La Opinión de Zamora

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Planes en Zamora
Carlos Hipólito Actor

“En España se está reproduciendo una polarización que anula el diálogo”

“Estoy viviendo algunos de los momentos más mágicos que he experimentado encima de un escenario en mis 44 años de trayectoria”

El actor Carlos Hipólito. | | JOSÉ ALBERTO PUERTAS

El actor Carlos Hipólito pisa hoy, sábado día 26 de noviembre a las 20.30 horas, las tablas del Teatro Principal de Zamora con “Oceanía” su primer monólogo, un trabajo que le está dando grandes alegrías y que le llevará de gira por España hasta el mes de febrero.

–¿Cómo llega el proyecto de la obra “Oceanía” a sus manos?

–Hace unos tres años Gerardo Vera empezó a escribir sus memorias, los recuerdos que él tenía de su infancia. Primero pensó en convertirlos en una novela, después, de acuerdo con un dramaturgo con el que él trabajaba José Luis Collado decidieron convertirlo en un monólogo y él, que era amigo mío y que habíamos trabajado en cine y en teatro, me decía que tenía que hacerlo yo. En un principio lo rechacé, porque yo nunca había hecho un monólogo pues no es un género que me atraía especialmente. No obstante, él insistió e insistió tanto que finalmente un día le dije que me lo pasara y que lo leería.

–Y en esa primera lectura...

–Desaparecieron absolutamente todas mis reticencias. Desde el minuto uno que empecé a leerlo, me quedé atrapado por ese texto que me emocionó muchísimo. Y no teniendo nada que ver con mi vida personal, porque la vida de Gerardo y la mía que son muy diferentes, sin embargo conecté muchísimo con lo que contaba, con cómo lo explicaba y yo creo que eso fue lo que me hizo aceptar y decirle que sí.

–¿Qué le atrapó de ese texto?

–Han conseguido escribir Collado y él un monólogo que es una historia absolutamente universal. Toca a cualquiera, no hace falta saber quién fue Gerardo Vera ni conocerle para emocionarse con este texto. Han conseguido una cosa muy especial que es la historia de un niño peculiar que busca su lugar en el mundo y que se siente atrapado en un ambiente que no es el que él querría. Está ambientado en España a finales de los años 40 y se van contando los años 50, los 60 y los 70 hasta que el personaje cumple 30 años, donde acaba el relato. Todo está articulado a través de la relación con su padre que es un vínculo muy especial.

"Oceanía" Jose Alberto Puertas

–¿Por qué?

–El padre era jefe de Falange en un pueblo de la provincia de Madrid y era una familia muy adinerada. En principio lo tenía todo para ser un niño feliz y sin problemas, pero resultó ser un chico diferente y le costó acomodarse a su entorno. Él con su padre tuvo una relación muy larga que es lo que articula el monólogo.

–¿Cómo fue ese vínculo?

–Pasa de la admiración absoluta de niño, a un odio incontrolable cuando era un adolescente por una serie de cosas que el padre hace y que perjudican a la familia. Después hay un acercamiento a través del amor y del perdón cuando el padre ya es mayor y está a punto de fallecer. Es una historia hermosísima, y de alguna manera yo creo que relata la historia reciente de este país porque nos sentimos interpelados por los personajes de la obra, por el clima post guerracivilista en el que en los pueblos todavía quedaban los bandos y todavía se sufriría muchas represalias.

–Alude a una España reciente no superada.

–Absolutamente, sobre todo, porque yo creo que de una manera un poco peligrosa se está reproduciendo una polarización y un clima muy bélico. Hay posturas muy enquistadas, se está perdiendo la posibilidad de escuchar al otro y de intentar entender sus puntos de vista. Cada uno está enquistado en sus verdades absolutas, unos y otros, y yo creo que eso es muy peligroso porque anula el diálogo y hace que ahora mismo estemos viviendo un clima político absorbente y también irrespirable en este país. En la obra se habla un poco de este clima y nos recuerda esas cosas que, a lo mejor no hemos vivido, pero hemos escuchado contar a nuestros padres a nuestros abuelos... Habla de una familia y luego además el personaje principal se dirige al público desde el primer momento y van apareciendo otros personajes como el padre, la madre la tía...

