre, que coincide con la Concha, pero entonces no se festejaba. Era una fecha ideal para intentar crear conciencia de barrio” apunta el presbítero.

El salesiano Vidal Rodríguez, a las puertas de la parroquia, conversa con un vecino

El salesiano Vidal Rodríguez, a las puertas de la parroquia, conversa con un vecino / L. O. Z.

Montalvo también señala que desde la “diócesis me compraron los libros parroquiales y como no había elementos litúrgicos, se lo pedí a distintos párrocos y yo aporté el cáliz que tenía de mi ordenación”.

Feligreses en la misa presidida por el obispo y con celebrada por varios sacerdotes. | J.L.Fernández

Feligreses de la parroquia de la Natividad en la misa presidida por el obispo y con celebrada por varios sacerdotes. | J.L.Fernández / Natalia Sánchez

Su paso fue fugaz, solo dos años, pero “guardo muy buen recuerdo de esa etapa que afronté con 30 años”, explica Montalvo a quien sucedió Pedro Rosón, que estuvo diez años al frente de la Navidad. “Fue él que realmente organizó la parroquia e incluso puso en marcha una guardería. Colaboraron con él monjas de la Milagrosa que se encargaron de la visita a los enfermos. Él consiguió que hubiera una fortaleza y una estructura” testimonia Agustín Montalvo.

A Rosón le sucedieron José Díez Anta y los salesianos Maximino Román Vacas, Antonio Fuentes Gutiérrez y Vidal Rodríguez Vara para en el 1994 tomar las riendas, Francisco Díez García.

La parroquia, que se ubica en las antiguas escuelas gracias a un acuerdo entre Educación y el Obispado de Zamora, la componen desde hace varias décadas cinco barrios, el alto de Arenales, la Villarina, la Alberca, las Llamas y Siglo XXI, el último en incorporarse. “Sigue siendo una parroquia de gente sencilla y cercana como en sus inicios”, subraya Francisco Díez el séptimo párroco de la Navidad que apunta su deseo, con motivo de la efeméride, de realizar, a lo largo del año, algún otro acto de conmemoración.

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