Una alergia, 80 euros al año para los zamoranos

La adrenalina autoinyectable con la que hacer frente a la anafilaxia no está cubierta en su totalidad por la seguridad social y la fecha de caducidad es reducida

Una persona sujetando una caja de adrenalina. | Ana Burrieza

Una persona sujetando una caja de adrenalina. | Ana Burrieza / Sara Parra

Hace más de un siglo que el médico y fisiólogo francés Charles Robert Richet descubrió la anafilaxia. Esta reacción alérgica grave puede producir que la presión sanguínea caiga y que las vías respiratorias se cierren, lo que pone en grave peligro la vida la persona.

No obstante, el descubrimiento de la adrenalina, que en un primer momento se utilizó para multitud de afecciones como la peste bubónica, se convirtió en el mejor aliado con el que hacer frente a las alergias, así como para tratar el asma y actuar durante una cirugía.

Sin embargo, al no contar como un fármaco de uso crónico, la Seguridad Social financia como máximo el 60% del coste. A esta cuestión cabe añadir que los medicamentos han encadenado subidas de precio durante 2018, 2019 y 2020.

Existen diferentes farmacéuticas que lo producen y comercializan, presentando un amplio abanico de precios. Entre ellas está el laboratorio Myan, cuyo producto cuesta 42,09 euros, mientras que el del laboratorio Pharmaswiss supera los 89 euros, con otras tantas de precios intermedios.

La caducidad incrementa el coste

Con la subvención, las familias pagan de media 20 euros por cada inyectable, aunque hay que tener en cuenta ciertos factores. Cuando el alérgico es un niño, es imprescindible llevar una al colegio y que los padres tengan otra a mano, momento en el que entra en juego la fecha de caducidad del medicamento, que suele estar en torno a los seis meses, pese a que las farmacias no hagan acopio de ellas. En gran medida esta problemática se debe a que los laboratorios las fabrican con una vida aproximada de 22 meses y esta va acortándose al llegar a los mayoristas, que comercializan antes las de menor fecha, por lo que llegan a los establecimientos y, por ende, a los consumidores con menor margen.

En el caso de inyectarse un fármaco caducado, los farmacéuticos indican que no hay riesgo grave de toxicidad, pero si pierden eficacia, por lo que podría ser inútil su uso en una reacción alérgica grave, comprometiendo la vida del paciente.

De esta forma, cada hogar tiene que comprar, de media, cuatro al cabo del año, lo que supone un coste de al menos 80 euros, lo que se incrementa considerablemente si no se cuenta con subvención.

Como si fuera poco, a estas circunstancias hay que añadir el hecho de que cada inyección se comercializa con un peso medio indicado, por lo que si los pequeños de la casa dan un estirón, habrá que ir pensando en renovar el botiquín.

Las reacciones se multiplican en Navidad

Algunas de las alergias más comunes son las picaduras de los insectos, el polen o a varios alimentos. Entre estos últimos, que provocan en torno al 30% de las reacciones, siendo la que ha sufrido un mayor incremento durante los últimos años, destacan los frutos secos, el marisco o el pescado, además de las intolerancias como a la lactosa y el gluten. Estos provocan que cada año, durante las celebraciones navideñas aumente el número de visitas a urgencias en la ciudad por reacciones alérgicas derivadas de los cambios en el menú propios de las festividades.

El aumento en el consumo de productos preparados también provoca un incremento en las reacciones, puesto que en muchas ocasiones hay contaminación cruzada en las elaboraciones o estas incluyen trazas de elementos que, a priori, no tienen ninguna relación con el alimento que se compra y consume. Si a esta cuestión añadimos las reuniones familiares en las que cada comensal aporta un plato, las posibilidades aumentan, más si cabe, cuando se trata de preparaciones que no estamos acostumbrados a elaborar.

Además, en las comidas y cenas fuera de casa, nuevamente crece el riesgo de sufrir una anafilaxia, puesto que las prisas de estas fechas generan que se produzcan más transferencias de alérgenos entre diferentes platos. Entre los pacientes aparecen cada año los que debutan con alergias desconocidas hasta la fecha, sobre todo niños que incorporan a su dieta productos nuevos.

Sintomas de una reacción alérgica

Los primeros síntomas de una reacción suelen ser el picor de boca, garganta y/o piel, que puede ir acompañado de urticaria; ronchas; mareos; y dolor abdominal, que suele ir precedido de dificultad respiratoria, llegando a la pérdida del conocimiento o anafilaxia, por lo que tener a mano una dosis de adrenalina autoinyectable es vital en ese momento.

Alrededor de un 5% de la población necesita dicho fármaco para evitar reacciones alérgicas graves, alcanzando un 8% en la población infantil. No obstante, es importante tener en cuenta que el efecto principal del medicamento es la taquicardia, al provocar una aceleración en el corazón que genera palpitaciones, el cual no constituye ningún riesgo para la salud de una persona sana sin enfermedades coronarias, pero si lo es para un paciente con problemas de corazón.

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