–¿De qué manera los incorpora al desarrollo del montaje?

–Sin ningún tipo de disfraces y sin nada de artificios. Con un chasquido de dedos yo me convierto en la criada Francisca o me convierto en el padre o me convierto en la madre o me convierto en tío Eugenio. Ese es uno de los atractivos para mí del monólogo.

Es un monólogo en el que yo me dirijo al público directamente, les interpelo y les estoy mirando. Esto convierte al público en mi compañero directo

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–¿Qué está suponiendo para usted la experiencia de “Oceanía”?

–Francamente le estoy cogiendo el gusto (risas). Me está proporcionando algunos de los momentos más mágicos que yo he vivido encima de un escenario y eso que llevo 44 años sin bajarme de un escenario y he estrenado más de 45 funciones. Es un monólogo en el que yo me dirijo al público directamente, les interpelo y les estoy mirando. Esto convierte al público en mi compañero directo y entonces tienes la sensación de ser el dueño absoluto de lo que está pasando, de tener el control de los tiempos de los silencios, de poder disfrutar de una manera absoluta de la energía que llega desde el patio de butacas, de cómo se ríen cuando hay momentos cómicos y cómo se crean, a veces, unos silencios que son sobrecogedores cuando hay momentos dramáticos. Esa complicidad se crea en “Oceanía” entre el escenario y la sala. Me está regalando algunos momentos absolutamente mágicos. Estas sensaciones las he vivido en otras funciones, pero no de una manera tan evidente y tan clara como ahora.

–Quizá también por su implicación emocional con la obra al ser amigo de Gerardo que murió durante el proyecto.

–Tengo una protección para no estar tan dañado emocionalmente. En este monólogo aparece un Gerardo Vera que yo no conocí y que no conoció nadie del público. Estamos hablando de un niño, de un adolescente y de un joven que cuando cumple 30 años desaparece. Yo conocí a Gerardo cuando él ya tenía mucho más años y eso me ayuda a distanciarme un poco de la pérdida emocional de mi amigo. No obstante, hay un momento al final donde el personaje hace una valoración de toda su vida pasada y llega a la edad actual y ahí sí hay algo, que me viene un poco ese Gerardo que yo conocí, y me pega un pellizco el corazón en cada función.

Carlos Hipólito en un momento de la obra Jose Alberto Puertas

–¿El montaje peligró por la muerte de Vera a causa del coronavirus?

–La muerte de Gerardo nos hizo pensar en abandonar el proyecto porque él era quien lo iba a dirigir, pero como él había creado ya un equipo brillante de colaboradores habituales, nos reunimos todos y decidimos llevarlo adelante como homenaje póstumo. Al hacerlo de esa manera el proyecto ha tomado una carga emocional muy grande para todo el equipo que participamos. (Gerardo Vera) fue un gran creador y un tipo absolutamente imprescindible en la historia del teatro español reciente. Él empezó como escenógrafo, le reclamaban para trabajar en óperas en Europa y cambió un poco el concepto de la escenografía en este país. Le dio una grandiosidad y una presencia, dejaron de ser decorados para convertirse en escenografías.

–¿Cómo ha preparado el personaje?

–Estando todavía con nosotros Gerardo llegué a leer el monólogo con él alguna vez y me daba indicaciones de cómo él veía ciertas cosas. Afortunadamente José Luis Arellano, mi director, también conoció mucho Gerardo y había hablado mucho con él sobre este espectáculo. Realmente hemos ido armando todo un poco en la línea de lo que Gerardo quería hacer.

–¿Compatibiliza la obra con algún otro trabajo?

–No porque se trata de un espectáculo muy exigente. Es una hora y media en el escenario a tope de emoción y de energía... La verdad es que no he querido compaginarlo con teatro, por supuesto sería imposible, pero tampoco con nada de audiovisual, ni tele, ni cine, porque cuando compatibilizas un trabajo con otro, realmente le roba siempre algo de energía a una de esas dos cosas.

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