La Junta de Castilla y León quiere declarar BIC la Panera Social de Zamora... derribada en 2018

La amenaza de dinamitar Compostilla lleva a la Junta a priorizar la protección del patrimonio industrial, donde todavía está Harinas Colino

Fábrica de Harinas Colino, la Panera Social, antes de su derribo.

Fábrica de Harinas Colino, la Panera Social, antes de su derribo. / Jose Luis Fernández

Luis Garrido

Luis Garrido

El expediente de declaración como Bien de Interés Cultural de la antigua fábrica de Harinas Colino de Zamora entrará en la lista de prioridades de la Consejería de Cultura de la Junta de Castilla y León. Lo hará a instancias del Procurador del Común, que ha pedido celeridad a la administración para proteger el patrimonio industrial ante el reciente intento de dinamitar las chimeneas de la central térmica de Compostilla, en el Bierzo. Con diligencia, el área dirigida por Gonzalo Santonja ha remitido una relación de inmuebles cuyas peticiones serán debidamente resueltas para evitar desenlaces fatales. Entre ellos, la Panera Social. Tan solo hay un escollo que se deberá salvar, y es que ese edificio fue reducido a escombros hace ahora cinco años. Precisamente, por carecer de protección alguna.

La cuadratura del círculo es que la fábrica de Harinas Colino sea en 2022 una prioridad en la lista de declaraciones BIC pendientes por la administración, cuando su derribo en enero de 2018 se debió a una flagrante ausencia en los catálogos de edificios protegidos. En este tiempo, nadie ha informado a la Junta de Castilla y León de que el inmueble ya no existe. Que se esfumó. Tampoco, por lo visto, se ha actuado de oficio para eliminar la Panera Social de la lista, llegando al punto actual de que se aporte en una relación de patrimonio que proteger para evitar que desaparezca. Si Compostilla tuvo un ángel de la guarda, nadie hizo ese trabajo para la industria zamorana, cuyo testimonio ya solo puede ser fotográfico.

Desconoce este diario la forma en la que se abordará una declaración como Bien de Interés Cultural sobre la nada; una vitola de protección que llegaría, en el mejor de los casos, cinco años después de que ese patrimonio industrial a proteger desapareciera para siempre.

Un error en cadena que terminó con el peor desenlace posible

La problemática de la Panera Social nació tras su no inclusión en el Catálogo de Edificios Protegidos, algo que hubiera servido para evitar su reducción a escombros. En el año 2009, la Junta de Castilla y León recomendó su protección, pero su petición fue desestimada. En marzo de 2011, tras este episodio, el Ministerio de Hacienda procedió a la subasta del complejo harinero de la avenida de la Feria. Fue entonces cuando comenzó el principio del fin de este emblemático inmueble de la Zamora del primer tercio del siglo XX. A principios del año 2017, el Foro Ciudadano de Zamora registró en el Ayuntamiento una petición formal para dotar de protección patrimonial y cultural a la fábrica ante los rumores de demolición que comenzaban a planear sobre el inmueble. Fue entonces cuando se solicitó oficialmente la vitola de Bien de Interés Cultural. El encargo quedó en lista.

En enero del año 2018, la empresa que había adquirido la antigua fábrica de Harinas Colino comenzaba su demolición con la tranquilidad y el derecho que le otorgaba la ausencia de cualquier tipo de protección. De la Panera Social solo queda ya una reproducción del mosaico de San Isidro Labrador en recuerdo de lo que en algún tiempo existía en este espacio.

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