Entrevista | Nando López Escritor de literatura juvenil

“Como sociedad, debemos reflexionar y no cargar a la juventud con más prejuicios”

“La buena literatura juvenil no debe tener moralina ni ser condescendiente o paternalista”

Beatriz Blanco García

Beatriz Blanco García

Invitado por el CFIE de Zamora, el escritor catalán Nando López impartió un taller sobre literatura y juventud a los docentes, para enseñarles cómo utilizar esta poderosa arma cultural como medio para dialogar con las nuevas generaciones, en las que tiene plena confianza.

–Con una larga experiencia como escritor de literatura infantil y juvenil, ¿ha aprendido en este tiempo algo de sus lectores?

–Llevo ocho años fuera de las aulas, dedicado solo a escribir. Es verdad que hago también literatura para adultos y, en ambos casos, trato de hacer muchos encuentros con lectores, porque me interesa mucho escuchar su opinión. Para mí, es fundamental para ver, primero, la recepción real de mis libros y luego, efectivamente, cuando escribes muchos libros para jóvenes, es muy importante que escuches sus voces reales, que sepas cómo son. Así que definitivamente, sí, he aprendido muchísimo de ellos.

Necesitamos, con urgencia, muchos más psicólogos en centros educativos

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–De esa escucha, precisamente, nació su último trabajo.

–El último libro que he publicado se titula “¿Cuál es tu lucha?” y es una novela documento, basada en vidas reales de adolescentes después de recopilar testimonios por toda España. De esos, se seleccionaron quince y ahí la escucha ha sido muy directa, tan directa como que al final todo lo que se relata son sus vidas y luchas cotidianas, de ahí el título. El aprendizaje ha sido brutal, en estos años he aprendido mucho y no dejo de hacerlo. Además, me escriben habitualmente por redes sociales y tienen conmigo mucha confianza, porque se fían en la persona que ha escrito el libro que les ha gustado. Para mí, eso es todo un privilegio.

Nando López, en una imagen promocional. | Cedida

Nando López, en una imagen promocional. / Cedida

–Y una responsabilidad.

–Sí, pero creo que, como adultos, tenemos que agarrar esa responsabilidad para intentar aportar. Muchas veces me escriben porque no saben cómo contar su situación LGTBI o necesitan que les de el teléfono de una asociación o asesoría, porque tienen problemas y no saben cómo pedir ayudar. Yo, aunque sea desde la red, les puedo facilitar un contacto o recomendarles que hablen con las familias o sus tutores en el centro escolar. De alguna manera, es una responsabilidad que a veces también me abruma, porque no dejo de ser una persona al otro lado de la pantalla, pero también pienso que si un libro les lleva a alzar su voz, ya se ha conseguido algo positivo. Por lo menos podemos intervenir y yo en eso sí que creo mucho en las posibilidades de la literatura. Siempre cuento que hace años que organizo un taller literario en un hospital con adolescentes que están en el ala de psiquiatría que, precisamente, sirve para ayudarles para expresar sus emociones desde la literatura y a que vean en la lectura una herramienta para agarrarse a la vida y encontrar motivos para pelear.

La memoria histórica ayuda a entender por qué el fascismo debería ser rechazado

–En la literatura sí, pero, ¿se les tiene en cuenta a los jóvenes en la sociedad?

–Menos de lo que deberíamos, por eso nació “¿Cuál es tu lucha?”. La idea de esta novela surgió después de mi experiencia en el teatro documento, pero no se había hecho algo parecido en novela y queríamos lanzar una convocatoria donde el mensaje fuera que la voz de los jóvenes importaba, que les queríamos escuchar. Y algo que nos ha impactado es la cantidad de gente que nos ha escrito y que además agradecía ese espacio para poder hablar, porque no hay tantos para que se puedan expresar.

–¿Cómo se podría resolver eso?

