Una investigadora zamorana desvela los secretos del ojo seco

Elena Vecino publica en The Conversation un artículo sobre la detección de enfermedades mediante las lágrimas

La zamorana Elena Vecino (en el centro, de rojo), con el Grupo Oftalmo-Biología Experimental.

La zamorana Elena Vecino (en el centro, de rojo), con el Grupo Oftalmo-Biología Experimental. / UPV

Carlos Gil Andrés

Carlos Gil Andrés

“Si experimenta una sensación de tener un cuerpo extraño, quemazón, enrojecimiento, picor, visión borrosa o fotofobia (necesidad de tener los ojos cerrados), probablemente padezca el trastorno que se conoce como ojo seco. Y no está solo: nada menos que alrededor de un 30 % de las personas mayores de 50 años (sobre todo mujeres) lo sufre, aunque los jóvenes tampoco se libran”. La zamorana Elena Vecino firma, junto con Arantxa Acera un trabajo sobre este problema publicado en The Conversation: “Cuando las lágrimas no hacen su trabajo: ¿qué es el ojo seco y cómo puede tratarse?”.

Ilustración de los componentes de la lágrima en el trabajo de Elena Vecino y Arantxa Acera. | The Conversation

Ilustración de los componentes de la lágrima en el trabajo de Elena Vecino y Arantxa Acera. | The Conversation / Carlos Gil Andrés

Estos síntomas empeoran en ambientes secos “y cuando fijamos la vista en las pantallas de dispositivos como la televisión, el ordenador o el teléfono móvil. O sea, durante gran parte de nuestras jornadas”.

El tratamiento suele centrarse en el alivio de las molestias mediante el uso de lágrimas artificiales, antibióticos y agentes antiinflamatorios o inmunosupresores. Pero “los enfoques actuales del tratamiento no se basan en su causa, sino en aliviar esos síntomas”, por lo que a veces no se curan. De ahí que el Grupo de Oftalmo-Biología Experimental haya profundizado en las diferentes causas.

“El ojo seco surge por escasez de lágrimas o porque estas son de mala calidad. Cada lágrima tiene un componente acuoso, otro lipídico (grasa) y un tercero de mucinas (sustancias que ayudan a la lágrima a fijarse a la córnea). El parpadeo contribuye a que estos tres componentes se coloquen en la superficie ocular de manera que la parte grasa se mantenga en la superficie, con el fin de evitar la evaporación del ingrediente acuoso”.

El ojo seco se puede deber al fallo en cualquiera de estos componentes, por lo que su tratamiento deberá tener en cuenta la causa que lo ha provocado.

Frío y emociones

Vecino explica que “también hay que tener en cuenta que no todas las lágrimas son iguales. Las producidas por el frío o las emocionales (las últimas que se pierden) se encuentran mas diluidas y, por lo tanto, están menos tiempo en nuestros ojos. Sin embargo, las que nos protegen el órgano visual y facilitan la visión son complejas y necesitan un equilibrio entre las sustancias antes mencionadas: agua, grasa y mucinas”.

“La medicina personalizada es fundamental en el caso del ojo seco: hace falta un análisis detallado de las causas de la enfermedad para proponer un tratamiento adecuado a cada paciente. Y, sin duda, el parpadeo es un aspecto que ayuda a mantener la humedad del ojo y a combatir este molesto trastorno”, concluyen los autores.

“Por ejemplo, en el caso de que exista un origen inflamatorio pueden prescribirse medicamentos inmunosupresores como la ciclosporina o los corticoides. Los ojos secos moderados se pueden tratar con lágrimas artificiales o insertos oftálmicos que liberan sustancias para humedecer el ojo”. También hay “medicamentos que ayudan a aumentar la producción de lágrimas y procedimientos como la oclusión parcial del conducto lacrimal. Incluso existen lentes de contacto especiales, como las esclerales, para proteger la córnea y retener la humedad”.

El “calentamiento de las glándulas de meibomio con diferentes aparatos estaría indicado en el caso de la obstrucción de dichas glándulas. Y en situaciones de mucha incomodidad ocular, los tratamientos con hemoderivados de suero” del propio paciente, como el descubierto por el grupo, que no tienen efectos secundarios y ayudan a regenerar la superficie ocular.

La posibilidad de diagnosticar enfermedades con secreción ocular

“Lo que una lágrima puede decir sobre nuestra salud” es el título de otro artículo publicado recientemente por Elena Vecino en The Conversation. En él explica cómo posiblemente en poco tiempo se van a poder diagnosticar de forma rápida y fiable algunas enfermedades a través del análisis de las lágrimas, ya que las secreciones oculares están en contacto con los sistemas vascular, nervioso y glandular del cuerpo.

“En estos momentos, el análisis de la lágrima está en desarrollo para disponer de lo que se denomina point of care (diagnóstico inmediato), dispositivos que permiten analizar de forma sencilla y rápida alguno de esos marcadores”.

El ejemplo está en “el desarrollo rapidísimo de los test de COVID. En realidad, ese tipo de tecnología ya estaba disponible; lo que se hizo durante la pandemia fue adaptarla al marcador específico de la cubierta del virus que se quería detectar”. En el caso de las lágrimas, “probablemente sea necesario analizar más de un marcador simultáneamente y cuantificar su presencia para asegurarse de que nos hallamos ante verdaderos indicadores de una dolencia”.

Ya se han realizado trabajos sobre el uso de la lágrima para detectar indicios de párkinson, enfermedad coronaria y cáncer de mama. “Un paso importante en este campo ha sido el diseño de un tipo de lentillas que se colocarían sobre el iris (la parte coloreada del ojo) de la persona”, señala la investigadora en The Conversation.

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