La Opinión de Zamora

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La contratación de tarjetas de crédito en Zamora se incrementa un 15%

El Banco de España alerta del riesgo de endeudamiento para la población, en un contexto de poco crecimiento económico e inflación

Un cliente haciendo un pago con el teléfono móvil. | EPC

La inflación y la cercanía de la Navidad están generando que se incremente el número de zamoranos que eligen la tarjeta de crédito para llegar a fin de mes o hacer las compras que acontecen en estas fechas, lo que puede provocar un pronunciado endeudamiento para la población.

A este respecto, el Banco de España señala que “los riesgos para la estabilidad financiera se han incrementado debido a las tensiones geopolíticas y a la elevada y persistente inflación”. Además, sostienen que “las proyecciones de crecimiento económico para 2023 se han revisado a la baja y las de inflación al alta”.

Según los datos que recoge el supervisor del sistema bancario, existe un aumento notable en el número de operaciones realizadas a través de las tarjetas de crédito. Así mismo, las sucursales de la provincia, a falta de cerrar los resultados del año, sostienen que la contratación y uso de este medio de pago podría haberse incrementado alrededor de un 15%.

Por su parte, los comercios de la ciudad señalan que la forma de pago se está polarizando, estando por una parte los clientes que siempre pagan con metálico para controlar el gasto que hacen, y los que se han sumado al pago con tarjeta de crédito y rara vez disponen de efectivo.

Esta tendencia preocupa a los expertos en economía, puesto que puede suponer un endeudamiento generalizado entre los ciudadanos, como se dio en numerosas ocasiones durante la crisis de 2008, en la que la economía de los hogares se ve envuelta en un círculo peligroso de deuda, crédito para asumirla y, nuevamente, deuda. En este sentido, el BdE señala que la situación actual “afecta negativamente a la capacidad de pago de hogares y empresas, sobre todo a sectores más vulnerables, con rentas bajas y elevado nivel de endeudamiento”.

Así, entra en juego otro factor que gana peso, la petición de créditos rápidos con importantes intereses, difíciles de asumir para buena parte de la población, lo que desemboca en numeras ocasiones en la solicitud de un nuevo préstamo con el que hacer frente al anterior. De esta forma, la suma entre el importe que se debe al banco por el uso de la tarjeta y la acumulación de créditos, puede provocar la “tormenta perfecta” y que los primeros meses del año sean una verdadera cuesta económica para todos los implicados y para el conjunto de la economía, en un contexto en el que la palabra “recesión” suena de fondo.

La oferta de préstamos se dispara ante la situación financiera

La pandemia supuso un batacazo económico para muchos hogares de Zamora. Cierre de negocios, pérdidas en el volumen de ventas, paro y otras cuestiones que llevaron a la población a “comerse” los ahorros para tratar de mantenerse a flote. A falta de tres meses para que se cumplan tres años del marzo negro en el que se puso nombre a la pandemia, muchas familias no han conseguido recuperarse, otras han visto empeorar su situación y muchas nuevas se han sumado a causa de la subida de los precios.

Por estos motivos, son muchos los hogares que han visto como única salida la petición de un crédito o microcrédito con el que pagar la factura de la luz o tratar de seguir abriendo sus negocios. Sin embargo, estas “soluciones milagro”, acaban por ser meros parches que socavan la situación y los bolsillos de los zamoranos.

Como es habitual cada vez que hay un bache económico, la oferta de préstamos sube como la espuma, se disparan la cantidad de entidades que promocionan montos económicos rápidos, con los intereses copando la letra pequeña.

Aunque los créditos también se vieron salpicados con la polémica de las tarjeta revolving, sigue siendo habitual ver tipos de interés bastante altos, alrededor del 25%, y aún mayores en el caso de los microcréditos. Actualmente, es posible pedir una cuantía económica de estas características incluso en los cajeros de algunas sucursales bancarias, aumentando el acceso de los clientes a este mecanismo.

De la misma forma, otras entidades ponen a disposición de los usuarios una determinada cuantía económica que puede gastarse, y que deberá reponerse posteriormente, incluida en el saldo disponible del cliente, sin un aviso previo, ni explicación alguna sobre sus condiciones o intereses.

Las revolving siguen en auge pese a las demandas interpuestas

Las tarjetas revolving, un método de pago con el que es posible aplazar y fraccionar los pagos de las compras, supusieron un quebradero de cabeza para la justicia, debido al alto interés que cobraban los bancos. La sentencia del Tribunal Supremo de marzo de 2020 provocó que se bajara el tipo de interés, pero la realidad es que se sigue hablando de un 20%, una cifra muy elevada que termina por aumentar considerablemente el pago al que deben hacer frente los usuarios.

En la práctica, la función de estas tarjetas es la de un microcrédito. A diferencia de una tarjeta de crédito convencional, que aplaza el cobro hasta final de mes o al mes siguiente sin intereses, las revolving fraccionan los pagos y están sujetas al cobro de intereses. Pese a que muchos clientes se encuentran en una situación de demanda contra sus entidades bancarias y sus abogados les aconsejan no utilizarlas, muchos continúan haciéndolo, incrementando, aún más, la espiral de “debacle económico” en el que se encuentran sumergidos por el coste de los intereses.

Los expertos recomiendan evitar el pago a largo plazo

Los expertos están poniendo sobre la mesa una serie de recomendaciones con las que hacer un uso responsable de las tarjetas y otros medios de pago disponibles. Entre ellas destacan la opción de evitar el “pago mínimo”, trasladando el restante al próximo mes, con su respectivo interés en algunos casos; inhabilitar la opción de los adelantos de efectivo con los que el cajero da la opción de sacar una cantidad económica que no “saldrá” de la cuenta bancaria, sino de un préstamo propio de la tarjeta; esquivar la financiación a largo plazo cuando pueda evitarse; fijar un tope, una cuantía máxima en el gasto que puede hacerse mensualmente con la tarjeta; solicitar un documento a la entidad bancaria en la que figuren los requisitos y características al completo de la tarjeta contratada; y hacer una previsión de gastos ajustada a lo que realmente pueda desembolsarse.

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