–Creo que como sociedad debemos reflexionar y darles más espacio, pero, sobre todo, no cargar a esta generación de más prejuicios. Ya hay demasiado discurso negativo contra la juventud como si fuera una masa homogénea y es una generación tan heterogénea como cualquier otra y, además, con valores, porque hay una parte muy comprometida, muy feminista, con ganas de cambiar la realidad, cosa que a veces olvidamos. Así que creo que sí, que hay que darles espacio y yo lo intento desde mis libros, reivindicando esa otra cara de la juventud de la que a veces no se habla. En mis novelas y en mi teatro hablo mucho de las cosas que sí hacen. Por ejemplo, este año he sacado dos novelas juveniles y en “El río de las primeras veces” hablo de la historia de amor entre dos chicas que se enamoran a través de los libros que comparten. Es un homenaje a todas las lectoras adolescentes, que son muchísimas, casi más que el mundo adulto. Hay grandes lectores adolescentes y apenas de habla de ello. Les importa la cultura pero, a lo mejor, no estamos atentos a lo que les pasa.

Esta generación es muy crítica, tiene muy claro qué no le gusta del sistema heredado

–¿Las novelas juveniles son un buen instrumento para educar?

–Creo que más bien hay que aprovecharlas para dialogar. Es decir, no creo que una novela deba educar, sino contar historias, emocionar y plantear preguntas. Para mí, una novela juvenil es aquella que se puede leer a cualquier edad. Con “La edad de la ira” fui finalista del Premio Nadal y ahora se considerada novela juvenil, porque le gusta a ese público. Una novela juvenil no tiene edad determinada, sino que se recomienda su lectura a partir de esos años, luego que cada uno que la lea cuando quiera. Cuando decimos que no sabemos de qué hablar con un hijo adolescente, a lo mejor compartir un libro es una manera de hablar, de entendernos un poco mejor. La buena literatura juvenil no debe tener moralina ni ser condescendiente o paternalista, porque no se trata de dar un sermón, sino de contar una historia. Y además, el mundo joven rechaza el libro que lleva el sermón incorporado y hace muy bien, porque lo que queremos es que nos cuenten y que nos provoquen. Lo hermoso del a literatura juvenil es que te habla de un camino que, o bien vamos a transitar, o por el que ya hemos transitado. Creo que es una buena opción para conocernos un poco mejor y romper muros intergeneracionales. Es una pena la gente que no lee libros como “Peter Pan” o “Alicia en el país de las maravillas” porque cree que no es para su edad. Se pierden grandes cosas.

Nando López.

Nando López. / Cedida

–¿Cuáles son los principales peligros a los que se enfrenta hoy en día la juventud?

–Hay muchos, pero a mí me preocupa sobre todo el auge de los discursos de odio. Creo que es algo que les afecta directamente, muchos que están sufriendo violencia racista, homófoba, machista o tránsfoba de manera directa. También les afecta muchísimo la violencia económica y social, que no deja de ser otra forma de violencia, la falta de oportunidades, la sensación de estar muy perdidos en un contexto donde no saben muy bien qué hacer con su futuro. Les afecta muchísimo, por supuesto, el problema ecológico y climático, que es gravísimo, y son muy conscientes de hasta qué punto va a condicionar su vida futura. Por otra parte, es una generación que se está enfrentando a una realidad que el resto hemos vivido más adultos, la de las redes sociales y el mundo virtual, que ha cambiado de manera radical la forma de comunicarse entre ellos.

Estos adolescentes son más autoconscientes de su salud mental y eso es positivo

–¿Es complicado lidiar con las nuevas tecnologías a estas edades?

–Es un tema que hay que abordar, porque tiene partes buenas, pero también partes delicadas. Se trata de la primera generación que está viviendo todo esto desde la infancia y supone todo un reto. Además, es una generación con una frágil salud mental, por todas esas violencias que he mencionado antes. Y uno de los grandes problemas es que no tenemos recursos para atender esa salud mental. Necesitamos, con urgencia, muchos más psicólogos en centros educativos y más equipos de orientación, porque es uno de los grandes temas pendientes. Esta generación necesita ese tipo de apoyo, porque el contexto lo está demandando. Tenemos unos altos índices de tasas de intento de suicidio y autolesión realmente alarmantes y esto me preocupa mucho, porque no veo que se estén tomando medidas reales. Hablamos de ello de manera abstracta, pero necesitamos medidas y más recursos en salud mental.

