Entrevista | María Fernández Psicóloga especializada en TCA

“Es posible que en Navidad coincidamos en la mesa con un paciente de TCA”

“Las personas en esta situación, necesitan sentirse comprendidas, no juzgadas”

María Fernández en el Espazio de Salud y Bienestar.

María Fernández en el Espazio de Salud y Bienestar. / EMILIO FRAILE

María Fernández, psicóloga especializada en Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), manifiesta su preocupación por lo que las celebraciones navideñas suponen para los pacientes, por lo que invita al entorno de las personas que están luchando contra esta enfermedad a comprender la situación que atraviesan y evitar comentarios sobre la comida o el aspecto físico.

–¿Cuál es la situación de los TCA en Zamora?

–El impacto de la pandemia sigue estando presente en las consultas de psicología, donde siguen aumentando los casos de ansiedad, depresión y trastornos del comportamiento alimentario.

–¿Los TCA se consideran una enfermedad?

–Los trastornos del comportamiento alimentario son trastornos psicológicos con repercusiones físicas graves. Aún sigue existiendo mucho desconocimiento de esta patología: se sigue asociando a mujeres jóvenes, superficiales, con cuerpos excesivamente delgados. Es importante saber que el trastorno alimenticio puede darse en absolutamente cualquier tipo de cuerpo, a cualquier edad y tanto en hombres como en mujeres. Lo que define el trastorno alimenticio no es el peso, sino el intento de solucionar a través de la comida, un profundo malestar interno que afecta gravemente la calidad de vida de quien lo padece. Es, en definitiva, un mecanismo de defensa. La persona no posee otras herramientas de gestión, por lo que recurre a la comida para regularse. La comida no es el problema, sino el síntoma de un problema mucho más profundo.

El tratamiento del trastorno implica atención médica, psicológica, psiquiátrica y nutricional

–¿Cuál es la edad habitual de los pacientes?

–La edad de mayor incidencia está entre los 12 y 18 años, aunque también pueden iniciarse en edad adulta. En consulta, lo habitual es recibir edades comprendidas entre 22 y 35 años.

–¿Es más habitual en chicos que en chicas?

–Sí. Las mujeres seguimos sometidas a mayor presión estética y culto a la delgadez, por lo que es habitual que suframos mayor insatisfacción corporal y en consecuencia nos iniciemos a edades tempranas en el mundo de las dietas, etc. lo que se convierte en un caldo de cultivo para desarrollar ésta patología si ya hay factores predisponentes, como por ejemplo, baja autoestima, problemas familiares, sociales y emocionales.

–¿Qué tipos de TCA son los que más ves en consulta?

–Generalmente bulimia nerviosa no purgativa y trastorno por atracón. Sin embargo, no suelen acudir a consulta por el TCA, sino refiriendo malestar emocional y, en ocasiones, buscando ayuda para intentar no comer en exceso o incluso para adquirir “fuerza de voluntad” para adelgazar. Es en la evaluación al explorar todas las áreas, cuando nos damos cuenta de que nos encontramos frente a un TCA.

–¿Qué signos que pueden alertar al entorno y el paciente de que se encuentra en esa situación?

–Algunos signos que pueden alertarnos de que nos encontramos frente a un TCA son un estado emocional decaído, cambiante e irascible, cambios en la conducta alimentaria en cuanto al tipo, cantidad o forma de comer (trocear mucho los alimentos, comer muy rápido o por el contrario muy lento), aislamiento, evitar situaciones sociales que giren entorno a una comida, cambios bruscos de peso, baja autoestima, cambios a la hora de vestir (buscar esconder el cuerpo o tener que ir siempre perfectx), dedicar gran parte del día a pensar en comida, ejercicio compulsivo, sensación de pérdida de control al comer o sentimientos de culpa.

–¿A qué aspectos afecta?

–Los TCA afectan a muchos aspectos, sociales, físicos y psicológicos.

–¿Cómo se hace frente a esto? ¿Cuál es el proceso a seguir durante el tratamiento?

–Cuando trabajamos con un TCA , necesitamos hacer un trabajo exhaustivo y de comprensión. Conocer la historia del paciente y entender por qué se desarrolló la patología y por qué se sigue manteniendo. Sólo el hecho de comprender ya es liberador para el paciente, que entiende que no es culpable de padecer la enfermedad, sino que su cerebro ha hecho lo mejor que podía hacer en aquel momento con las estrategias que tenía. Por supuesto, éstas estrategias no eran las más adecuadas, por lo que nuestro trabajo consistirá en enseñarle otras herramientas más adaptativas para solucionar sus problemas. Al ser una enfermedad que afecta a todas las áreas, requiere de un tratamiento interdisciplinar llevado a cabo por profesionales de la psicología, nutrición, medicina y psiquiatría. En Zamora existe el Espazio de Salud y Bienestar, que combina la psicología y nutrición, de la mano de Paz Pérez Malillos. Casos más graves, pueden requerir un régimen de internamiento o comedor terapéutico, para lo que también existen centros especializados como el de USTA en Salamanca.

–Es una enfermedad que puede durar años, ¿el paciente suele recuperarse del todo o siempre queda algo ahí?

–La media de curación de este tipo de patología está entre los 3 y los 5 años. Por supuesto, existe la recuperación total, pero requiere un tratamiento muy largo, que exige mucho esfuerzo y compromiso por parte del paciente, lo que hace que en ocasiones se abandone antes de tiempo con el consiguiente riesgo de recaída y/o cronicidad.

–¿Cómo influyen las redes sociales en estos trastornos?

–Como todo, depende del uso que hagamos de ellas. Si consumimos cuentas en las que nos bombardeen con cuerpos “normativamente perfectos”, cuentas para conseguir esos cuerpos, etc, la satisfacción de la imagen corporal puede verse comprometida y puede dar pie a iniciar estrategias peligrosas para conseguir esos cuerpos: dietas restrictivas, ejercicio excesivo, etc. Sin embargo, consumir cuentas “bodypositive”, que visibilizan la normalidad de todos los cuerpos, pueden ser factor de protección.

Necesitamos seguir educando a la población para que comprenda este tipo de patologías

–¿Qué hace falta para que disminuya el número de personas que lo sufren?

–Concienciación. Necesitamos seguir educando a la población para que conozca y comprenda este tipo de patologías. Necesitamos eliminar el estigma de la enfermedad mental en general y los TCA en particular, que tanto dificulta pedir ayuda a quienes lo padecen cuando lo necesitan.

–¿Qué puede hacer la familia y entorno de los pacientes?

–El entorno tiene una gran influencia en el pronóstico del paciente. Puede funcionar como factor de riesgo o de protección. Si crees que alguien cercano puede padecer un TCA, infórmate sobre este tipo de patología para comprender mejor lo que le ocurre, evita comentarios sobre comida o físico, sé paciente, pregúntale qué necesita o cómo puedes ayudarle antes de querer tomar decisiones por él/ella, valóralo/a por quien es, no por lo que hace o tiene, y hazle saber que cuenta contigo. Las personas en esta situación, necesitan sentirse comprendidas, no juzgadas, por lo que evita broncas, o consejos llenos de buenas intenciones del tipo “lo que tienes que…”. En realidad, estas pautas podríamos extrapolarlas al resto de población, ya que simplemente se trata de ejercer un trato amable y respetuoso con el otro. Las Navidades son fechas muy complicadas para quienes sufren un TCA. Es muy probable que estos días , en algún momento coincidamos en la mesa con alguien que está luchando contra esta enfermedad: hagámoselo un poquito más fácil y evitemos los comentarios incómodos de todos los años.

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