“¿Hasta qué punto mensajes de WhatsApp como “mándame la ubicación”, “dime cuándo has llegado al sitio”, es un control genuino de alguien preocupado por nosotras o pasa a ser cibercontrol?”. La pregunta en el Senado de la zamorana María José Garrido Antón, experta en violencia de género servía para mostrar la dificultad que entraña delimitar ambas conductas para las víctimas de violencia de género, al igual que lo es para personas que no sufren maltrato.

La conclusión es la necesidad de concienciar sobre este tipo de “comportamiento cibernético del maltratador”, que tiene en las redes sociales un arma muy potente para ejercer el delito de violencia sobre las mujeres. La actual jefa de área de Violencia de Género, Estudios y Formación en la Secretaría de Estado de Seguridad incidió en la importancia de establecer una definición concreta de lo que es ciberviolencia de género, así como de tipificar y unificar criterios sobre esas conductas en la legislación española y en la del resto de países europeos, en el ámbito internacional. Ahí radica la posibilidad de lograr una herramienta para poder prevenir y proteger a las víctimas, explicó la experta zamorana María José Garrido Antón.

La comandante de la Guardia Civil incidió en la trascendencia de conformar “una radiografía exacta y pura sobre cuántos delitos de sexting, ciberacoso, sextorsión o cibercontrol existen en España”. A partir de ese análisis y estudio profundo se podrán recoger este tipo de conductas delictivas en la legislación.

España juega con ventaja al contar con una buena Ley contra la violencia de género que facilita, dijo, la incorporación de esos ciberdelitos de maltrato. El ejemplo claro, concretó, está en la reciente incorporación del delito de la mutilación genital o el matrimonio forzoso, entre otros.

Ese inconcreción legal en el resto de países del mundo dificulta el análisis comparativos de la incidencia de la ciberviolencia de género, agregó, un obstáculo para articular la lucha contra el maltrato en el ámbito internacional, para “trabajar todos unidos”, “prevenir y proteger a las mujeres de este fenómeno” que no solo afecta a niñas y adolescentes, sino también a mujeres adultas, incapaces de diferenciar esas nuevas formas de ejercer violencia machista que ha encontrado el maltratador a través de las redes sociales.

La inexistencia de “una radiografía exacta y pura de cuántos delitos de sexting o ciberacoso o cibercontrol hay en España, a nivel europeo e internacional es otro obstáculo para esa tarea que debe implicar a todos los países a nivel mundial.

Un aspecto esencial para poder contener esta “extensión de la violencia de género” a través de las nuevas tecnologías para vulnerar los derechos fundamentales de la mujeres, “en el peor de los escenarios, el derecho a la vida” cuando la mujer termina siendo asesinada. El derecho a la intimidad o al secreto de las comunicaciones son otros de los que el maltratador conculca con su violencia machista.

Garrido no desaprovechó la ocasión para resaltar la importancia de “seguir invirtiendo esfuerzos y formación” para terminar con la violencia digital o violencia 2.0 de género”.