–¿Ellos son conscientes de esta situación?

–Quizá es la primera generación más autoconsciente de su salud mental y eso es positivo, porque sí que es una generación que demanda esa ayuda. Lo que siento es que no se la estamos dando y ahí sí que deberíamos sentirnos un poco culpables.

Es todo un privilegio que el lector se fíe de la persona que ha escrito el libro que le ha gustado

–Otro de los peligros es el auge de la extrema derecha. ¿Por qué atrae a algunos jóvenes?

–Por desgracia, porque faltan dos cosas. Por un lado, necesitamos mucha más memoria histórica, dentro y fuera de las aulas para entender por qué el fascismo debería ser rechazado y combatido. Cuando no tienes esa memoria y, además, se está intentando sacar de las aulas, eres mucho más vulnerable o permeable a un discurso que realmente desconoces en su raíz. Por otro lado, es un mensaje terriblemente violento, fácil y populista. El momento de la adolescencia es donde la ira y el enfado son los sentimientos más poderosos, el sentir que no te comprenden. Si la sociedad, en vez de darte un lugar y un refugio, te rechaza, te aferras a esos discursos de odio que parecen tan afines a ti. Por eso se puede convertir en atractivo para gente que no tenga esa formación previa y un buen anclaje familiar.

Nando López

Nando López / Cedida

–¿Hay posibilidad de combatirlo?

–Deberíamos hacer un mayor esfuerzo no solo desde las aulas, sino también desde los medios, porque un gravísimo problema es que estén blanqueando constantemente el discurso de la extrema derecha hasta el punto de hacerlo parecer inocente, cuando no lo es. Deberíamos tener más consciencia de que todo lo que hacemos tiene sus consecuencias y cuando se invita en hora de máxima audiencia a un determinado político de extrema derecha a un programa de entretenimiento provocas que la imagen se haga más afable para gente más influenciable.

Si un libro lleva a un joven a alzar la voz, ya se ha conseguido algo positivo

–Con toda esa experiencia que tiene tratando con la juventud, ¿cómo la describiría?

–Es complejo, porque se trata de una generación muy heterogénea. Lo que pasa es que a mí me interesa mucho de esta generación que es muy crítica, que tiene muy claro qué no le gusta o acepta del sistema que ha heredado. No tiene claro cuáles son las soluciones, pero sí qué es lo que no debería suceder. Me parece que tienen un discurso muy interesante, en el que se están planteando muchas cosas como los roles de género, el tema ecológico, las relaciones sociales o los privilegios, siendo más conscientes de las diferencias. En este sentido, veo que es una generación que quiere cambiar muchas cosas, pero que todavía tiene que encontrar su camino y su lenguaje. Es muy interesante y tiene mucho que decir. Además, lejos de esperar a que le demos un espacio, está buscando el modo de crearlo, desde el que poder hablar. Por ejemplo, hacen sus propios podcast o canales para compartir sus ideas, así que es una generación muy activa y con ganas de comunicar y compartir.

La literatura juvenil tiene que aprovecharse para dialogar

–A pesar de todo, ¿es una generación con esperanza?

–Quiero creer que sí. Los que nos dedicamos a la cultura y a la educación lo hacemos porque creemos que es posible construir un futuro. Al final, la educación y la cultura hablan de eso. Todas las generaciones tienen sus conflictos, pero los de esta son especialmente complejos a muchos niveles. Sin embargo, están tomando conciencia mucho antes de todas esas dificultades, su golpe de realidad ha sido muy temprano y eso, a la vez, les ha hecho reaccionar antes, lo que tendrá consecuencias positivas en un futuro.

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